El escenario político en Chile ha dado un giro determinante tras el contundente triunfo de José Antonio Kast en la elección presidencial frente a la candidata Jeannette Jara. La reacción de los mercados no se hizo esperar: el peso chileno abrió visiblemente fortalecido frente a un dólar que tocó valores mínimos no vistos desde septiembre de 2024. Sin embargo, esta noticia positiva para la economía trasandina representa un desafío para los argentinos que planean cruzar la frontera: el cambio se ha encarecido.
Reacción favorable de los mercados
En la apertura de la jornada de este dia, «el dólar cotizó en torno a los 903 pesos chilenos», logrando así encadenar su quinta baja consecutiva. Durante este período de apreciación, la divisa estadounidense acumuló una contracción de CLP 20,55, ubicándose en su nivel más bajo en más de un año. Los operadores financieros comenzaron a digerir rápidamente el nuevo panorama, interpretando la victoria de Kast —quien obtuvo más del 58% de los votos y dominó en todas las regiones del país— como una «señal positiva por el mercado chileno».
Además del factor político, el fortalecimiento del peso chileno recibió un impulso externo clave: el repunte del precio del cobre, principal exportación del país. Los futuros del metal en el Comex de Nueva York subieron un 1,47%, alcanzando los USD 5,37, mientras que el precio spot en Londres tocó máximos históricos en la Bolsa de Metales de Londres. A este contexto favorable se sumó el contexto internacional, con una baja del Dollar Index, que retrocedió un 0,14% frente a una canasta de monedas globales.
Impacto en el bolsillo argentino
La «mala noticia para argentinos» radica en que la caída del dólar en Chile genera un «efecto colateral» inmediato para quienes suelen cruzar la cordillera con fines turísticos o comerciales. La ecuación es simple: con un tipo de cambio local más bajo, los precios expresados en dólares se encarecen para el tenedor de moneda extranjera.
Para ilustrar este fenómeno, se puede observar el cambio en el costo de los bienes: «un producto valuado en 400.000 pesos chilenos que el viernes equivalía a unos 430 dólares, este lunes pasó a costar cerca de 444 dólares». Este aumento refleja el impacto directo del fortalecimiento del peso chileno, reduciendo el poder de compra de los visitantes argentinos en el país vecino justo en el inicio de la temporada alta.
<p>Tras la victoria de <strong>José Antonio Kast</strong> sobre Jeannette Jara en las presidenciales de Chile, el mercado reaccionó con optimismo: el dólar cayó a <strong>903 pesos</strong>, su valor más bajo desde septiembre de 2024. Este fortalecimiento del peso chileno, impulsado también por el alza del cobre, encarece significativamente el costo de vida para los turistas argentinos que planean viajar al país trasandino.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Parece que a los mercados financieros les gusta más el orden y la mano dura que a un jubilado mirando una obra en construcción. Apenas se confirmó que José Antonio Kast barrió en las urnas, el dólar en Chile decidió tirarse un clavado olímpico, bajando con la misma velocidad con la que sube la presión de un argentino revisando el resumen de la tarjeta. En la city de Santiago no hubo festejos callejeros, pero las pantallas de Bloomberg se iluminaron de verde esperanza, y el peso chileno sacó pecho como si acabara de ganar la Copa América de las divisas, dejando atrás los fantasmas y abrazando el libre mercado con la pasión de un converso.
Pero claro, la alegría va por barrios, y en este caso, el barrio que llora es el nuestro. Justo cuando los sanjuaninos y mendocinos estaban desempolvando las valijas, lubricando las tarjetas de crédito y practicando el «po, cachái» frente al espejo para cruzar la cordillera y saquear el H&M, la economía decidió conspirar en nuestra contra. Resulta que ahora, gracias a la «confianza inversora» y a que el cobre está cotizando más caro que el vibranio de Wakanda, ir a comprar a Chile va a doler más que una depilación con cera. Es la implacable Ley de Murphy del turismo de compras: el día que juntás los dólares, la moneda del vecino se transforma en el Franco Suizo.
