El dólar como termómetro: por qué el mercado no espera calma tras las elecciones

Redacción Cuyo News
5 min

El Ministerio de Economía continúa interviniendo en el mercado cambiario a través del uso de divisas del Tesoro, en un intento por contener la volatilidad del dólar en la antesala de las elecciones bonaerenses. Estimaciones de mercado señalan que, solo en las últimas tres semanas de agosto, se vendieron cerca de USD 160 millones, a lo que se sumaron más de USD 180 millones en apenas dos jornadas recientes.

Una estrategia de contención en terreno inestable

Estas operaciones responden a lo que en el Palacio de Hacienda describen como un contexto de “extrema tensión”, acentuado por la escalada del tipo de cambio, que tuvo un salto de casi 15% en julio, se moderó en agosto y volvió a acelerarse en la semana previa a los comicios. La estrategia incluye además subas de tasas, pulseadas con bancos por la renovación de deuda en pesos y reajustes en los encajes bancarios para absorber liquidez.

Una plaza cambiaria sin aire

Los analistas advierten que la situación actual excede la coyuntura electoral. Aun finalizado el proceso, no se espera una normalización inmediata del mercado, ya que el fenómeno de la iliquidez cambiaria responde también al ciclo estacional de ingreso de divisas. La mayor parte del aporte del agro ya se concretó en el primer semestre, y recién sobre el final del año podría retomarse cierto flujo con la cosecha fina.

Un dólar en clave política

Desde el oficialismo, la narrativa apunta al impacto de la incertidumbre política: “Esto hay que situarlo en el contexto preelectoral que estamos viviendo, donde tenemos una oposición que ha decidido hacerle la guerra a los argentinos”, sostuvieron fuentes cercanas al equipo económico. Y agregaron: “Las tasas son hijas del conflicto político. Lo que está haciendo el Congreso es atacar el centro del programa económico”.

En este escenario, el Gobierno continuará utilizando herramientas de intervención cambiaria como forma de contención, aunque los límites son claros: reservas escasas, un mercado hipersensible y un calendario electoral cargado configuran un combo complejo para la política económica de corto plazo.

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