Una estética bajo la lupa científica
El 27 de mayo de 2025, un equipo de especialistas del CONICET dio a conocer una investigación que podría modificar por completo la percepción sobre uno de los dispositivos más comunes en el mundo de la cosmética: las lámparas LED utilizadas para el secado de esmalte semipermanente. El estudio, realizado en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), advierte sobre los efectos biológicos que puede provocar la exposición frecuente a la radiación ultravioleta (UV) que emiten estas cabinas, incluso en lapsos breves de uso.
Radiación invisible, impacto medible
El equipo científico, integrado por Mariana Serrano, María Laura Dántola, Mariana Vignoni y Carlos Ardila Padilla, diseñó una serie de ensayos experimentales para observar los efectos de la radiación UV emitida por estos dispositivos sobre compuestos naturales de la piel humana. Tras exposiciones de apenas cuatro minutos —tiempo estimado para un ciclo de manicura—, se registraron alteraciones químicas significativas en moléculas esenciales, como la enzima tirosinasa, clave en la producción de melanina.
“Observamos que todos los compuestos estudiados sufren modificaciones que conducen a una alteración de sus funciones biológicas”, explicó Serrano. Esto significa que, incluso en condiciones de uso habituales, estas lámparas pueden producir cambios estructurales que afectan el equilibrio molecular de la piel, abriendo la puerta a efectos adversos acumulativos con el tiempo.
Riesgos invisibles, protección ausente
Según el estudio, las lámparas modernas, aunque menos peligrosas que sus antecesoras que emitían radiación UVA más intensa, siguen provocando efectos nocivos no informados en sus instrucciones de uso. Este punto es clave: el uso libre, sin advertencias ni control normativo, expone a miles de personas a una radiación que, acumulada, puede inducir procesos de fotoalergia, fototoxicidad e incluso degeneración celular.
La tirosinasa, alterada por este tipo de radiación, deja de cumplir su rol protector. El resultado: la piel pierde la capacidad de generar melanina de forma efectiva, debilitando su defensa natural frente a los rayos solares. De hecho, las modificaciones moleculares observadas son comparables a las provocadas por una exposición solar directa al mediodía en primavera.
Una alerta científica en clave preventiva
Los investigadores aclaran que su trabajo se enmarca dentro de la ciencia básica, pero subrayan que los datos obtenidos pueden nutrir estudios aplicados a futuro. Carlos Ardila Padilla señala que “los resultados pueden derivar en investigaciones clínicas más específicas sobre tejidos reales, algo clave para evaluar el impacto directo sobre el organismo humano”.
El objetivo central, sostienen, es aportar información accesible y verificable que permita a la comunidad tomar decisiones informadas. En ese sentido, proponen medidas preventivas sencillas como el uso de guantes protectores o protector solar en las manos antes de someterlas a la lámpara.
Regulación, el gran ausente
Actualmente, estos dispositivos se comercializan como productos de uso estético doméstico, sin ninguna exigencia normativa clara respecto a sus riesgos. No hay manuales que adviertan sobre posibles efectos adversos ni exigencias de testeo clínico previo, como ocurre en otros rubros sanitarios.
“Consideramos importante que estos dispositivos informen acerca de los efectos perjudiciales que puede provocar su uso no controlado”, remarcó el equipo. La falta de control normativo y la ausencia de información clara dejan a los consumidores en una situación de vulnerabilidad.
Una práctica popular que exige más ciencia
El auge de los tratamientos de manicura semipermanente creció exponencialmente en la última década, especialmente por la accesibilidad del equipamiento y la facilidad de uso doméstico. Sin embargo, el estudio del INIFTA pone en evidencia que detrás de esa conveniencia puede esconderse una amenaza silenciosa.
Con más de 30 millones de unidades vendidas a nivel global según estimaciones del sector, la necesidad de estudios clínicos y normativas específicas se vuelve impostergable. Los investigadores del CONICET abren un camino de alerta y prevención que podría cambiar no solo el marketing de los productos cosméticos, sino también el marco legal que los rodea.
Investigadores del CONICET descubrieron que las populares lámparas LED para el secado de esmalte semipermanente pueden alterar moléculas clave de la piel tras apenas cuatro minutos de exposición, incluyendo la tirosinasa, fundamental para producir melanina. El estudio, realizado en el INIFTA (UNLP-CONICET), alerta sobre el uso frecuente y sin regulación de estos dispositivos, y propone medidas preventivas para mitigar riesgos.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
El equipo del INIFTA descubrió que cuatro minutos bajo estas luces—lo que dura un TikTok largo o un mate mal lavado—alcanza para que la tirosinasa, esa enzima que fabrica melanina y evita que nos convirtamos en pirotines humanos, empiece a hacer agua. La radiación UVA visible emitida por estas lámparas es como ese amigo que parece inofensivo pero te arruina el finde: penetra, cambia todo lo que toca y después se va sin dejar manual de instrucciones.
Y claro, como buen producto del siglo XXI, estas lámparas se consiguen por dos mangos, no traen advertencias, y encima hacen sentir a cualquiera una nail artist profesional. Pero mientras el esmalte brilla, las proteínas y lípidos de tu piel se van marchitando como hojas en otoño sanjuanino. No es casualidad que el estudio se publicara en una revista de toxicología: más que un secado de uñas, parece un microondas epidérmico con efectos colaterales de ciencia ficción.
Desde la trinchera académica, los investigadores reclaman algo básico: que los fabricantes avisen. Que si te vas a cocinar la mano como si fuera pastel de cabra, al menos sepas cuántos grados está el horno. Y recomiendan guantes, protector solar o, en el mejor de los casos, resignarse a un esmalte que se seque al aire y no a velocidad Fukushima. Porque sí, la belleza cuesta… pero ¿hace falta que también mutile enzimas?
