Este viernes, el calendario patrio presentará un escenario particular para la cúpula del Poder Ejecutivo nacional. Mientras el presidente Javier Milei se prepara para presidir el acto central por el Día de la Bandera en el Campo Argentino de Polo, en la Ciudad de Buenos Aires, la vicepresidenta Victoria Villarruel cumplirá con la tradicional conmemoración que se lleva a cabo cada año en la ciudad de Rosario.
Esta distribución de roles y geografías para una fecha de significación nacional no pasa inadvertida en el contexto político actual, donde las especulaciones sobre un presunto distanciamiento entre el jefe de Estado y su compañera de fórmula se han incrementado en las últimas semanas. La imagen de ambos liderando actos conmemorativos en sedes diferentes, aunque protocolarmente justificada por la magnitud del evento y la tradición del acto rosarino, no hace más que acentuar esta percepción pública de agendas y quizás, perspectivas, diferenciadas.
El escenario de los actos
El Campo Argentino de Polo, tradicionalmente asociado a eventos deportivos y militares, se convertirá en el epicentro del acto presidencial, un escenario que, por su envergadura, se presta a una convocatoria masiva y a la exhibición de fuerza institucional. Por su parte, Rosario, cuna de la enseña patria, mantiene su histórico rol como sede del acto oficial liderado, en este caso, por la vicepresidenta. Esta partición geográfica, si bien es una práctica que otros gobiernos también han adoptado para descentralizar los actos patrios, adquiere una particular relevancia en el actual clima político.
La cobertura de la jornada promete estar atenta a los discursos, los gestos y, particularmente, a la ausencia simultánea de ambas figuras en un mismo escenario. Mientras la agenda oficial sigue su curso, el análisis político continuará desgranando cada detalle para comprender las dinámicas internas del oficialismo y si esta ‘distancia protocolar’ es, de hecho, un reflejo de un distanciamiento político más profundo.