El telón se ha levantado en los tribunales federales, y la escena principal la ocupa el comisario Roberto Varela, director de seguridad de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuya declaración reciente ha puesto la situación del imputado Damián Berruet contra las cuerdas. El acusado enfrenta un juicio oral por el intento de sustraer pertenencias de la camioneta asignada al presidente del máximo tribunal, Horacio Rosatti.
Un intento de robo con aroma a operación dirigida
Según la fiscalía, el episodio no fue un simple arrebato delictivo, sino una acción meticulosamente orquestada por una autoría intelectual que aún permanece en las sombras. Varela, en su testimonio, fue categórico al afirmar que Berruet se dirigió “claramente” al vehículo de Rosatti. Este hecho, de por sí llamativo, cobró mayor relevancia al contextualizarse en un área con cámaras de seguridad y guardia policial a escasos metros del automóvil, además de la presencia de otras camionetas similares estacionadas en el mismo sector.
Este detalle se suma a una serie de elementos que el Ministerio Público Fiscal ha esgrimido para sustentar su teoría de un robo direccionado contra el presidente de la Corte. Entre ellos, destaca la inexplicable ausencia de un teléfono celular en poder del sospechoso al momento de su detención, el número de contacto falso que proporcionó inicialmente, y una insólita dirección en la provincia de Córdoba. La audiencia actual añadió una nueva capa de misterio: Berruet había declarado alojarse en un hotel de la Capital Federal, pero la encargada del establecimiento desmintió enfáticamente su permanencia allí.
Antecedentes y el «efecto Rosatti»
La revelación de Varela no se detuvo allí. El comisario detalló que no era la primera vez que se registraban intentos de acceder a material vinculado al juez. Un episodio similar había ocurrido en 2023, en plena efervescencia del juicio político que entonces enfrentaban los integrantes del máximo tribunal. En aquella ocasión, los ladrones lograron llevarse un bolso del interior del automóvil. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula al descubrir que el contenido, lejos de pertenecer al magistrado, eran efectos personales de su chofer.
Aquel año 2023, marcado por el impulso del juicio político contra los miembros de la Corte –promovido por la ex presidenta Cristina Kirchner–, también fueron testigos de intentos de duplicar el celular de Rosatti y maniobras de espionaje sobre uno de sus secretarios, en una clara escalada de intentos por vulnerar la privacidad de los jueces.
La declaración de Varela, quien ocupa la jefatura de Seguridad de la Corte Suprema desde julio de 2014, se produjo en el marco del juicio oral que dio inicio el pasado lunes contra Damián Berruet ante el Tribunal Oral Federal 2, presidido por el juez Néstor Costabel.
“En horas de la tarde del 30 de mayo del 2024, una persona intentó abrir la camioneta que tiene asignada el presidente de la Corte, doctor Rosatti. Este hecho fue advertido por un suboficial, que le dio la voz de alto. El suboficial Cristian Ferreiros advirtió que esa persona tenía un destornillador en la mano, intentado abrir la cerradura de la camioneta. La persona se dio a la fuga, y se lo pudo detener a unas cuadras del Palacio de Justicia”, relató Varela ante el tribunal. Al momento del arresto, el hombre se encontraba prófugo por una causa de violencia de género, un dato que agrava aún más su situación legal.
“Venía caminando de la vereda de enfrente. Cruzó y se para a un costado de la camioneta. Claramente se dirigió a ese vehículo”, enfatizó el comisario. Ante las preguntas de la fiscalía, el testigo subrayó que el automóvil estaba ubicado en la dársena de estacionamiento de la calle Uruguay, un sector señalizado expresamente como estacionamiento exclusivo de la Corte Suprema. “Al momento de ser detenido tenía dos destornilladores, un handy, una mochila y alguna otra cosa que no recuerdo. Uno de los destornilladores tenía una forma de T que es claramente para tratar de violentar una cerradura”, precisó el funcionario policial.
“¿Le pareció que esa persona se había dirigido especialmente a esa camioneta?”, inquirió el fiscal Diego Luciani. “Sí”, respondió tajante Varela. El testigo también resaltó que el detenido se identificó inicialmente con otro nombre, “intentando desviar en primera instancia la investigación”.
Al inicio del juicio, Berruet, en un intento por limitar el alcance de la acusación, optó por declarar. Contradiciendo su estrategia inicial, confesó que su intención era, en efecto, robar lo que encontrara en el interior del auto —“un teléfono o una computadora”—, pero argumentó que estaba bajo los efectos de las drogas y desconocía que se trataba del vehículo de Rosatti.
Sin embargo, su explicación se desmoronó cuando el fiscal le preguntó por qué había mirado la patente del vehículo y por qué se había dirigido directamente a esa camioneta. Las imágenes del día de los hechos demuestran que en la dársena había más automóviles, y en ese momento, Rosatti presidía una reunión con decenas de jueces federales en el Palacio de Justicia.
La fiscalía, con base en estas pruebas y testimonios, se mantiene firme en su convicción de que no se trató de un simple atraco, sino que “alguien mandó al ladrón a abrir la camioneta asignada a Rosatti”.
Luciani tomó nota de otro incidente, revelado por el jefe de seguridad de la Corte, que había ocurrido un año antes de este hecho, en el mismo lugar: “Esa misma camioneta fue robada el año anterior. En el mismo lugar. Ingresaron a la misma y se llevaron una mochila de ahí”, aseguró.
Según precisó, “el chofer había ido a dejar algo al vehículo y una persona se le acercó y le advirtió que había tirado en el piso unas llaves. Cuando el chofer desvía la atención hacia esas llaves y le contesta, una segunda persona aprovecha para abrir la camioneta y sacar una mochila que había en el interior. La mochila resultó ser del chofer, con efectos personales. No se registró otro faltante”.
