En una maniobra de alto voltaje financiero, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) intensificó fuertemente su intervención en el mercado de futuros de dólar (Rofex), en un intento por frenar las presiones devaluatorias y anclar las expectativas cambiarias en un contexto de creciente incertidumbre macroeconómica.
La entidad monetaria se ha consolidado como el principal vendedor de contratos de dólar futuro, apostando a marcar un límite a la cotización futura de la divisa estadounidense y a enviar una señal de control al mercado. Esta estrategia busca desactivar la dinámica de expectativas que podría impactar directamente en el tipo de cambio oficial y en la inflación.
La estrategia en números
Según datos que circulan en la city porteña, la posición vendida del BCRA ya superaría los miles de millones de dólares, una cifra en constante ascenso. Las intervenciones se concentran especialmente en los contratos de corto plazo, con el objetivo de moderar la expectativa de una devaluación brusca en el futuro inmediato.
El impacto es directo en las tasas de devaluación implícitas que se negocian en Rofex. Al vender contratos a valores menores a los que el mercado convalida, el BCRA logra «planchar» esas tasas. Por ejemplo, si se esperaba una devaluación del 5% mensual, la intervención puede bajarla a 3% o 4%, reduciendo la presión sobre el crawling peg que rige el tipo de cambio oficial.
Un arma de doble filo
Consultoras privadas advierten que, si bien esta herramienta permite ganar tiempo y controlar expectativas, también implica un riesgo fiscal elevado. “Si el gobierno logra alinear las variables macroeconómicas, la ganancia es anclar expectativas. Si no, las pérdidas pueden ser significativas”, alerta un informe de una reconocida firma local.
Más allá de los números, el consenso es que esta agresiva intervención responde a una lógica defensiva: evitar que las expectativas de devaluación se trasladen a precios, en momentos en que la desaceleración de la inflación es uno de los pocos logros visibles del gobierno.
Tiempo comprado, confianza pendiente
En términos prácticos, el BCRA ha montado una verdadera muralla de contratos en el mercado de futuros. El éxito de esta estrategia no dependerá de su capacidad para seguir vendiendo dólares que no tiene, sino de si, en el tiempo que esta intervención le compra, el gobierno logra consolidar una estabilidad macroeconómica creíble.
Sin un ancla sólida en las cuentas fiscales y sin señales políticas claras que generen confianza, esta ofensiva en Rofex podría transformarse en una carga para las arcas del Estado en el mediano plazo. En definitiva, el Central juega una partida que no puede perder, al menos si quiere mantener a raya un dólar que siempre está al acecho.
El Banco Central intensificó su intervención en el mercado de futuros de dólar (Rofex) para frenar expectativas devaluatorias y estabilizar el tipo de cambio oficial. Con una agresiva venta de contratos, busca contener la presión cambiaria, aunque expertos advierten sobre los riesgos fiscales si no se consolida la estabilidad macroeconómica.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En una maniobra de alto voltaje financiero, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) intensificó fuertemente su intervención en el mercado de futuros de dólar (Rofex), en un intento por frenar las presiones devaluatorias y anclar las expectativas cambiarias en un contexto de creciente incertidumbre macroeconómica.
La entidad monetaria se ha consolidado como el principal vendedor de contratos de dólar futuro, apostando a marcar un límite a la cotización futura de la divisa estadounidense y a enviar una señal de control al mercado. Esta estrategia busca desactivar la dinámica de expectativas que podría impactar directamente en el tipo de cambio oficial y en la inflación.
La estrategia en números
Según datos que circulan en la city porteña, la posición vendida del BCRA ya superaría los miles de millones de dólares, una cifra en constante ascenso. Las intervenciones se concentran especialmente en los contratos de corto plazo, con el objetivo de moderar la expectativa de una devaluación brusca en el futuro inmediato.
El impacto es directo en las tasas de devaluación implícitas que se negocian en Rofex. Al vender contratos a valores menores a los que el mercado convalida, el BCRA logra «planchar» esas tasas. Por ejemplo, si se esperaba una devaluación del 5% mensual, la intervención puede bajarla a 3% o 4%, reduciendo la presión sobre el crawling peg que rige el tipo de cambio oficial.
Un arma de doble filo
Consultoras privadas advierten que, si bien esta herramienta permite ganar tiempo y controlar expectativas, también implica un riesgo fiscal elevado. “Si el gobierno logra alinear las variables macroeconómicas, la ganancia es anclar expectativas. Si no, las pérdidas pueden ser significativas”, alerta un informe de una reconocida firma local.
Más allá de los números, el consenso es que esta agresiva intervención responde a una lógica defensiva: evitar que las expectativas de devaluación se trasladen a precios, en momentos en que la desaceleración de la inflación es uno de los pocos logros visibles del gobierno.
Tiempo comprado, confianza pendiente
En términos prácticos, el BCRA ha montado una verdadera muralla de contratos en el mercado de futuros. El éxito de esta estrategia no dependerá de su capacidad para seguir vendiendo dólares que no tiene, sino de si, en el tiempo que esta intervención le compra, el gobierno logra consolidar una estabilidad macroeconómica creíble.
Sin un ancla sólida en las cuentas fiscales y sin señales políticas claras que generen confianza, esta ofensiva en Rofex podría transformarse en una carga para las arcas del Estado en el mediano plazo. En definitiva, el Central juega una partida que no puede perder, al menos si quiere mantener a raya un dólar que siempre está al acecho.