Mauricio Macri, figura insoslayable en el entramado del PRO, realizó un nuevo movimiento en el ajedrez interno partidario. Convocó al Consejo Nacional, el máximo órgano de decisión, con el objetivo de delinear la estrategia electoral en las provincias. La reunión, cargada de matices y posturas encontradas, concluyó sin un acuerdo unánime y con una definición pragmática: cada distrito obtendrá libertad para determinar el alcance de sus alianzas con otras fuerzas políticas. Las tensiones internas fueron un telón de fondo constante, aunque un detalle llamó la atención por su ausencia: nadie pronunció el nombre de Cristina Kirchner.
El ex mandatario, en su intervención, hizo hincapié en la necesidad de preservar “la identidad del PRO” y valorizó el “equipo humano” forjado durante su liderazgo. «Tenemos que hacer la mejor mala elección posible (..) Estamos para resurgir«, expresó Macri, según testimonios de varios asistentes a la cónclave. Esta particular visión estratégica, que parece buscar un renacimiento a partir de un resultado electoral desfavorable, resonó en el auditorio.
La directiva principal del ex jefe de Estado a las autoridades provinciales fue clara: resguardar al PRO en cada jurisdicción del modo que consideren más adecuado. En esencia, una delegación de responsabilidades con una única condición: que la acción se lleve a cabo con “dignidad”. Una palabra que, por su reiteración – fue utilizada tres veces –, adquirió un significativo peso semántico en el discurso macrista.
Sin embargo, la aplicación práctica de esta premisa genera discrepancias internas. En el seno del macrismo coexisten visiones contrapuestas sobre cómo materializar esa “dignidad” y esa “identidad” partidaria en el escenario electoral.
Un sector relevante de la dirigencia se inclina por la reedición de una coalición similar a Juntos por el Cambio, la plataforma que catapultó a Macri a la Casa Rosada. Dentro de este espectro, con realidades diversas, se encuentran figuras como la vicegobernadora santafesina Gisela Scaglia, María Eugenia Vidal, la legisladora electa Silvia Lospennato, el secretario general del partido Facundo Pérez Carletti, la chubutense Ana Clara Romero y el referente mendocino Gabriel Pradines. Este último, además, planteó la necesidad de que el bloque de diputados, liderado por Cristian Ritondo, no convalide acríticamente todas las iniciativas gubernamentales, proponiendo como modelo la postura del gobernador mendocino Alfredo Cornejo, caracterizada por la negociación y el manejo estratégico de su cercanía al oficialismo.
El cuestionamiento a la conducción del bloque en Diputados y al liderazgo del PRO bonaerense por parte de Ritondo, quien con el aval de Macri ha mantenido diálogos con La Libertad Avanza, se intensificó en las últimas semanas en el ámbito interno del partido. El ex presidente intervino telefónicamente luego de que varias dirigentas que no comparten la estrategia de alianza con el mileísmo expresaran reservas sobre su gestión.
Reflexiones similares volvieron a manifestarse en la sede del PRO en San Telmo. Con cierta incomodidad, Ritondo, quien mantuvo encuentros recientes con el delegado de Karina Milei en la Provincia y con Santiago Caputo en Casa Rosada, respondió a las objeciones.
“¿Vamos a hacer una estrategia nacional después de que ya pasaron seis elecciones?”, refutó, poniendo de manifiesto la aparente falta de rumbo unificado en los comicios provinciales previos. La estrategia del PRO en estos distritos ha presentado altibajos significativos: en la Ciudad de Buenos Aires obtuvieron un tercer puesto; en Salta, compitieron en solitario quedando detrás incluso de la izquierda; en Misiones, su presencia fue marginal; y en Chaco, Karina Milei los excluyó de la alianza con el gobernador Leandro Zdero.
El diputado rememoró que Macri los instó a respaldar a Milei antes del balotaje y a apoyar la Ley Bases. «Estamos haciendo lo correcto, no lo que conviene, como dice Mauricio. Y no me siento cómodo en una posición de extorsionador«, afirmó, en una alusión directa a los planteos de Pradines sobre la necesidad de negociar los votos.
Ritondo defendió que su prioridad como presidente del PRO bonaerense es salvaguardar los intereses de los 13 intendentes del partido en la Provincia, además de la búsqueda de bancas en los diferentes niveles legislativos. “Lo fundamental es defender a nuestros intendentes. por eso yo en acuerdo con Mauricio Macri, voy a cerrar un acuerdo con LLA”, reiteró, confirmando así la dirección de la estrategia en la jurisdicción clave de Buenos Aires.
Esta determinación no generó sorpresa entre los presentes. Tampoco en Soledad Martínez, intendenta de Vicente López y vicepresidenta del partido a nivel nacional, con un vínculo estrecho con Jorge y Mauricio Macri. Menos aún en el marplatense Guillermo Montenegro, quien ha participado activamente en las negociaciones con Sebastián Pareja, referente de La Libertad Avanza en la Provincia.
Los jefes comunales del PRO establecen dos condiciones fundamentales para concretar la alianza con LLA en la Provincia. La primera, prácticamente resuelta, es la constitución de un frente electoral formal para el 7 de septiembre. Este aspecto reviste un tecnicismo crucial para el futuro del PRO provincial: la preservación de su personería jurídica. No obstante, el saldo simbólico es complejo, ya que -tal como anticipó Clarín- la indicación de Karina Milei es que la coalición lleve el nombre de La Libertad Avanza y la boleta se identifique con el color violeta. Para la elección de diputados nacionales, adherirán a la boleta de LLA, estrategia que se proyecta replicar en otras provincias sin comprometer por ello la personería a nivel nacional.
La segunda exigencia de los intendentes bonaerenses es obtener la facultad de ordenar las listas en los distritos que gobiernan, aunque los referentes libertarios buscan reservarse una capacidad de veto.
En Entre Ríos, el gobernador Rogelio Frigerio también impulsa un acuerdo con LLA tanto a nivel local como nacional (donde se eligen senadores), aunque encuentra dificultades para identificar interlocutores válidos en el espectro libertario provincial. Por su parte, Ignacio Torres, gobernador de Chubut, mantiene una buena sintonía con la Casa Rosada, si bien una alianza electoral carece de un sentido práctico significativo en su provincia, donde solo se ponen en juego dos bancas de diputados.
Figuras como Fernando de Andreis, Alejandro Finocchiaro, Guillermo Dietrich, Martin Yeza y Martín Maqueyra participaron de la ponencia y permanecieron para escuchar al ex ministro de Economía Hernán Lacunza.
Al finalizar, se difundió un comunicado a través de X, un texto algo diluido y poco preciso, en el que se manifestó el compromiso de «mantener el espíritu de cambio». «Significa que habrá libertad de acción«, interpretaron dirigentes cercanos a la órbita gubernamental, quienes, en algunos casos, vislumbran en esta alineación el único horizonte político viable.
