Representantes de Estados Unidos y China iniciaron conversaciones comerciales en Ginebra con el objetivo de aliviar las tensiones desatadas por los aranceles del presidente saliente Donald Trump. A pesar de la cautela sobre un acuerdo inminente, el diálogo entre He Lifeng y Scott Bessent sugiere un posible giro en la confrontación que ha impactado drásticamente el intercambio bilateral, con caídas significativas en las importaciones y efectos adversos en las economías de ambos países. Mientras tanto, Trump insiste en mantener altos aranceles y condiciona las negociaciones a concesiones chinas.
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¡Y en la otra punta del mapa, en Ginebra, la cosa está que arde! Bueno, arde… o por lo menos está dejando de estar congelada. Resulta que los muchachos de Estados Unidos y China, después de tirarse con aranceles como si fueran bolitas de fraile en carnaval, se sentaron a 'charlar' este sábado. Sí, en serio. Se dignaron a juntarse.
Del lado del Imperio del Norte, mandaron a un tal Scott Bessent, que parece que se llama así porque es el secretario del Tesoro y, supongo, tiene un tesoro de paciencia para aguantar la que se viene. Y del otro lado, los chinos pusieron al viceprimer ministro He Lifeng a dar la cara. La cadena estatal CCTV, que como siempre está en todos los detalles (sobre todo los que le conviene contar), soltó un informe tan breve que uno piensa si no lo escribieron con un palito de fósforo mojado en tinta.
Ahora, no se hagan ilusiones, eh. El mismo Bessent, antes de subir al avión, ya nos bajó la persiana: 'No esperen un gran acuerdo de estas reuniones', dijo. O sea, que es como ir a Luján a pedirle a la Virgen que baje el dólar, sabes que es difícil, pero la fe es lo último que se pierde. O no.
La cuestión es que la guerra de aranceles que desató el rubio de las redes sociales, el mismísimo Donald Trump, dejó el comercio entre estos dos gigantes más flaco que modelo de pasarela. Con un 145% de arancel para casi todo lo que viene de China y un 125% para lo que va para allá, el intercambio está cayendo más rápido que las acciones de una empresa de alfajores si se descubre que no le ponen dulce de leche. Los 'expertos en logística' (vaya a saber quiénes son y si no están llorando en un rincón) dicen que la cosa está mal, mal. Y ojo, que ni siquiera bajarlo a la mitad arreglaría el despiole. ¡Necesitan llegar al 50% para que esto se parezca a algo!
Pero el que no entiende de umbrales ni de lamentos es el ex Presidente. Horas antes de que sus negociadores llegaran a Suiza, el hombre tuiteó (o lo que use ahora) que bajaría los aranceles al 80%. ¡Un 80%! Y de paso, le exigió a China que 'abriera su mercado a Estados Unidos'. Como si decir '¡Abra su mercado, mi sielooo!' solucionara algo. Y para rematarla, en Truth Social (esa red social donde parece que la verdad se esconde entre emojis de hamburguesas y banderas de USA), soltó: “¡Un arancel del 80% a China me parece correcto! Depende de Scott B.” O sea, le tira la bocha al pobre Bessent. Un jefe que te manda a negociar pero te marca la cancha por Twitter (o lo que sea). Un fenómeno.
Mientras tanto, acá, los precios suben. Los muchachos de Goldman Sachs, esos que supongo que viven en una burbuja dorada, ya avisaron que la inflación se va a ir al 4% a fin de año por culpa de esta guerra. Y eso que todavía no sentimos el palo de los barcos que ya llegaron con los aranceles del 145%. O sea, la fiesta del aumento todavía no arrancó de verdad.
Decir que dependemos de las cosas chinas es como decir que Messi depende de la pelota. Zapatillas, ropa, lavarropas, microchips (¡uf, los microchips!), juguetes, hasta el chupete del bebé... ¡Todo viene de allá! O venía, porque se espera que las importaciones caigan un 20% este semestre. Y las que vienen de China, ¡agárrense! JPMorgan pronostica una caída del 75% al 80%. ¡Es como que te digan que tu sueldo va a bajar eso! Un desastre.
La economía de Estados Unidos ya lo sintió. El PBI (ese número que nadie entiende pero todos miran con pánico) se contrajo. ¿La culpa? La apurada de los importadores por traer cosas antes del tarifazo. Un caos organizado por el destino.
Y en China, la cosa tampoco está para muchos festejos. Sus exportaciones a Estados Unidos padecieron un bajón del 21% en abril. De U$S 41.800 millones a U$S 33.000 millones. Es como si te dijeran que tu quiosco, de la noche a la mañana, vende un 21% menos. Un bajón.
La actividad de las fábricas chinas se achicó al ritmo más rápido en 16 meses. ¡Se les contrajo el músculo industrial! Beijing, desesperado, ya está pensando qué inventa para darle una patada a la economía y que reviva.
