En San Juan, tres maestros jardineros desafían los estereotipos de género y marcan una diferencia en la educación inicial. Marcelo Angulo, Cristian Mallea y Miguel Pastor, parte de un selecto grupo de cinco docentes varones en toda la provincia, comparten sus historias de vocación y compromiso, enriqueciendo la experiencia educativa de los más pequeños.
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En la progresista provincia de San Juan, donde el vino fluye y las montañas susurran secretos ancestrales, tres valientes maestros jardineros han decidido patear el tablero del patriarcado (con permiso de las maestras, obvio). Marcelo Ángulo, Cristian Mallea y Miguel Pastor, tres nombres que resonarán en los anales de la historia pedagógica local, se han plantado frente a los estereotipos de género para demostrar que cambiar pañales y cantar canciones infantiles no es solo cosa de chicas.
Con una valentía digna de próceres cuyanos, estos adalides de la deconstrucción se han abierto paso en un terreno históricamente dominado por la presencia femenina. ¡Apenas cinco maestros jardineros en toda la provincia! ¡Un 0,3% de la fuerza docente del Nivel Inicial! Casi una conspiración para mantener a los varones alejados de los crayones y las masas de sal.
Pero no teman, padres y madres progresistas, porque estos tres mosqueteros de la enseñanza inicial están aquí para demostrar que la sensibilidad, la creatividad y la ternura no entienden de cromosomas. “Su presencia es visible”, dice la Ministra de Educación, Silvia Fuentes, como si se tratara del mismísimo Che Guevara entrando en La Habana, “y trasciende los estereotipos y el género”. ¡Palabra de ministra!
Marcelo Ángulo, veterano de mil batallas áulicas con 25 años de experiencia, recuerda aquellos tiempos salvajes en los que eran “dos los que empezamos… y seguimos”. ¡Como dos gauchos alzados contra la injusticia educativa! Cristian Mallea, formado en las duras tierras de Jáchal, sintió la vocación llamándolo a gritos desde 1999, aunque la titularidad se hizo esperar como el aumento a los jubilados. Y Miguel Pastor, un maestro de primaria devenido en payaso infantil por obra y gracia del destino (y una inscripción docente), descubrió que su lugar en el mundo está entre risas y garabatos.
Así que ya saben, sanjuaninos y sanjuaninas, si ven a un maestro jardinero, no lo miren raro. ¡Salúdenlo como a un héroe! Porque estos hombres están cambiando el mundo… un jardín de infantes a la vez. Y si alguien les dice que esto es una noticia menor, recuerden que hasta el más pequeño de los detalles puede ser el inicio de una gran revolución. ¡Salud! (y sírvanse otra copa de Malbec, que esto hay que celebrarlo).
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En la provincia de San Juan, un pequeño pero significativo grupo de maestros jardineros está desafiando las normas de género en la educación inicial. Marcelo Angulo, Cristian Mallea y Miguel Pastor son tres de los cinco docentes varones que se dedican a la enseñanza en el Nivel Inicial en toda la provincia, representando un escaso 0,3% del total de 1.678 maestros.
Una mirada distinta sobre la educación
Estos maestros no solo están rompiendo estereotipos, sino que también están aportando una perspectiva diferente y enriquecedora al ámbito educativo. La ministra de Educación, Silvia Fuentes, destacó la importancia de su presencia, señalando que «con sensibilidad, creatividad y ternura, demuestran que el trabajo pedagógico con nuestros pequeños trasciende los estereotipos y el género».
Marcelo Ángulo, con 25 años de trayectoria, recuerda sus inicios en la profesión: «Cuando comencé a estudiar éramos dos varones. Uno abandonó y retomó después. Hoy ambos trabajamos como maestros jardineros». Para Marcelo, la presencia masculina en el nivel inicial «aporta una mirada distinta, y eso enriquece la experiencia educativa».
Cristian Mallea, quien se formó en Jáchal y fue el primer maestro jardinero del departamento, compartió su historia de vocación postergada: «Elegí esta carrera por convicción. Aunque durante muchos años la vida me fue llevando por otros caminos del trabajo, nunca dejé de sentir que esto era lo mío».
Miguel Pastor, por su parte, llegó al Nivel Inicial casi por azar, tras inscribirse para ingresos docentes: «Cuando acepté el cargo, todos los que estaban ahí empezaron a aplaudir». Lo que comenzó como una estrategia se convirtió en una pasión: «No sabía lo que me esperaba, pero encontré un lugar que me hace sentir muy bien. Trabajar con los chicos me llena».