Barcelona: Rocían turistas con pistolas de agua manifestándose contra el turismo

Redacción Cuyo News
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Barcelona, España – La tensa relación entre los habitantes de la ciudad y la industria turística alcanzó un nuevo pico de tensión esta semana, tras una serie de protestas que reflejan el creciente fenómeno de la «turismofobia». Activistas contrarios al turismo masivo llevaron a cabo manifestaciones directas contra los visitantes, utilizando pistolas de agua y realizando precintados simbólicos de hoteles y restaurantes.

Convocados por la Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico, y respaldados por más de 140 entidades vecinales, ecológicas y sindicales, los manifestantes reclaman un modelo económico que reduzca la dependencia del turismo y recupere el tejido social de la ciudad. Gritos como «¡Des-turistificación ya!» resonaron en las calles del centro de Barcelona, anticipando que las acciones podrían intensificarse durante el verano si no se adoptan políticas más restrictivas.

Impacto económico y presión social

En 2023, Barcelona recibió más de 26 millones de turistas, lo que generó un impacto económico estimado de 12.750 millones de euros. Sin embargo, ese boom no llegó sin consecuencias: el aumento de los precios de alquiler, la proliferación de negocios turísticos en detrimento del comercio local y la expulsión progresiva de residentes de sus barrios tradicionales son parte de los problemas señalados por los manifestantes.

Un estudio publicado en la revista científica MDPI señala que la crisis de vivienda en la ciudad se ha visto agravada por el crecimiento de los alquileres turísticos y la especulación inmobiliaria, acelerando la «comodificación» de los espacios urbanos. Cada vez más zonas históricas se transforman en áreas de consumo turístico, alejándose de su identidad barrial.

Resonancia internacional y tensiones políticas

Los incidentes no pasaron desapercibidos para los medios internacionales. Publicaciones como el Daily Mail y The Guardian reflejaron la creciente preocupación por la sostenibilidad del turismo en las grandes ciudades europeas. En redes sociales, el debate se intensificó: mientras unos defienden el derecho de los ciudadanos a reclamar condiciones dignas de vida, otros critican los métodos de protesta y la aparente contradicción entre rechazar el turismo y aceptar otras formas de inversión o migración.

El Ayuntamiento de Barcelona anunció que avanzará con la eliminación progresiva de pisos turísticos hacia 2028, así como con nuevas regulaciones que intenten equilibrar la actividad turística con el bienestar de los residentes. Sin embargo, para muchos vecinos, las medidas llegan tarde y de manera insuficiente.

Barcelona ante su propio dilema

Desde la explosión turística post Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ha capitalizado su imagen como ciudad global, multicultural y abierta. Pero el éxito también la llevó al borde de una saturación difícil de revertir. La ciudad enfrenta hoy un dilema estructural: cómo sostener su principal motor económico sin sacrificar la calidad de vida de quienes la habitan.

La ola de protestas y la mala publicidad internacional que generan advierten que no se trata ya de un problema aislado, sino de un debate global sobre los límites del turismo de masas en las grandes ciudades.

El desenlace de esta tensión marcará no solo el futuro de Barcelona, sino el modelo turístico que otras ciudades del mundo deberán replantearse tarde o temprano.

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