Buenos Aires – En un país donde las redes sociales funcionan como un patio escolar sin preceptor, la tragedia de Ema Bondaruk reveló lo peligrosamente real que puede ser el mundo digital. Tras su suicidio, ocurrido el 15 de agosto de 2024, surgió una respuesta concreta: la Guía Ema, un protocolo integral que busca erradicar la violencia digital en escuelas argentinas.
Una historia que rompió el silencio
La joven, oriunda de Longchamps, confió en un compañero de la Escuela Técnica N° 1. El video íntimo que compartió con él fue difundido sin su consentimiento, desatando una oleada de hostigamiento. «Lo virtual es real», repite su madre, Laura Sánchez, quien convirtió el duelo en militancia. En 2024, al menos 45 suicidios estuvieron vinculados a situaciones similares, según el Observatorio de Violencia contra las Mujeres. El agresor, menor de edad, fue imputado bajo la Ley Olimpia (27.736), aunque la justicia no pudo reparar el daño.
Con el apoyo de ONGs como Faro Digital, GENTIC y la activista mexicana Olimpia Coral Melo, Sánchez promovió la Guía Ema, lanzada el 18 de agosto de 2025 en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Diputadas como Mónica Macha ya trabajan en su institucionalización a nivel nacional.
Contenido y estructura de la Guía Ema
El documento, gratuito y descargable desde Faro Digital, se articula en cuatro secciones clave:
- Marco conceptual: contextualiza la violencia digital con respaldo legal y tratados internacionales.
- Detección e intervención: propone un protocolo con escucha activa, contención y notificación a líneas de ayuda.
- Prevención educativa: incorpora ESI digital y medidas restaurativas para los agresores.
- Anexos: ofrece recursos de Amnistía Internacional y modelos de intervención institucional.
Se destaca por su lenguaje accesible, enfoque de género y adaptabilidad. Sin embargo, muestra limitaciones en su implementación en zonas rurales, donde solo el 60% tiene acceso estable a internet, según el INDEC 2025.
Impacto en escuelas y legislaciones
Desde su presentación, la guía fue aplicada en instituciones de Brandsen, Bariloche y la UNAM, capacitando a cientos de docentes. En Santa Fe, la diputada Celia Arena presentó la Ley Ema, que obliga a adoptar el protocolo en escuelas, con fondos específicos para su aplicación.
El Ministerio de Educación bonaerense planea su implementación piloto en 500 escuelas para 2026. Además, el Congreso evalúa un Programa Ema nacional para financiar herramientas como IA que detecten deepfakes.
Más allá del aula
El protocolo también puede ser utilizado en hogares y por ONGs para campañas públicas. A nivel judicial, permite acciones más ágiles, obligando a plataformas como Instagram a remover contenidos en 24 horas.
En palabras de Olimpia Coral Melo: «Es el legado de Ema para Latinoamérica». Pero su alcance dependerá de voluntad política y financiamiento. En un contexto de recortes en educación, su continuidad no está garantizada.
El caso de Ema evidencia que la violencia digital no es un fenómeno aislado ni nuevo, pero su respuesta sí puede serlo. La Guía Ema propone un camino de transformación que, desde las aulas, interpela a toda la sociedad.
Ema Bondaruk tenía 15 años cuando fue víctima de violencia digital tras la difusión no consentida de un video íntimo. Su muerte provocó una reacción nacional: la creación de la Guía Ema, un protocolo escolar que ya inspira leyes y busca prevenir más tragedias. Hoy, su nombre representa un llamado urgente a que lo virtual sea real en las aulas, la justicia y el corazón de la sociedad.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
En tiempos donde lo digital pareciera efímero, la violencia deja cicatrices imborrables. El protocolo no trae milagros, pero sí una hoja de ruta concreta para evitar nuevas tragedias. Y en cada página, la presencia de Ema insiste: que no vuelva a pasar. Que las instituciones no lleguen tarde. Que ningún docente más diga «no sabía qué hacer». Que ninguna familia más reciba una noticia imposible.
Mientras su madre, Laura Sánchez, transforma el duelo en acción, el país comienza a escuchar. La Ley Ema avanza en Santa Fe y otras provincias ya analizan su adopción. Pero más allá de las legislaciones, lo que se juega es una pregunta de fondo: ¿estamos dispuestos a hacer que lo virtual también sea real en términos de protección, justicia y humanidad?