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
Una estética bajo la lupa científica
El 27 de mayo de 2025, un equipo de especialistas del CONICET dio a conocer una investigación que podría modificar por completo la percepción sobre uno de los dispositivos más comunes en el mundo de la cosmética: las lámparas LED utilizadas para el secado de esmalte semipermanente. El estudio, realizado en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), advierte sobre los efectos biológicos que puede provocar la exposición frecuente a la radiación ultravioleta (UV) que emiten estas cabinas, incluso en lapsos breves de uso.
Radiación invisible, impacto medible
El equipo científico, integrado por Mariana Serrano, María Laura Dántola, Mariana Vignoni y Carlos Ardila Padilla, diseñó una serie de ensayos experimentales para observar los efectos de la radiación UV emitida por estos dispositivos sobre compuestos naturales de la piel humana. Tras exposiciones de apenas cuatro minutos —tiempo estimado para un ciclo de manicura—, se registraron alteraciones químicas significativas en moléculas esenciales, como la enzima tirosinasa, clave en la producción de melanina.
“Observamos que todos los compuestos estudiados sufren modificaciones que conducen a una alteración de sus funciones biológicas”, explicó Serrano. Esto significa que, incluso en condiciones de uso habituales, estas lámparas pueden producir cambios estructurales que afectan el equilibrio molecular de la piel, abriendo la puerta a efectos adversos acumulativos con el tiempo.
Riesgos invisibles, protección ausente
Según el estudio, las lámparas modernas, aunque menos peligrosas que sus antecesoras que emitían radiación UVA más intensa, siguen provocando efectos nocivos no informados en sus instrucciones de uso. Este punto es clave: el uso libre, sin advertencias ni control normativo, expone a miles de personas a una radiación que, acumulada, puede inducir procesos de fotoalergia, fototoxicidad e incluso degeneración celular.
La tirosinasa, alterada por este tipo de radiación, deja de cumplir su rol protector. El resultado: la piel pierde la capacidad de generar melanina de forma efectiva, debilitando su defensa natural frente a los rayos solares. De hecho, las modificaciones moleculares observadas son comparables a las provocadas por una exposición solar directa al mediodía en primavera.
Una alerta científica en clave preventiva
Los investigadores aclaran que su trabajo se enmarca dentro de la ciencia básica, pero subrayan que los datos obtenidos pueden nutrir estudios aplicados a futuro. Carlos Ardila Padilla señala que “los resultados pueden derivar en investigaciones clínicas más específicas sobre tejidos reales, algo clave para evaluar el impacto directo sobre el organismo humano”.
El objetivo central, sostienen, es aportar información accesible y verificable que permita a la comunidad tomar decisiones informadas. En ese sentido, proponen medidas preventivas sencillas como el uso de guantes protectores o protector solar en las manos antes de someterlas a la lámpara.
Regulación, el gran ausente
Actualmente, estos dispositivos se comercializan como productos de uso estético doméstico, sin ninguna exigencia normativa clara respecto a sus riesgos. No hay manuales que adviertan sobre posibles efectos adversos ni exigencias de testeo clínico previo, como ocurre en otros rubros sanitarios.
“Consideramos importante que estos dispositivos informen acerca de los efectos perjudiciales que puede provocar su uso no controlado”, remarcó el equipo. La falta de control normativo y la ausencia de información clara dejan a los consumidores en una situación de vulnerabilidad.
Una práctica popular que exige más ciencia
El auge de los tratamientos de manicura semipermanente creció exponencialmente en la última década, especialmente por la accesibilidad del equipamiento y la facilidad de uso doméstico. Sin embargo, el estudio del INIFTA pone en evidencia que detrás de esa conveniencia puede esconderse una amenaza silenciosa.
Con más de 30 millones de unidades vendidas a nivel global según estimaciones del sector, la necesidad de estudios clínicos y normativas específicas se vuelve impostergable. Los investigadores del CONICET abren un camino de alerta y prevención que podría cambiar no solo el marketing de los productos cosméticos, sino también el marco legal que los rodea.
El equipo del INIFTA descubrió que cuatro minutos bajo estas luces—lo que dura un TikTok largo o un mate mal lavado—alcanza para que la tirosinasa, esa enzima que fabrica melanina y evita que nos convirtamos en pirotines humanos, empiece a hacer agua. La radiación UVA visible emitida por estas lámparas es como ese amigo que parece inofensivo pero te arruina el finde: penetra, cambia todo lo que toca y después se va sin dejar manual de instrucciones.
Y claro, como buen producto del siglo XXI, estas lámparas se consiguen por dos mangos, no traen advertencias, y encima hacen sentir a cualquiera una nail artist profesional. Pero mientras el esmalte brilla, las proteínas y lípidos de tu piel se van marchitando como hojas en otoño sanjuanino. No es casualidad que el estudio se publicara en una revista de toxicología: más que un secado de uñas, parece un microondas epidérmico con efectos colaterales de ciencia ficción.
Desde la trinchera académica, los investigadores reclaman algo básico: que los fabricantes avisen. Que si te vas a cocinar la mano como si fuera pastel de cabra, al menos sepas cuántos grados está el horno. Y recomiendan guantes, protector solar o, en el mejor de los casos, resignarse a un esmalte que se seque al aire y no a velocidad Fukushima. Porque sí, la belleza cuesta… pero ¿hace falta que también mutile enzimas?