Diputados, un reality show. Menem, el árbitro que mira para otro lado mientras vuelan vasos y megáfonos. ¿Ficha Limpia? Más bien Ficha Sucia con este bochorno. La grieta ya no es ideológica, es un concurso de berrinches.
Pagano vs. Lemoine, round 5000. Almirón y Zago, ¿MMA en el Congreso? Milei predicando la libertad mientras sus discípulos se pelean por un mate. ¿Orden? Eso es para países aburridos.
Los audios de Menem, la frutilla del postre. Pidiendo quilombo, como barrabrava parlamentario. ¿Y la gobernabilidad? De vacaciones. Si esto es el cambio, que venga un meteorito y nos lleve a todos.
Menem en la mira: el caos en Diputados pone en jaque su presidencia
Los escándalos recientes en la Cámara de Diputados han vuelto a poner bajo la lupa la gestión de Martín Menem como presidente. Las presiones se intensifican tanto desde La Libertad Avanza como desde las bancadas aliadas, exigiendo que se garantice el orden en las sesiones. «Van tres sesiones ya, desde Ficha Limpia en adelante todo es un quilombo», confesó un aliado clave, reflejando la creciente preocupación.
Del «forro» en febrero al megáfono en junio: un historial de descontrol
El prontuario de incidentes es extenso. En febrero, durante la votación de Ficha Limpia, el propio Menem protagonizó un fuerte cruce con Germán Martínez, jefe de bloque de Unión por la Patria, que culminó con insultos y una amenaza de encuentro en «Segurola y Habana». La semana pasada, los diputados Lisandro Almirón (LLA) y Oscar Zago (MID) llegaron a los manotazos, mientras Marcela Pagano y Lilia Lemoine se trenzaban en una discusión a gritos con «fuck you» incluido y un vaso de agua volando por cortesía de Rocío Bonacci. El miércoles, Pagano, armada con un megáfono, acusó a Menem de fascista y lo responsabilizó por su seguridad y la de su hijo. Paralelamente, se filtraron audios del presidente de la Cámara incitando a sus legisladores a generar disturbios en la sesión. «Un poco de respeto. Soy de su bloque, diputado, por favor», fue la súplica de Menem a Lisandro Almirón, evidenciando la dificultad para controlar a sus propias filas.
Críticas desde la oposición y aliados: ¿un presidente que no preside?
La oposición no ha tardado en capitalizar el caos. «Se equivoca. No es un diputado más […]. Es el presidente de la Cámara […] No cumple su rol», sentenció un legislador cercano al oficialismo. Juan Manuel López, jefe de bloque de la Coalición Cívica, fue aún más contundente: «La gobernabilidad de la Cámara de Diputados no la pueden garantizar los legisladores que entraron por La Libertad Avanza […] Porque después somos nosotros los que le ponemos la mesura y la racionalidad». Incluso Miguel Ángel Pichetto criticó la falta de reconocimiento al trabajo de los sectores dialoguistas. En LLA, la interna arde. El conflicto con Pagano, originado en la disputa por la presidencia de la comisión de Juicio Político, sigue sin resolverse. Algunos reclaman la expulsión de Pagano y Bonacci, pero Menem insiste en la unidad, aunque sea precaria. La amenaza de destitución, latente a fines del año pasado, parece improbable ahora. «Nadie quiere quedar como golpista», admiten en sectores radicales. La pregunta que queda en el aire es si Menem logrará controlar la situación o si el circo seguirá en funciones.
La interna en LLA: ¿unidad a cualquier precio?
Dentro de La Libertad Avanza, la tensión es palpable. La pelea con Pagano, que ya lleva un año, no encuentra solución y la comisión de Juicio Político, ahora en el centro de la escena por el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, cobra mayor relevancia. «Tapar torpeza con inacción es la peor combinación», se lamenta un diputado del bloque. Mientras algunos exigen medidas drásticas, Menem y Gabriel Bornoroni, jefe de bloque, priorizan la unidad. La pregunta es si esta unidad forzada podrá contener la implosión.