San Juan lanza la Ruta de la Cerveza Artesanal, una experiencia para los amantes de esta bebida que incluye visitas guiadas a las fábricas y la posibilidad de maridar cervezas con gastronomía local.
San Juan se pone de pie y levanta una copa, o mejor dicho, varias. En esta temporada estival, la provincia se lanza a la conquista de paladares con una propuesta que promete ser el corazón del verano: la Ruta de la Cerveza Artesanal. Ideal para turistas y locales ávidos de descubrir los misterios que esconde esta efervescente bebida, la iniciativa se presenta como una ventana al universo cervecero sanjuanino.
Durante los meses de calor, las cervecerías que se suman a esta travesía ofrecen visitas guiadas en sus fábricas. No se trata solo de consumir, sino de aprender: desde la elección de materias primas hasta el delicado arte de la producción, los visitantes tendrán la oportunidad de conocer de primera mano cómo se elabora la cerveza artesanal. Un proceso que va más allá de lo que se puede ver en la botella y que revela un mundo de dedicación y pasión.
Pero eso no es todo. La ruta invita a maridar la cerveza con la gastronomía local, dando vida a combinaciones que fusionan la tradición sanjuanina con los sabores únicos de las cervezas. Un viaje que promete deleitar no solo el paladar, sino también la cultura de la región.
Los recorridos abarcan diferentes puntos de la provincia, incluyendo los departamentos de Capital, Rivadavia, Iglesia, Jáchal y Chimbas. Cada cervecería participante propone un enfoque singular, desde las recetas más clásicas hasta innovaciones que dan un giro contemporáneo al mundo cervecero. Esto, claro, abre un abanico de opciones para todos los gustos, desde el más purista hasta el aventurero.
Para aquellos interesados en planificar su aventura cervecera, el sitio web oficial, sanjuan.tur.ar, ofrece un mapa detallado con la ubicación de cada cervecería y las actividades disponibles. Sin duda, una invitación a brindar por la creatividad y el esfuerzo que caracteriza a los productores locales. En un mundo donde lo global nos consume, esta ruta supone un regreso a lo auténtico, a lo local. Porque lo artesanal no solo se bebe, se vive.