La estatua de Sarmiento en la Casa Natal, en El Carrascal, fue restaurada y reubicada. Después de un «lifting» a lo Mirtha Legrand, el prócer vuelve a posar para las selfies turísticas, ahora más cerca de la oficina de informes.
Volvió Sarmiento, y esta vez no es con las ideas, sino con la estatua. Después de un tiempo en el quirófano estético –digamos, en restauración–, la figura del «padre del aula» fue reinstalada en la Casa Natal de El Carrascal. Y como si fuera una estrella de rock con nuevo disco, la ubicaron en un lugar más prominente: frente a la oficina de Informes Turísticos. ¿Será para que los turistas le pregunten cómo llegar al baño o dónde comprar alfajores?
Esta es la tercera mudanza del monumento. Primero estuvo al lado de la puerta principal (medio tímido, el sanjuanino), después lo mandaron a la esquina de Sarmiento y Libertador (¿querían que dirigiera el tránsito?) y ahora, en una jugada digna de Marcelo Tinelli cambiando el decorado de Showmatch, lo plantaron cerquita de donde se le da la bienvenida a la gente.
El Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte (¿se habrán peleado por quién cortaba la cinta?) y la Casa Natal Domingo Faustino Sarmiento presenciaron la vuelta del prócer de bronce. Al parecer, la estatua estaba hecha un desastre, víctima del tiempo, el clima y algún que otro vándalo inspirado. «Afectada por el paso del tiempo, las inclemencias del clima y actos de vandalismo, sometida a proceso de restauración, el cual incluyó la reparación de daños en partes clave de la escultura, como los brazos, la cabeza y el libro que el prócer sostiene entre sus manos», informaron las autoridades. O sea, casi como si hubiera pasado una noche de joda en San Juan.
Pero un equipo de expertos, cual Dream Team de la restauración, la dejó como nueva en tres semanas. Trabajaron en el taller del Ferro Urbanístico, un lugar que suena a donde se fabricaban trenes para llevar a Sarmiento a dar clases por el país. Reconstruyeron casi el 70% de la estructura, le dieron una mano de pintura con acrílicos y lacas especiales, y la protegieron para que no se vuelva a deteriorar. Hasta le hicieron una réplica del libro, porque el original estaba más destruido que la economía argentina después de un cambio de gobierno. «Uno de los aspectos más destacados de la intervención fue la conservación del trabajo original realizado por Juan Carlos Martínez, quien fue el restaurador original de la obra creada por el artista Fernando Roberto Pugliese. En este sentido, se cubrieron los ojos de la estatua para preservar la pintura original».
¿Y todo esto para qué? Para que los turistas se saquen selfies con Sarmiento, claro. Porque en la era de Instagram, hasta los próceres necesitan su minuto de fama. Más allá de las chanzas, hay que reconocer que la restauración es importante. No solo se recuperó un símbolo patrimonial, sino que también se le dio una nueva oportunidad a la estatua de Sarmiento para seguir inspirando… o al menos, para seguir siendo el fondo de miles de fotos. La obra original «fue creada por el artista Fernando Roberto Pugliese».