Faro uruguayo: presidentes contra el odio premiados.

Redacción Cuyo News
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La gala del Centro Ana Frank para América Latina, celebrada en el imponente Teatro San Martín de Buenos Aires, se convirtió este lunes en un faro de institucionalidad y convivencia democrática, proyectando un mensaje contundente contra los ataques a la libertad de expresión. En un gesto de notable simbolismo, el actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, y dos de sus predecesores, Luis Lacalle Pou y José María Sanguinetti, fueron honrados conjuntamente por su compromiso con estos valores.

«El valor de la palabra sin duda es muy fuerte», expresó Yamandú Orsi, flamante presidente uruguayo, al recibir la distinción junto a sus pares de diferentes extracciones políticas. En representación del trío, Orsi fue el encargado de articular el mensaje principal de la noche. Su discurso abordó la preocupante proliferación de «mensajes de odio» dirigidos a la dirigencia latinoamericana, y emanados también desde su seno. Sin mencionarlas explícitamente, sus palabras trazaron un claro contraste entre la solidez institucional uruguaya y la fragilidad que en ocasiones se observa en otras latitudes, particularmente en lo relativo a las transiciones democráticas.

Previamente, en la apertura del evento, el director del Centro Ana Frank Argentina, Héctor Shalom, había puesto el acento en la misma sintonía de la premiación. Subrayó la labor de la institución al destacar que «las deficiencias de la democracia solo se resuelven con más democracia». Y, con una dosis de optimismo cauteloso, auguró: «Confío en que después de todo esto las manos para trabajar en esto, se van a multiplicar».

El reconocimiento a los tres mandatarios uruguayos se fundamentó en su «compromiso con la continuidad democrática, el respeto institucional y la construcción de una convivencia pacífica». Un ejemplo elogiado en la región, basado en gestos que Orsi no dudó en poner de relieve.

### Un espejo llamado Uruguay

El evento se enmarcó en un nuevo aniversario del natalecimiento de Ana Frank. En este contexto, se distinguió a una diversidad de actores sociales, desde medios de comunicación y periodistas hasta gobiernos y personalidades de la cultura, los Derechos Humanos, la justicia y el ámbito empresario. Todos ellos fueron reconocidos por su contribución a la convivencia en la diversidad, la cultura de paz, la inclusión y la generación de conciencia contra la violencia y la discriminación.

Entre los premiados se encontraba Ariel Gelblung, representante del Centro Simon Wiesenthal para América Latina. Su discurso puso el foco en el preocupante aumento del antisemitismo a nivel global, mencionando incidentes desde universidades estadounidenses hasta manifestaciones en Venezuela y Nicaragua, e incluso alusiones en el carnaval uruguayo. «Son momentos de mucho antisemitismo en el mundo», advirtió Gelblung, enfatizando la relevancia del ejemplo de empatía de Ana Frank para combatir esta forma de violencia.

Retomando la palabra, Orsi no ignoró la mención a la intolerancia en su propio país. Reflexionó sobre los «mensajes de odio» que impactan a la dirigencia, y con orgullo, destacó la importancia de los partidos políticos como herramientas fundamentales y «sagradas» para la institucionalidad uruguaya. Los describió como «los partidos más viejos de la historia», comparándolos con los británicos y subrayando la dedicación que exigen de sus militantes.

Orsi insistió en los gestos simbólicos de colaboración entre presidentes en ejercicio y salientes, considerándolos hitos cruciales para la democracia uruguaya. Recordó momentos como la convocatoria de Lacalle a la reunión del Mercosur antes de asumir, el acompañamiento de Vázquez por Lacalle a la asunción presidencial en Argentina, o la invitación de Lacalle a Sanguinetti y Mujica para la investidura de Lula en Brasil. Especialmente evocó la «picardía» de Sanguinetti y Mujica al retirarse juntos del Senado el mismo día, un acto cargado de simbolismo. También, la celebración de los 40 años de democracia por el Partido Colorado, destacada como la última aparición pública de José Mujica.

«Nuestra ciudadanía necesita de esos gestos», sentenció Orsi. Afirmó que el premio no era una excepción, sino un reconocimiento a un pueblo uruguayo que ha sabido construir sobre una «acumulación positiva a lo largo de la historia». Enfatizó la «clave republicana» que permite a gobierno y oposición coexistir en una dinámica virtuosa: «oponerse, controlar, gobernar». Pese a alternar en estas posiciones, Orsi recalcó que lo fundamental es la gente y que «la convivencia para eso es la savia que nos mueve».

El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, también fue distinguido por su compromiso con el Parque de la Memoria, un espacio dedicado a la reflexión sobre la lucha por la Verdad y la Justicia y en homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado. Macri aprovechó la ocasión para ponderar el caso uruguayo como un «ejemplo de lo que debería ocurrir habitualmente en la Argentina», dirigiéndose a los presidentes orientales presentes: «Gracias por ser un faro de respeto democrático».

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