En medio de todo este berenjenal, la noticia de que Bessent y Greer (otro negociador gringo) se juntaban con los chinos en Ginebra prendió una lucecita, una esperanza. Es que estamos hablando de la economía más grande del mundo y la segunda. Juntas, son más grandes que las otras 20 juntas. O sea, si estornudan, al resto nos da neumonía.
Y para ponerle más picante, Trump dijo que en la negociación iba a meter el dedo en la llaga con un periodista chino preso. Jimmy Lai, un tipo que tenía un diario que molestaba a Beijing y ahora está en juicio y lo pueden meter de por vida. ¿Estarán hablando de él en Ginebra? CCTV, la cadena china, ni mu. Se hacen los distraídos.
Así que, en resumen, dos potencias se juntan en Suiza para ver si liman asperezas o se siguen tirando con la gomera de los aranceles. La cosa está complicada, los precios suben, el comercio decae y el ex Presidentes tuitea (o posteaa) lo que se le canta. Un panorama de película. De terror, pero película al fin. Veremos cómo sigue esta novela, que seguramente tendrá más capítulos y, esperemos, menos aranceles.
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Hong Kong/Londres CNN
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Representantes de Estados Unidos y China iniciaron este sábado en Ginebra, Suiza, conversaciones comerciales bilaterales, un hecho que podría interpretarse como un primer paso para aliviar las tensiones generadas por la guerra arancelaria. Las negociaciones están encabezadas por el viceprimer ministro chino He Lifeng y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent.
La reunión, anunciada brevemente por medios estatales chinos, se produce en un contexto de marcado deterioro del intercambio comercial entre las dos mayores economías del mundo. Estados Unidos impuso aranceles de hasta el 145% a la mayoría de las importaciones chinas, mientras que China respondió con gravámenes del 125% a los productos estadounidenses. Esta escalada ha provocado una drástica caída en el volumen del comercio bilateral.
El difícil camino hacia la distensión
A pesar del inicio del diálogo, las expectativas de un acuerdo comercial significativo en el corto plazo son bajas. El propio secretario Bessent había instado previamente a no esperar grandes avances inmediatos, aunque reconoció la importancia del encuentro como un paso en las negociaciones. Economistas señalan que, para una reanudación sustancial de las relaciones comerciales, sería necesario reducir los aranceles por debajo del 50%, un umbral aún lejano de los valores actuales.
La complejidad del panorama se acentuó el viernes, horas después de que los negociadores estadounidenses partieran hacia Suiza, cuando el expresidente Donald Trump planteó en redes sociales la posibilidad de reducir los aranceles a China al 80%, al tiempo que exigía a Beijing la apertura de su mercado a Estados Unidos. “¡Un arancel del 80% a China me parece correcto! Depende de Scott B.”, manifestó Trump, delegando de facto la decisión en su secretario.
Impacto en la economía y la vida cotidiana
La guerra comercial ya exhibe consecuencias tangibles tanto en Estados Unidos como en China. En EE.UU., la combinación de menores importaciones y costos más elevados ha impulsado al alza los precios para los consumidores. Analistas de Goldman Sachs proyectaron que un indicador clave de la inflación podría duplicarse al 4% para fin de año como resultado directo de esta contienda arancelaria. La llegada a puerto de mercancías sujetas a los aranceles del 145% anticipan que los precios no disminuirán de inmediato incluso si se alcanzara un acuerdo.
La dependencia estadounidense de productos chinos es vasta, abarcando desde calzado y ropa hasta microchips y artículos para el hogar. Sin embargo, estas importaciones ya están experimentando una caída significativa. Se estima que las importaciones totales a EE.UU. en la segunda mitad de 2025 descenderán al menos un 20% interanual, con una disminución aún más pronunciada en las provenientes de China, que según proyecciones de JPMorgan, podrían caer entre un 75% y 80%.
La economía estadounidense ya evidenció el impacto en el primer trimestre de 2025, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) registró su primera contracción trimestral desde principios de 2022, impulsada en parte por una aceleración de las importaciones antes de la entrada en vigor de los aranceles más altos.
En China, las consecuencias también son severas. Las exportaciones a EE.UU. cayeron drásticamente en abril, marcando una disminución del 21% interanual. Paralelamente, la actividad manufacturera en China se contrajo a su ritmo más rápido en 16 meses durante el mismo mes, intensificando la presión sobre Beijing para implementar medidas de estímulo económico.
Más allá del comercio: el caso Jimmy Lai
Más allá de las cuestiones puramente comerciales, el expresidente Trump mencionó el miércoles que plantearía el caso del magnate de los medios de Hong Kong, Jimmy Lai, actualmente encarcelado, “como parte de la negociación”. Lai, fundador del tabloide antigubernamental Apple Daily, enfrenta un juicio por seguridad nacional que podría resultar en cadena perpetua. Sin embargo, la cadena CCTV no hizo mención alguna sobre si el caso de Lai forma parte de las conversaciones en Ginebra.