Los Ángeles, California – La ciudad de Lancaster volvió al centro del debate nacional luego de que su alcalde, R. Rex Parris, planteara públicamente la posibilidad de entregar fentanilo gratuito a personas en situación de calle. Lo dijo en una reunión del Concejo Municipal el 25 de febrero pasado. La frase pasó casi desapercibida hasta que fue rescatada por el Los Angeles Times semanas después. Desde entonces, el revuelo no cesa.
La propuesta, de una crudeza poco habitual incluso en el actual clima político estadounidense, desató una ola de críticas por parte de organismos de salud, legisladores estatales, asociaciones civiles y vecinos de toda California.
“Démosles fentanilo gratis, todo el que quieran”, dijo Parris durante un intercambio con un residente que cuestionaba su plan para agrupar a personas sin hogar en un campamento.
El alcalde no se retractó. Ante la prensa, redobló la apuesta. Afirmó que lo dijo “para generar impacto” y que “el verdadero problema es que las familias trabajadoras ya no están seguras”.
Reacciones: rechazo unánime de expertos y organismos
El Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles calificó la idea de “irresponsable”, recordando que el fentanilo es el principal causante de muertes por sobredosis en la región. En la misma línea, la Coalición de Servicios para Personas sin Hogar del Valle del Antílope alertó sobre los riesgos de estigmatizar a quienes viven en la calle y exigió soluciones basadas en evidencia, como acceso a vivienda y programas de tratamiento.
Incluso la ACLU advirtió que una medida como la sugerida violaría leyes federales sobre sustancias controladas, exponiendo a la ciudad a demandas judiciales.
¿Puede hacerse algo así?
La respuesta es categórica: no. El fentanilo es un opioide de altísima potencia, clasificado como sustancia controlada de Clase II en Estados Unidos. Su distribución está estrictamente regulada. Lo que en algunos países se discute como “safe supply” (suministro seguro), en contextos de reducción de daños, nunca incluye fentanilo ilícito, sino otras sustancias bajo control médico, como la hidromorfona.
Además, no hay antecedentes de ninguna jurisdicción en Estados Unidos que haya propuesto algo similar como política pública.
¿Quién es Parris?
R. Rex Parris es alcalde de Lancaster desde 2008. Abogado de profesión, ya fue protagonista de varias controversias por sus declaraciones sobre inmigración, políticas ambientales y personas sin hogar. Su estilo directo y confrontativo le ha valido tanto seguidores fieles como duros detractores. Esta vez, el alcance de sus palabras traspasó los límites de la ciudad y se convirtió en un tema de alcance nacional.
El Concejo de Lancaster convocó una sesión especial para el 29 de abril con el objetivo de repudiar oficialmente las declaraciones del alcalde y reafirmar su compromiso con políticas de inclusión. Mientras tanto, un grupo de ciudadanos ya inició una campaña de recolección de firmas para solicitar su destitución por la vía del recall.
Un síntoma de algo más grande
Más allá del escándalo, la propuesta de Parris expone un dilema profundo: cómo abordar la creciente crisis de personas sin hogar en California sin caer en medidas extremas, ni alimentar discursos que reducen un problema complejo a una cuestión de represión o descarte.
El debate sigue abierto. Pero los límites del discurso público también.
El alcalde de Lancaster, California, R. Rex Parris, propuso entregar fentanilo gratuito a personas en situación de calle, generando controversia y rechazo de expertos y organismos. La propuesta es inviable legalmente y ha sido calificada como irresponsable por las autoridades sanitarias.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Imaginen la escena: un concejal levanta la mano tímidamente y pregunta: «¿Alcalde, no le parece un poco… extremo?». Y Parris, con la mirada perdida en el horizonte y una taza de café que lleva 48 horas fría, responde: «Extremo es tener que lidiar con este problema todos los días. ¡Denles fentanilo y que la naturaleza siga su curso!». Obviamente, la propuesta fue recibida con la misma alegría que un control de la AFIP en un casino clandestino. Expertos en salud pusieron el grito en el cielo, asociaciones civiles se agarraron la cabeza y hasta la mismísima ACLU salió a decir que eso era una locura (y si la ACLU dice que es una locura, créanme, ES UNA LOCURA).
Lo más gracioso del asunto es que Parris luego dijo que lo hizo «para generar impacto». ¡Felicitaciones, alcalde! ¡Impacto generado! Ahora todo el país lo conoce como «el alcalde que quiso convertir Lancaster en la primera ciudad con un programa de fentanilo para indigentes». Un genio del marketing, sin dudas. El problema es que este tipo de «impacto» es como ganar la lotería y después perder el billete en el colectivo: mucha emoción al principio, pero después solo queda un vacío existencial y la sensación de que tomaste muy malas decisiones.
