La única iglesia católica de Gaza fue alcanzada este jueves por un ataque que dejó al menos dos muertos y seis heridos, entre ellos su párroco, el sacerdote argentino Gabriel Romanelli. El hecho ocurrió en la parroquia de la Sagrada Familia, situada al norte del enclave, según confirmó el Patriarcado Latino de Jerusalén.
El edificio religioso, que acogía a unos 500 desplazados —tanto cristianos como musulmanes—, sufrió daños estructurales severos. El ataque se produjo alrededor de las 10:10 de la mañana. De acuerdo con Cáritas Jerusalén, un tanque israelí disparó contra el templo, provocando una explosión que afectó el techo y el patio. Entre los heridos hay un niño con discapacidad, dos ancianas y tres jóvenes.
La organización humanitaria denunció que la explosión ocurrió cerca de una carpa de apoyo psicosocial y advirtió: “Dañar a civiles refugiados constituye una grave violación del derecho internacional humanitario”.
El testimonio del Patriarcado y la reacción de Roma
El Patriarcado Latino confirmó la muerte de un hombre y una mujer, elevando el reclamo por un alto el fuego y exigiendo respeto a los lugares sagrados. “Nada puede justificar los ataques contra civiles inocentes”, expresó en su comunicado.
Desde el Vaticano, el Papa León XIV expresó su “profunda tristeza” y, a través del cardenal Pietro Parolin, transmitió su cercanía espiritual al párroco Romanelli y a toda la comunidad. Reiteró su llamado a un cese del fuego inmediato y pidió una solución pacífica basada en el diálogo.
Israel se defiende y promete investigar
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que están investigando lo ocurrido. “Estamos al tanto de los reportes y analizamos las circunstancias del incidente”, indicaron en un comunicado. Afirmaron que “no atacan sitios religiosos” y que “lamentan cualquier daño a civiles o estructuras religiosas”.
Una historia de resistencia entre escombros
Desde el inicio del conflicto, la iglesia se había transformado en un símbolo de esperanza y refugio. Romanelli mantenía comunicación diaria con el Papa, y la parroquia era un punto neurálgico para quienes habían perdido todo. Cáritas, junto al Patriarcado, continúa brindando asistencia humanitaria a las personas afectadas.
El ataque refuerza la urgencia de una solución humanitaria sostenible en la región. Mientras tanto, los fieles de Gaza, golpeados pero no vencidos, siguen resistiendo entre ruinas, con una fe que —aunque herida— se niega a ser silenciada.