Ema no eligió ser bandera. Pero su historia, contada con respeto, puede ser faro. Para que no haya una Ema más. Para que el dolor de una familia se convierta en el cuidado de todas.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
Buenos Aires – En un país donde las redes sociales funcionan como un patio escolar sin preceptor, la tragedia de Ema Bondaruk reveló lo peligrosamente real que puede ser el mundo digital. Tras su suicidio, ocurrido el 15 de agosto de 2024, surgió una respuesta concreta: la Guía Ema, un protocolo integral que busca erradicar la violencia digital en escuelas argentinas.
Una historia que rompió el silencio
La joven, oriunda de Longchamps, confió en un compañero de la Escuela Técnica N° 1. El video íntimo que compartió con él fue difundido sin su consentimiento, desatando una oleada de hostigamiento. «Lo virtual es real», repite su madre, Laura Sánchez, quien convirtió el duelo en militancia. En 2024, al menos 45 suicidios estuvieron vinculados a situaciones similares, según el Observatorio de Violencia contra las Mujeres. El agresor, menor de edad, fue imputado bajo la Ley Olimpia (27.736), aunque la justicia no pudo reparar el daño.
Con el apoyo de ONGs como Faro Digital, GENTIC y la activista mexicana Olimpia Coral Melo, Sánchez promovió la Guía Ema, lanzada el 18 de agosto de 2025 en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Diputadas como Mónica Macha ya trabajan en su institucionalización a nivel nacional.
Contenido y estructura de la Guía Ema
El documento, gratuito y descargable desde Faro Digital, se articula en cuatro secciones clave:
- Marco conceptual: contextualiza la violencia digital con respaldo legal y tratados internacionales.
- Detección e intervención: propone un protocolo con escucha activa, contención y notificación a líneas de ayuda.
- Prevención educativa: incorpora ESI digital y medidas restaurativas para los agresores.
- Anexos: ofrece recursos de Amnistía Internacional y modelos de intervención institucional.
Se destaca por su lenguaje accesible, enfoque de género y adaptabilidad. Sin embargo, muestra limitaciones en su implementación en zonas rurales, donde solo el 60% tiene acceso estable a internet, según el INDEC 2025.
Impacto en escuelas y legislaciones
Desde su presentación, la guía fue aplicada en instituciones de Brandsen, Bariloche y la UNAM, capacitando a cientos de docentes. En Santa Fe, la diputada Celia Arena presentó la Ley Ema, que obliga a adoptar el protocolo en escuelas, con fondos específicos para su aplicación.
El Ministerio de Educación bonaerense planea su implementación piloto en 500 escuelas para 2026. Además, el Congreso evalúa un Programa Ema nacional para financiar herramientas como IA que detecten deepfakes.
Más allá del aula
El protocolo también puede ser utilizado en hogares y por ONGs para campañas públicas. A nivel judicial, permite acciones más ágiles, obligando a plataformas como Instagram a remover contenidos en 24 horas.
En palabras de Olimpia Coral Melo: «Es el legado de Ema para Latinoamérica». Pero su alcance dependerá de voluntad política y financiamiento. En un contexto de recortes en educación, su continuidad no está garantizada.
El caso de Ema evidencia que la violencia digital no es un fenómeno aislado ni nuevo, pero su respuesta sí puede serlo. La Guía Ema propone un camino de transformación que, desde las aulas, interpela a toda la sociedad.
En tiempos donde lo digital pareciera efímero, la violencia deja cicatrices imborrables. El protocolo no trae milagros, pero sí una hoja de ruta concreta para evitar nuevas tragedias. Y en cada página, la presencia de Ema insiste: que no vuelva a pasar. Que las instituciones no lleguen tarde. Que ningún docente más diga «no sabía qué hacer». Que ninguna familia más reciba una noticia imposible.
Mientras su madre, Laura Sánchez, transforma el duelo en acción, el país comienza a escuchar. La Ley Ema avanza en Santa Fe y otras provincias ya analizan su adopción. Pero más allá de las legislaciones, lo que se juega es una pregunta de fondo: ¿estamos dispuestos a hacer que lo virtual también sea real en términos de protección, justicia y humanidad?
Ema no eligió ser bandera. Pero su historia, contada con respeto, puede ser faro. Para que no haya una Ema más. Para que el dolor de una familia se convierta en el cuidado de todas.