Ahora, en Lancaster se preparan para una sesión especial del Concejo para repudiar las declaraciones del alcalde. Apuesto a que van a repartir mate y bizcochitos para calmar los ánimos. Mientras tanto, un grupo de ciudadanos está juntando firmas para pedir su destitución. Si logran sacarlo del cargo, propongo que le regalen un pasaje solo de ida a una isla desierta, con una provisión de por vida de… bueno, ya saben.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
Los Ángeles, California – La ciudad de Lancaster volvió al centro del debate nacional luego de que su alcalde, R. Rex Parris, planteara públicamente la posibilidad de entregar fentanilo gratuito a personas en situación de calle. Lo dijo en una reunión del Concejo Municipal el 25 de febrero pasado. La frase pasó casi desapercibida hasta que fue rescatada por el Los Angeles Times semanas después. Desde entonces, el revuelo no cesa.
La propuesta, de una crudeza poco habitual incluso en el actual clima político estadounidense, desató una ola de críticas por parte de organismos de salud, legisladores estatales, asociaciones civiles y vecinos de toda California.
“Démosles fentanilo gratis, todo el que quieran”, dijo Parris durante un intercambio con un residente que cuestionaba su plan para agrupar a personas sin hogar en un campamento.
El alcalde no se retractó. Ante la prensa, redobló la apuesta. Afirmó que lo dijo “para generar impacto” y que “el verdadero problema es que las familias trabajadoras ya no están seguras”.
Reacciones: rechazo unánime de expertos y organismos
El Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles calificó la idea de “irresponsable”, recordando que el fentanilo es el principal causante de muertes por sobredosis en la región. En la misma línea, la Coalición de Servicios para Personas sin Hogar del Valle del Antílope alertó sobre los riesgos de estigmatizar a quienes viven en la calle y exigió soluciones basadas en evidencia, como acceso a vivienda y programas de tratamiento.
Incluso la ACLU advirtió que una medida como la sugerida violaría leyes federales sobre sustancias controladas, exponiendo a la ciudad a demandas judiciales.
¿Puede hacerse algo así?
La respuesta es categórica: no. El fentanilo es un opioide de altísima potencia, clasificado como sustancia controlada de Clase II en Estados Unidos. Su distribución está estrictamente regulada. Lo que en algunos países se discute como “safe supply” (suministro seguro), en contextos de reducción de daños, nunca incluye fentanilo ilícito, sino otras sustancias bajo control médico, como la hidromorfona.
Además, no hay antecedentes de ninguna jurisdicción en Estados Unidos que haya propuesto algo similar como política pública.
¿Quién es Parris?
R. Rex Parris es alcalde de Lancaster desde 2008. Abogado de profesión, ya fue protagonista de varias controversias por sus declaraciones sobre inmigración, políticas ambientales y personas sin hogar. Su estilo directo y confrontativo le ha valido tanto seguidores fieles como duros detractores. Esta vez, el alcance de sus palabras traspasó los límites de la ciudad y se convirtió en un tema de alcance nacional.
El Concejo de Lancaster convocó una sesión especial para el 29 de abril con el objetivo de repudiar oficialmente las declaraciones del alcalde y reafirmar su compromiso con políticas de inclusión. Mientras tanto, un grupo de ciudadanos ya inició una campaña de recolección de firmas para solicitar su destitución por la vía del recall.
Un síntoma de algo más grande
Más allá del escándalo, la propuesta de Parris expone un dilema profundo: cómo abordar la creciente crisis de personas sin hogar en California sin caer en medidas extremas, ni alimentar discursos que reducen un problema complejo a una cuestión de represión o descarte.
El debate sigue abierto. Pero los límites del discurso público también.
Imaginen la escena: un concejal levanta la mano tímidamente y pregunta: «¿Alcalde, no le parece un poco… extremo?». Y Parris, con la mirada perdida en el horizonte y una taza de café que lleva 48 horas fría, responde: «Extremo es tener que lidiar con este problema todos los días. ¡Denles fentanilo y que la naturaleza siga su curso!». Obviamente, la propuesta fue recibida con la misma alegría que un control de la AFIP en un casino clandestino. Expertos en salud pusieron el grito en el cielo, asociaciones civiles se agarraron la cabeza y hasta la mismísima ACLU salió a decir que eso era una locura (y si la ACLU dice que es una locura, créanme, ES UNA LOCURA).
Lo más gracioso del asunto es que Parris luego dijo que lo hizo «para generar impacto». ¡Felicitaciones, alcalde! ¡Impacto generado! Ahora todo el país lo conoce como «el alcalde que quiso convertir Lancaster en la primera ciudad con un programa de fentanilo para indigentes». Un genio del marketing, sin dudas. El problema es que este tipo de «impacto» es como ganar la lotería y después perder el billete en el colectivo: mucha emoción al principio, pero después solo queda un vacío existencial y la sensación de que tomaste muy malas decisiones.
Ahora, en Lancaster se preparan para una sesión especial del Concejo para repudiar las declaraciones del alcalde. Apuesto a que van a repartir mate y bizcochitos para calmar los ánimos. Mientras tanto, un grupo de ciudadanos está juntando firmas para pedir su destitución. Si logran sacarlo del cargo, propongo que le regalen un pasaje solo de ida a una isla desierta, con una provisión de por vida de… bueno, ya saben.