El Gobierno nacional prepara un mecanismo para restringir la libre disponibilidad de liquidez en los bancos, luego del magro resultado de la última licitación de deuda pública. La medida busca absorber aproximadamente 6 billones de pesos que quedarán en el sistema financiero a partir del lunes.
El anuncio fue realizado por el director del Banco Central, Federico Furiase, a través de su cuenta en la red social X (ex Twitter). “Los pesos excedentes de la licitación de hoy serán absorbidos de manera inmediata”, afirmó el funcionario, quien se desempeñó anteriormente en la consultora privada que lideraban el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del BCRA, Santiago Bausili.
Encajes o bonos: las dos salidas para la liquidez excedente
Furiase explicó que los pesos excedentes serán absorbidos “mayoritariamente vía aumento de encajes remunerados con nuevos títulos públicos a ser suscriptos el lunes próximo”. Esto se concretará mediante una nueva licitación del Tesoro que coincidirá con la fecha de liquidación de la fallida licitación anterior.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, uno de los principales responsables de la colocación fallida, respaldó la medida con un posteo en X, replicando el mensaje de Furiase.
Un «corralito técnico» para los bancos
El plan oficial establece que los bancos deberán depositar esos fondos en el Banco Central en cuentas remuneradas —a través de los conocidos pases pasivos— o bien utilizarlos para adquirir bonos del Tesoro. En ambos casos, el dinero quedará inmovilizado y no podrá destinarse a otras operaciones.
Se trata, en efecto, de un «corralito a la liquidez bancaria», una medida que apunta a evitar presiones sobre el dólar con pesos que, de otro modo, podrían buscar cobertura en moneda extranjera tras el fracaso en la colocación de deuda.
La decisión representa un giro llamativo en la estrategia monetaria del Gobierno, dado que el presidente Javier Milei había cuestionado fuertemente el uso de pases pasivos como instrumento de política económica durante su campaña.
Tras una licitación fallida que dejó en el mercado unos 6 billones de pesos sin colocar, el Gobierno prepara un mecanismo para inmovilizar esos fondos. El plan, anunciado por el director del Banco Central, Federico Furiase, contempla que la liquidez excedente de los bancos sea absorbida por el BCRA mediante encajes remunerados o la compra obligada de bonos del Tesoro. El objetivo es evitar que esos pesos presionen sobre el mercado cambiario.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El Gobierno nacional prepara un mecanismo para restringir la libre disponibilidad de liquidez en los bancos, luego del magro resultado de la última licitación de deuda pública. La medida busca absorber aproximadamente 6 billones de pesos que quedarán en el sistema financiero a partir del lunes.
El anuncio fue realizado por el director del Banco Central, Federico Furiase, a través de su cuenta en la red social X (ex Twitter). “Los pesos excedentes de la licitación de hoy serán absorbidos de manera inmediata”, afirmó el funcionario, quien se desempeñó anteriormente en la consultora privada que lideraban el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del BCRA, Santiago Bausili.
Encajes o bonos: las dos salidas para la liquidez excedente
Furiase explicó que los pesos excedentes serán absorbidos “mayoritariamente vía aumento de encajes remunerados con nuevos títulos públicos a ser suscriptos el lunes próximo”. Esto se concretará mediante una nueva licitación del Tesoro que coincidirá con la fecha de liquidación de la fallida licitación anterior.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, uno de los principales responsables de la colocación fallida, respaldó la medida con un posteo en X, replicando el mensaje de Furiase.
Un «corralito técnico» para los bancos
El plan oficial establece que los bancos deberán depositar esos fondos en el Banco Central en cuentas remuneradas —a través de los conocidos pases pasivos— o bien utilizarlos para adquirir bonos del Tesoro. En ambos casos, el dinero quedará inmovilizado y no podrá destinarse a otras operaciones.
Se trata, en efecto, de un «corralito a la liquidez bancaria», una medida que apunta a evitar presiones sobre el dólar con pesos que, de otro modo, podrían buscar cobertura en moneda extranjera tras el fracaso en la colocación de deuda.
La decisión representa un giro llamativo en la estrategia monetaria del Gobierno, dado que el presidente Javier Milei había cuestionado fuertemente el uso de pases pasivos como instrumento de política económica durante su campaña.