Es fascinante la psicología financiera: Kast ni siquiera se probó la banda presidencial y el billete verde ya está pidiendo la toalla. Mientras los operadores chilenos brindan con pisco sour por la estabilidad macroeconómica, nosotros miramos la cotización del otro lado de los Andes con la ñata contra el vidrio, haciendo cálculos matemáticos dignos de la NASA para justificar si ese Smart TV sigue siendo barato o si nos conviene comprarlo en cuotas con interés usurero de este lado. Al final, la tan celebrada «señal positiva» para ellos es una señal de «quedate en casa y vacacioná en el patio» para nosotros. El milagro económico ajeno se financia, aparentemente, con las lágrimas de los turistas argentinos que soñaban con zapatillas importadas.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El escenario político en Chile ha dado un giro determinante tras el contundente triunfo de José Antonio Kast en la elección presidencial frente a la candidata Jeannette Jara. La reacción de los mercados no se hizo esperar: el peso chileno abrió visiblemente fortalecido frente a un dólar que tocó valores mínimos no vistos desde septiembre de 2024. Sin embargo, esta noticia positiva para la economía trasandina representa un desafío para los argentinos que planean cruzar la frontera: el cambio se ha encarecido.
Reacción favorable de los mercados
En la apertura de la jornada de este dia, «el dólar cotizó en torno a los 903 pesos chilenos», logrando así encadenar su quinta baja consecutiva. Durante este período de apreciación, la divisa estadounidense acumuló una contracción de CLP 20,55, ubicándose en su nivel más bajo en más de un año. Los operadores financieros comenzaron a digerir rápidamente el nuevo panorama, interpretando la victoria de Kast —quien obtuvo más del 58% de los votos y dominó en todas las regiones del país— como una «señal positiva por el mercado chileno».
Además del factor político, el fortalecimiento del peso chileno recibió un impulso externo clave: el repunte del precio del cobre, principal exportación del país. Los futuros del metal en el Comex de Nueva York subieron un 1,47%, alcanzando los USD 5,37, mientras que el precio spot en Londres tocó máximos históricos en la Bolsa de Metales de Londres. A este contexto favorable se sumó el contexto internacional, con una baja del Dollar Index, que retrocedió un 0,14% frente a una canasta de monedas globales.
Impacto en el bolsillo argentino
La «mala noticia para argentinos» radica en que la caída del dólar en Chile genera un «efecto colateral» inmediato para quienes suelen cruzar la cordillera con fines turísticos o comerciales. La ecuación es simple: con un tipo de cambio local más bajo, los precios expresados en dólares se encarecen para el tenedor de moneda extranjera.
Para ilustrar este fenómeno, se puede observar el cambio en el costo de los bienes: «un producto valuado en 400.000 pesos chilenos que el viernes equivalía a unos 430 dólares, este lunes pasó a costar cerca de 444 dólares». Este aumento refleja el impacto directo del fortalecimiento del peso chileno, reduciendo el poder de compra de los visitantes argentinos en el país vecino justo en el inicio de la temporada alta.
Parece que a los mercados financieros les gusta más el orden y la mano dura que a un jubilado mirando una obra en construcción. Apenas se confirmó que José Antonio Kast barrió en las urnas, el dólar en Chile decidió tirarse un clavado olímpico, bajando con la misma velocidad con la que sube la presión de un argentino revisando el resumen de la tarjeta. En la city de Santiago no hubo festejos callejeros, pero las pantallas de Bloomberg se iluminaron de verde esperanza, y el peso chileno sacó pecho como si acabara de ganar la Copa América de las divisas, dejando atrás los fantasmas y abrazando el libre mercado con la pasión de un converso.
Pero claro, la alegría va por barrios, y en este caso, el barrio que llora es el nuestro. Justo cuando los sanjuaninos y mendocinos estaban desempolvando las valijas, lubricando las tarjetas de crédito y practicando el «po, cachái» frente al espejo para cruzar la cordillera y saquear el H&M, la economía decidió conspirar en nuestra contra. Resulta que ahora, gracias a la «confianza inversora» y a que el cobre está cotizando más caro que el vibranio de Wakanda, ir a comprar a Chile va a doler más que una depilación con cera. Es la implacable Ley de Murphy del turismo de compras: el día que juntás los dólares, la moneda del vecino se transforma en el Franco Suizo.
Es fascinante la psicología financiera: Kast ni siquiera se probó la banda presidencial y el billete verde ya está pidiendo la toalla. Mientras los operadores chilenos brindan con pisco sour por la estabilidad macroeconómica, nosotros miramos la cotización del otro lado de los Andes con la ñata contra el vidrio, haciendo cálculos matemáticos dignos de la NASA para justificar si ese Smart TV sigue siendo barato o si nos conviene comprarlo en cuotas con interés usurero de este lado. Al final, la tan celebrada «señal positiva» para ellos es una señal de «quedate en casa y vacacioná en el patio» para nosotros. El milagro económico ajeno se financia, aparentemente, con las lágrimas de los turistas argentinos que soñaban con zapatillas importadas.