El empresario textil Claudio Drescher, actual presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), criticó el esquema impositivo argentino al señalar que un producto fabricado en el país puede venderse más barato en Chile que en el mercado local. Advirtió que la carga de impuestos como el Impuesto al Cheque, Ingresos Brutos y el costo financiero de las cuotas encarece los productos nacionales. Además, cuestionó la apertura comercial sin protección a la industria: 'Le quitaron impuestos a los productos que ingresan y no a los nacionales', dijo.
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Claudio Drescher no habló de inflación, ni de dólar, ni de paritarias. Fue más profundo: tocó el punto en el que los empresarios argentinos se agarran la cabeza, la calculadora y el pasaporte. “Un producto mío hecho en Argentina se vende más barato en Chile”, dijo, con la resignación de quien ya hizo todas las cuentas dos veces. ¿La razón? No es magia, es impuestos: mientras a la industria nacional le llueven tasas, retenciones y tributos con nombres de película de terror fiscal, a los productos importados los reciben con una alfombra roja y la birra fría.
El fenómeno es digno de estudio por la NASA: una remera tejida en La Rioja llega más cara a Once que a Santiago de Chile. Entre el Impuesto al Cheque, Ingresos Brutos y el costo financiero de las cuotas, el precio local queda inflado como pan lactal al sol. Y mientras tanto, en la frontera, entran camiones cargados con textiles del exterior libres de todo pecado fiscal, como si fueran turistas con visa diplomática.
Drescher, que conoce la industria como pocos y además preside la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), no se anduvo con vueltas: “Argentina siempre está en offside”. Y tiene un punto. Cuando el mundo empieza a revisar los excesos de la globalización, acá se le abre la puerta a todo con la misma ingenuidad con la que uno acepta caramelos en Halloween.
El empresario pide algo que suena a herejía para algunos tecnócratas: tratar a la producción nacional como aliada estratégica, no como sospechosa serial. Porque si hacer ropa en el país termina siendo un acto de fe, el consumidor va a seguir eligiendo lo que le resulte más barato, sin importar si fue hecho acá o en la estratósfera.
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El empresario textil Claudio Drescher, actual presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), volvió a poner sobre la mesa una problemática estructural de la industria argentina: los altos costos impositivos que enfrentan los productos nacionales frente a los importados. En declaraciones recientes, el referente del sector afirmó que “un producto mío hecho en Argentina se vende más barato en Chile”, aludiendo a las distorsiones generadas por la carga tributaria local.
“No tiene el costo financiero de las cuotas, no tiene Ingresos Brutos, no tiene Impuesto al Cheque. Es concreto: producción nacional, se vende en otro país más barato”, sostuvo Drescher, haciendo hincapié en la asimetría que afecta a las manufacturas locales al competir en el mercado interno e internacional.
Crítica a la apertura comercial sin equilibrio
El empresario también cuestionó la política de apertura comercial que, según denunció, beneficia a los productos del exterior por sobre los nacionales. “Le quitaron impuestos a los productos que ingresan y no le quitaron impuestos a lo nacional”, expresó.
En ese sentido, Drescher advirtió que Argentina adopta políticas contradictorias en un contexto internacional cambiante: “Cuando empieza a cuestionarse la globalización, estamos en la de que entre cualquier cosa”. A su entender, el país permanece “siempre en offside” frente a las tendencias globales, aplicando medidas que debilitan su capacidad de competir con reglas parejas.
Un reclamo estructural del sector
La crítica de Drescher se suma a una serie de reclamos históricos de la industria textil nacional, que insiste en la necesidad de contar con un marco regulatorio y tributario que estimule la producción y reduzca la informalidad. En contextos de elevada inflación y presión impositiva, el equilibrio entre precios, calidad y competitividad se vuelve cada vez más complejo.
La reflexión del empresario no apunta solo a su rubro, sino al rol de la industria nacional en la economía. Una discusión que, lejos de agotarse en el corto plazo, forma parte del debate de fondo sobre el modelo productivo argentino.