<div class="semiton-wrapper" data-texto="¡Atención, feligreses y patrulleros! Parece que la fe, además de mover montañas, ahora mueve curas… ¡A la comisaría, diríamos!
En un giro digno de un manual de ‘cómo pasar del altar al destacamento sin escalas’, dos capellanes misioneros, con fama de tener la lengua un poquito picante para el gusto oficial, fueron enviados derechito a cumplir horario.
Sí, leyó bien. De 8 a 12. Como si fuesen oficinistas del Señor, pero en lugar de sellar papeles, deben ‘estar presentes’. La fe sigue caminando, dicen, y parece que ahora también ficha. La superioridad ha hablado, y por lo visto, las misas ahora se dictan entre rejas. O al menos, se hacen los preparativos desde allí. Polémica, ¿dónde? Por favor, aquí no pasa nada… ¿O sí?">
Dos capellanes críticos, en “turnos” forzados en comisarías misioneras
Misiones. Dos sacerdotes que se desempeñan como capellanes de la Policía de Misiones se encuentran cumpliendo turnos de cuatro horas en dependencias policiales, sin que se les asignen tareas específicas. La decisión, emanada de la Jefatura de Policía de la Provincia, afecta a Marcos Szyszkowski, párroco de Santo Pipó, y a su hermano, Fabián Szyszkowski, a cargo de la capilla de Campo Viera.
Los religiosos se destacan por un discurso crítico hacia el gobierno provincial y el año pasado brindaron apoyo a los agentes policiales autoacuartelados en Posadas en reclamo de mejoras salariales. Marcos Szyszkowski, en una invocación religiosa por el 25 de Mayo, cuestionó duramente la decisión del Tribunal Electoral de vedar el voto a personal policial y militar en actividad.
En aquella homilía, el sacerdote hizo referencia a “policías silenciados por opinar, docentes agobiados por salarios indignos, médicos extenuados que trabajan por migajas, presos sin juicios, ciudadanos con miedo a hablar o alzar la voz”.
Del altar al destacamento, sin escalas
Marcos Szyszkowski, a cargo de la parroquia San Juan Bautista de Santo Pipó, debe trasladarse desde el lunes todas las mañanas a una comisaría de Jardín América para cumplir un turno laboral de cuatro horas, sin asignación de tareas concretas.
Un cartel colocado en la iglesia local informa a los feligreses que “el párroco atenderá en la Comisaría de 8 a 12” por “orden de la superioridad”, solicitando “comprensión”. El texto agrega de manera elocuente que “la fe sigue caminando, incluso entre rejas”.
Similar situación atraviesa el capellán de Oberá, Fabián Szyszkowski, quien comunicó a sus fieles que debía cumplir labores en la comisaría de Campo Viera, señalando “a disposición de la comunidad en la comisaría” en una publicación.
Una notificación “silenciosa” y sin tareas
En diálogo con Radio Up de Posadas, Marcos Szyszkowski relató que recibió la notificación mediante un mensaje de WhatsApp a las 23:20 del lunes, indicándole que se presentara el martes a las 7:00 en Jardín América para una “notificación verbal”. Allí se le comunicó la decisión de la Jefatura sin especificarse función alguna. “Solo debo estar presente”, afirmó.
El sacerdote manifestó que si la medida “es por decir la verdad desde el Evangelio, entonces estamos entrando en un terreno muy delicado”. Aseguró no creer haber dicho “nada malo” y subrayó que sus mensajes “están todos escritos y entregados al protocolo antes de cada acto”, negando improvisación o búsqueda de polémica.
La medida, aplicada solo a dos capellanes de la fuerza, resultó sorpresiva. Marcos Szyszkowski sostuvo que “se puede interpretar como un intento de silenciar la voz profética de la Iglesia. Puede ser una persecución religiosa solapada”. Afirmó con firmeza que sus mensajes “no cambian”, que “la dignidad no se negocia” y que si buscan conflicto, él tiene “firmeza, no otra cosa”.
El capellán remarcó que “cumplir mi misión de capellán es justamente la de acompañar las labores necesarias y visitar a los detenidos que lo requieran, acercando a Dios a los más necesitados, como dice la palabra”.
Desde el Gobierno provincial se limitaron a señalar que la decisión de asignarles tareas en las comisarías se tomó tras haber constatado que ambos religiosos, siendo párrocos con responsabilidades en distintas iglesias, “no tenían una contraprestación laboral” a pesar de percibir una remuneración mensual de la fuerza.