“Este es un deporte de roce”. La frase, pronunciada en su momento por un funcionario antecesor del actual, resuena con particular énfasis en la Casa Rosada, donde el vínculo entre el periodismo y la política navega aguas turbulentas. Este cronista, con una década de acreditación para un importante medio, ha sido testigo de los vaivenes de esta relación, incluyendo recomendaciones poco sutiles para buscar otro oficio. A pesar de ello, la tarea informativa persiste.
Manuel Adorni, flamante legislador electo de la Ciudad y figura central de esta controversia, relativiza en privado la certeza de su anunciada renuncia al cargo de vocero el próximo 10 de diciembre. Sus años previos dedicados a la venta de automóviles no anulan, por supuesto, el mérito de su trayectoria como blogger y columnista, que le abrió las puertas de los medios que ahora son objeto de discusión.
La resolución bajo la lupa
La resolución 1319/2025, emanada de la Secretaría de Comunicación y Medios, no es una novedad improvisada. Ya en julio de 2024, Adorni anticipaba la reforma en LN+, esgrimiendo la necesidad de no tolerar “la mentira” y elevando la acreditación en Casa Rosada a la categoría de “privilegio”.
Resulta curiosa la paradoja de que sea la Secretaría de Comunicación, bajo el mando de quien ha tenido sus propios tropiezos con la veracidad de la información según confirmaciones de AFP Factual, la encargada de establecer “la matriz de evaluación objetiva” para el desempeño periodístico. Casos como el supuesto robo de neumáticos de una escultura de Fangio o la presunta censura de la televisión iraní a carreras de Atletismo, ambos desmentidos por la agencia, aún figuran en el historial digital del legislador electo.
Puntos oscuros y restricciones
El texto de la resolución presenta lagunas significativas. No se define con precisión qué constituye una “falta grave”, un detalle alarmante considerando que dos amonestaciones pueden derivar en la revocación de la acreditación. Tampoco se aclara si el respeto demandado a los periodistas es recíproco, o si episodios de destrato por parte de funcionarios hacia los acreditados, como el ocurrido con un colega recientemente, serán contemplados.
La drástica limitación del cupo de periodistas en la sala de conferencias, de 87 acreditados a solo 25, ignorando la asistencia regular de más de 50, evidencia un notorio desconocimiento del panorama mediático por parte de las autoridades. El argumento de evitar aglomeraciones choca con el crecimiento exponencial de la propia Secretaría de Comunicación, que bajo la gestión de Adorni ha quintuplicado su personal, con una decena de ellos asiduos a las conferencias ahora restringidas.
La resolución tampoco especifica un código de vestimenta para la prensa, ni si se reincorporará la participación de estudiantes universitarios, que en el pasado llegaron a cuestionar el trabajo de los profesionales acreditados. Las restricciones de movimiento, que impiden a los periodistas interactuar con funcionarios fuera de las conferencias de prensa y verificar los ingresos que no son registrados oficialmente –una práctica recurrente en todos los gobiernos–, suponen un riesgo para la labor de investigación y fiscalización.
Exigir un título universitario homologado desvirtúa la esencia del ejercicio periodístico, que no está regulado por colegiación. La publicación de la resolución, tras asegurarse la candidatura del vocero, se enmarca en un contexto donde el Presidente ha replicado frases de Donald Trump y hostiga a periodistas, mientras algunos de ellos sufren agresiones físicas. La resolución, con reminiscencias de políticas implementadas por líderes como Trump y Orban, catalogado como “depredador de la libertad de expresión” por Reporteros sin Fronteras, se suma a un panorama de creciente presión gubernamental sobre la prensa, contrastando con la libertad de expresión garantizada a quienes difunden información falsa o generan material con inteligencia artificial durante vedas electorales. Para la mayoría de los profesionales del periodismo, parece que solo queda el “roce”, un roce que por momentos, se asemeja más a una embestida.