La Scaloneta suplente, con un Ducó que parecía más un entrenamiento de Boca en Ezeiza que un partido de la Selección, le ganó 2 a 0 a la Sub-20 en un amistoso a beneficio del Hospital Penna de Bahía Blanca, afectado por el temporal. El Dibu, sin jugar, se robó el show con sus bailes y De Paul regaló su camiseta como si fuera Papá Noel en Navidad.
Un partido a beneficio con sabor a entrenamiento
La tarde en el Tomás Adolfo Ducó fue, digamos, particular. La Selección Argentina abría las puertas de su casa, pero la atmósfera era más cercana a un entrenamiento a puertas abiertas que a un partido oficial. Salvo por la presencia de los árbitros y el público –que dicho sea de paso, estuvo bastante calladito–, el ambiente era el de una práctica en Ezeiza. Se escuchaba hasta la charla de los jugadores, imaginen. Un DJ amenizó las horas previas, pero durante el partido solo se escucharon algunos aplausos tímidos, tipo cuando Garnacho encara y se frena 3 veces. Recién al final del encuentro aparecieron las trompetas, como si fueran el gol del Pity en Madrid, pero tres años tarde. Un tímido «Soooy argentino…» se escuchó en el segundo tiempo, con la misma intensidad que un pase de Enzo Pérez a los costados.
La Scaloneta B le ganó a los pibes
En la cancha, los suplentes de la victoria contra Uruguay se enfrentaron a la Sub-20 de Placente. Un 2 a 0 a favor de los consagrados, pero ojo, los pibes, con Delgado y Aquino a la cabeza –casi un De Bruyne y un Haaland criollos, bah, no nos adelantemos–, demostraron que el proyecto de la Selección tiene futuro. O al menos eso queremos creer…
El gol de Ángel Correa para la Selección Argentina sobre la Sub-20 (1-0)
El gol de Nico Paz para la Selección Argentina sobre la Sub-20 (2-0)
El show del Dibu y la generosidad de De Paul
Entre los campeones, el que se llevó todas las palmas fue el Dibu Martínez. Sin jugar ni un minuto, el arquero corrió alrededor de la cancha como si estuviera en el patio de su casa y hasta se mandó su clásico bailecito, para deleite de la popular. ¿Se acuerdan del baile de Ruggeri en el Mundial 90? Bueno, parecido, pero con menos ritmo…
Finalizado el encuentro, momento emotivo: lluvia de pelotas a las tribunas, para felicidad de la muchachada. De Paul, ovacionado cual rockstar –casi como el Cuti Romero o Paredes–, regaló su camiseta de entrenamiento a un hincha como si fuera Maradona en Nápoles. Pezzella, el único bahiense en cancha –Lautaro se volvió a Europa con una lesión que lo deja afuera de las canchas por un tiempo indefinido–, se mostró visiblemente emocionado por el evento a beneficio del Hospital Penna. Un mimo para una ciudad golpeada, como lo fueron las donaciones que partieron en camiones hacia Bahía Blanca en los últimos días. Una muestra de que el fútbol, a veces, también puede ser solidario.