Argentina se encuentra en conversaciones con el Tesoro de Estados Unidos para obtener un préstamo directo que le permita afrontar los compromisos financieros inminentes y reforzar las reservas internacionales, en un contexto de creciente presión cambiaria y deterioro político.
Un préstamo poco convencional
Con los desembolsos del Fondo Monetario Internacional (FMI) prácticamente agotados tras el acuerdo firmado en abril por USD 20.000 millones, el gobierno de Javier Milei apunta ahora a una fuente de financiamiento extraordinaria: el Fondo de Estabilización del Tesoro estadounidense (ESF, por sus siglas en inglés). Este instrumento fue utilizado históricamente en casos críticos, como el “tequilazo” mexicano de 1995, cuando el entonces presidente Bill Clinton otorgó un salvavidas de USD 20.000 millones al país vecino.
De concretarse, el préstamo marcaría un hecho inusual en América Latina y dotaría al gobierno argentino de la liquidez necesaria para cubrir vencimientos de deuda en los próximos meses, al tiempo que permitiría sostener la intervención cambiaria del Banco Central, cuya sangría de reservas ya superó los USD 1.100 millones en apenas tres días.
Reservas escuálidas, mercado en alerta
El panorama financiero es tenso: el dólar alcanzó su valor máximo pactado con el FMI, obligando al Banco Central a intervenir agresivamente para evitar una mayor devaluación. Las reservas netas continúan en niveles críticos, mientras el riesgo país permanece elevado y los bonos soberanos sufren caídas constantes.
Además, el gobierno anunció una suspensión temporal de las retenciones a las exportaciones agrícolas hasta el 31 de octubre, una medida que busca incentivar el ingreso de divisas en plena campaña electoral de medio término.
Un frente político desgastado
A la presión económica se suma la política. La reciente derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires —la región electoral más poblada del país— significó un golpe al liderazgo de Milei, quien había presentado esa elección como una prueba clave para su gestión.
Como si eso fuera poco, un escándalo por presuntos sobornos que salpica a Karina Milei, hermana y principal asesora del presidente, terminó de encender las alarmas en los mercados. “Argentina ya se gastó la bala de financiamiento con el FMI”, sentenció el economista Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra.
Con los ojos puestos en Washington, el gobierno apuesta todo a un nuevo salvavidas que, de llegar, tendrá condiciones. Y con cada día que pasa, el margen de maniobra se achica, al ritmo de un calendario de pagos que no espera.
Con el préstamo del FMI ya mayormente desembolsado, el gobierno de Javier Milei busca ahora dólares frescos del Tesoro de Estados Unidos para hacer frente a los próximos vencimientos de deuda y evitar una caída libre en las reservas del Banco Central. Si se concreta, será una maniobra poco usual, comparable a la asistencia que recibió México en 1995 durante la crisis del 'tequilazo'. En paralelo, la presión cambiaria se intensifica, los bonos caen y la situación política se complica tras la derrota oficialista en Buenos Aires.
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Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
Argentina se encuentra en conversaciones con el Tesoro de Estados Unidos para obtener un préstamo directo que le permita afrontar los compromisos financieros inminentes y reforzar las reservas internacionales, en un contexto de creciente presión cambiaria y deterioro político.
Un préstamo poco convencional
Con los desembolsos del Fondo Monetario Internacional (FMI) prácticamente agotados tras el acuerdo firmado en abril por USD 20.000 millones, el gobierno de Javier Milei apunta ahora a una fuente de financiamiento extraordinaria: el Fondo de Estabilización del Tesoro estadounidense (ESF, por sus siglas en inglés). Este instrumento fue utilizado históricamente en casos críticos, como el “tequilazo” mexicano de 1995, cuando el entonces presidente Bill Clinton otorgó un salvavidas de USD 20.000 millones al país vecino.
De concretarse, el préstamo marcaría un hecho inusual en América Latina y dotaría al gobierno argentino de la liquidez necesaria para cubrir vencimientos de deuda en los próximos meses, al tiempo que permitiría sostener la intervención cambiaria del Banco Central, cuya sangría de reservas ya superó los USD 1.100 millones en apenas tres días.
Reservas escuálidas, mercado en alerta
El panorama financiero es tenso: el dólar alcanzó su valor máximo pactado con el FMI, obligando al Banco Central a intervenir agresivamente para evitar una mayor devaluación. Las reservas netas continúan en niveles críticos, mientras el riesgo país permanece elevado y los bonos soberanos sufren caídas constantes.
Además, el gobierno anunció una suspensión temporal de las retenciones a las exportaciones agrícolas hasta el 31 de octubre, una medida que busca incentivar el ingreso de divisas en plena campaña electoral de medio término.
Un frente político desgastado
A la presión económica se suma la política. La reciente derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires —la región electoral más poblada del país— significó un golpe al liderazgo de Milei, quien había presentado esa elección como una prueba clave para su gestión.
Como si eso fuera poco, un escándalo por presuntos sobornos que salpica a Karina Milei, hermana y principal asesora del presidente, terminó de encender las alarmas en los mercados. “Argentina ya se gastó la bala de financiamiento con el FMI”, sentenció el economista Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra.
Con los ojos puestos en Washington, el gobierno apuesta todo a un nuevo salvavidas que, de llegar, tendrá condiciones. Y con cada día que pasa, el margen de maniobra se achica, al ritmo de un calendario de pagos que no espera.