García Cuerva, con la paciencia de un santo (bueno, de un arzobispo), trató de entender cómo algunos no captaron el mensaje de unidad del Papa, justo después de una misa. ¿Será que algunos feligreses dejaron el amor al prójimo en la puerta de la iglesia, junto con el paraguas?
La escena: Villarruel saliendo de la misa, y un grupo (¿coro polifónico del disenso?) entonando cánticos que harían sonrojar a un barra brava. Digamos que la armonía no fue precisamente celestial. ¿Es mucho pedir un poco de respeto, aunque sea por el difunto Sumo Pontífice?
El arzobispo pidió unidad. Claro, la unidad es fácil cuando todos piensan igual. Lo interesante es ver si se logra con los que gritan «ole, ole» en vez de «amén». Ahí está el verdadero milagro.
Un adiós con incidentes
En medio del conmoción mundial por la muerte del papa Francisco, un hecho lamentable empañó la despedida del Sumo Pontífice en Buenos Aires. La vicepresidenta Victoria Villarruel fue agredida verbalmente al salir de una misa en su honor en el barrio de Flores. Gritos, insultos e incluso un escupitajo fueron dirigidos hacia la funcionaria, generando la inmediata condena del arzobispo porteño, Jorge García Cuerva.
«No entendieron nada»
“Fue muy violento, no entendieron nada”, sentenció García Cuerva en una improvisada rueda de prensa. El arzobispo cuestionó duramente el comportamiento del grupo que agredió a Villarruel, remarcando la contradicción entre el mensaje de unidad y respeto predicado durante la ceremonia y la violencia ejercida a la salida. «Acabamos de celebrar y decir una cosa, y hacen otra», lamentó. El prelado destacó que, a pesar del incidente, prefiere recordar la imagen del pueblo despidiendo con amor al papa Francisco.
Unidad, el mejor homenaje
García Cuerva insistió en que «el mejor homenaje al Santo Padre es estar todos unidos». «El mejor homenaje es optar por la unidad, que no significa pensar lo mismo pero sí fundamentalmente respetarnos», remarcó. El arzobispo relató que, momentos antes de la agresión, Villarruel había intercambiado saludos con figuras de diferentes espacios políticos, como Adolfo Pérez Esquivel, Leandro Santoro y Clara Muzzio, durante el saludo de la paz en la misa. Este gesto de concordia, según García Cuerva, contrasta fuertemente con la posterior agresión sufrida por la vicepresidenta.