<div class="semiton-wrapper" data-texto="¿Que el presidente no fue a Tucumán por la niebla? ¡Pero claro que sí! ¿Acaso no vieron que desde Olivos parecía que estábamos dentro de una nube? Dicen que no se veía ‘a un metro’. Imaginate el drama: Milei, un tipo que no le teme a la casta ni a la inflación, ¿va a arriesgarse a ser el primer presidente en estrellarse por una gotita de agua suspendida en el aire?
Ah, pero la gente, siempre especulando. ‘Que si no quería ir’, ‘que si le dio pereza’. ¡Por favor! Como si la agenda de un jefe de Estado se manejara con un ‘a ver si pinta’. La culpa es de Aeroparque, que no inventó el paraguas antigravitatorio para vuelos presidenciales. ‘La idea nunca la habíamos abandonado’, dice él, cual alma noble que anhela la ruta, pero la niebla, esa enemiga silenciosa de la patria.
Así que, mientras algunos se quejan de no haber visto al máximo mandatario en los festejos, él, en su infinita prudencia, evitó un titular más catastrófico que el déficit fiscal. ¿Críticas? Que las hagan. Total, entre el riesgo de vida y el riesgo país, el hombre ya tiene suficiente con lo segundo. ¡Para eso están los que vuelan en modo incógnito, sin presiones de la plebe y sin nubes traicioneras que les arruinen el itinerario!">
«Era bastante imprudente»: el presidente explicó por qué no fue a Tucumán por el día de la independencia y volvió a apuntar a la niebla
El presidente Javier Milei, en una reciente alocución, despejó las incógnitas que rodearon su ausencia en los actos conmemorativos del Día de la Independencia en Tucumán. Lejos de cualquier especulación política o de salud, el mandatario atribuyó su decisión a las condiciones meteorológicas adversas que imperaban en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, específicamente en la zona de Olivos, la mañana del 9 de julio.
La niebla como impedimento mayor
"Estando en Olivos, cuando me levanté, la situación era muy compleja, no se veía nada, era como estar adentro de una nube", declaró el presidente en diálogo con El Observador. Esta descripción pintoresca no hizo más que reforzar la gravedad de la situación aeroportuaria. La proximidad de la residencia presidencial con Aeroparque, según Milei, magnificaba el problema, con un panorama de vuelos masivamente cancelados y una recomendación clara de no viajar. "La recomendación era que no se viajara, era un verdadero peligro. Lo más complejo era que no estaban aseguradas las condiciones para volver", sentenció, dejando entrever el doble riesgo que implicaba el traslado.
La volatilidad del clima también jugó un papel crucial. Si bien al mediodía "daba la sensación de que se había despejado y volvimos con la idea. La idea nunca la habíamos abandonado, pero sabíamos que con esas condiciones era inviable", la mejoría fue efímera. Poco después, "volvió a ponerse todo que era una nube y no se veía a un metro", desvaneciendo cualquier vestigio de optimismo.
Priorizando la seguridad presidencial
La postura del jefe de Estado fue enfática respecto a las recomendaciones de seguridad. "Era un riesgo muy enorme y la recomendación era que bajo ningún punto de vista me hicieran viajar", afirmó, subrayando la primacía de la integridad física sobre cualquier compromiso protocolar. Ante las críticas o interpretaciones malintencionadas sobre su ausencia, el presidente se mostró indiferente. "El resto de las especulaciones que quieran hacer me tienen sin cuidado porque mi intención era viajar. Si para hacerme una crítica pretenden que me suba a un avión y corra riesgo de vida, la verdad que… Era bastante imprudente", concluyó, reafirmando la sensatez de su determinación. Con estas declaraciones, Milei buscó poner fin al debate sobre su no participación en la efeméride patria, centrando el argumento en una cuestión puramente técnica y de seguridad aérea.