Tras el permiso explícito del Juez Jorge Gorini, y por primera vez bajo la supervisión de una tobillera electrónica, Cristina Kirchner realizó una aparición pública la noche del jueves. Pasadas las 19:30 horas, la expresidenta se asomó al balcón de su residencia, ubicada en San José 1111, en el barrio de Constitución, luciendo un buzo verde y pantalones de corte ancho, estilo Oxford, que disimulaban convenientemente el dispositivo de monitoreo recién instalado.
La ex mandataria, a quien se le había colocado la tobillera horas antes como requisito para cumplir su condena de seis años de prisión domiciliaria, saludó a las decenas de militantes que la aguardaban en la calle. Este acto marcó su primera salida pública desde que fue notificada de las condiciones de su reclusión.
Un inusual desfile y el criterio judicial al balcón
Durante aproximadamente cinco minutos, la figura de la ex vicepresidenta desató el entusiasmo de sus seguidores. Entre la multitud se destacó un grupo de mujeres autodenominadas «Las Tobilleras», quienes acudieron con guirnaldas florales adornando sus tobillos, en un gesto simbólico que emulaba el dispositivo electrónico que ahora porta la ex presidenta. Ni desde la calle ni a través de las cámaras de televisión fue posible divisar el aparato, debido al ángulo, la altura del muro del balcón y la vestimenta de la ex mandataria.
La autorización para utilizar el balcón había sido otorgada más temprano ese mismo día por el juez Jorge Gorini, luego de que el abogado defensor, Carlos Beraldi, solicitara precisiones sobre los alcances de las condiciones impuestas para la prisión domiciliaria. Desde el Tribunal Oral Federal N° 2, se hizo hincapié en que «se espera de la solicitante el criterio, la prudencia y el sentido común suficientes para discernir en qué contexto el uso del balcón resultará una acción inocua y en cuál podrá implicar una perturbación para la tranquilidad y la convivencia pacífica del vecindario y sus habitantes».
Reacciones y el debate sobre la «humillación»
La aparición de Kirchner desmintió el lamento previo de Mayra Mendoza, Intendenta de Quilmes, quien el martes, tras la notificación de la domiciliaria, había expresado: «La Justicia dispuso que no puede hacerlo, yo creo que les molesta la sonrisa». Mendoza, quien estuvo presente en la residencia de San José 1111 durante la instalación de la tobillera, arengó a los militantes: «Vengan a darle amor. El amor no perturba, lo que perturba es el odio», anticipando la salida de la expresidenta.
El grupo «Las Tobilleras», cuya idea surgió en la marcha en defensa de Cristina Kirchner en Plaza de Mayo, se hizo presente con su particular vestuario, en una manifestación que convocaba bajo el lema «Cristina es inocente, Cristina Libre».
Mientras tanto, el dispositivo electrónico sigue siendo un punto de controversia. Personal de la Dirección de Asistencia de Personas Bajo Vigilancia Electrónica, dependiente del Servicio Penitenciario Federal (SPF), fue el encargado de su colocación, tras una inspección previa de peritos en la vivienda.
Otro de los abogados de Cristina Kirchner, Gregorio Dalbon, cuestionó enérgicamente la obligatoriedad de la tobillera, calificándola en su cuenta de X como «una humillación deliberada, una forma de escarmiento simbólico y una violación frontal al Estado de Derecho». Dalbon argumentó la ausencia de riesgo de fuga o de entorpecimiento procesal, y la existencia de un «cumplimiento absoluto de todas las obligaciones judiciales».
El letrado concluyó su declaración enfatizando que «la jurisprudencia internacional es clara: ninguna medida de ejecución penal puede tener por objeto la humillación, la estigmatización o la anulación simbólica de la persona condenada». Finalmente, Dalbon exigió «la revocación inmediata de la tobillera electrónica, de las restricciones de visitas y de todas las condiciones vejatorias impuestas», anunciando la intención de denunciar el «tratamiento diferenciado, abusivo y político» ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aludiendo a Cristina Fernández de Kirchner como «una perseguida política».