El pasado miércoles 28 de mayo, un trabajador identificado como Darío Fernández, de 53 años, perdió la vida mientras realizaba tareas de mantenimiento en una calera ubicada en el departamento de Albardón, San Juan. La víctima se desempeñaba en la firma Calera Calidra, realizando reparaciones eléctricas en los hornos del establecimiento.
De acuerdo a la investigación, alrededor de las 02:45 se detectó una falla técnica en el horno número 3, situado en el piso 11 del complejo, lo que obligó al operario a subir aproximadamente 50 metros de altura para evaluar el desperfecto. Fue en ese momento cuando sufrió una descompensación súbita y cayó al vacío.
Si bien inicialmente no se descartaban otras hipótesis, la autopsia practicada confirmó que Fernández falleció como consecuencia de un shock cardiogénico, es decir, un infarto fulminante. El cuerpo no presentaba signos de violencia ni indicios de electrocución u otras lesiones externas.
Con estos resultados, la Unidad Fiscal de Delitos Especiales dio por concluida la investigación preliminar, descartando la intervención de terceras personas y confirmando que se trató de una muerte natural ocurrida en el ejercicio de sus funciones laborales.
La autopsia confirmó que Darío Fernández, trabajador de 53 años que falleció en una calera de Albardón, murió por causas naturales. El hombre sufrió un infarto mientras realizaba tareas de reparación en un horno ubicado a gran altura. La UFI de Delitos Especiales descartó intervención de terceros.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Según el informe oficial, Fernández estaba subiendo al piso 11 —sí, once pisos, como si estuviera revisando el aire acondicionado del Empire State versión calera— para reparar una falla en el horno número 3 cuando su corazón dijo basta. Un shock cardiogénico fue el culpable, y no la maquinaria ni un descuido. Cayó desde unos 50 metros de altura, en un desenlace tan brutal como natural.
La UFI de Delitos Especiales confirmó que no hubo violencia, ni sabotaje, ni novela policial. Solo un hombre que salió a ganarse el pan y terminó encontrado por la muerte en plena faena. Un recordatorio de que en ciertos trabajos, el riesgo no siempre es lo visible.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El pasado miércoles 28 de mayo, un trabajador identificado como Darío Fernández, de 53 años, perdió la vida mientras realizaba tareas de mantenimiento en una calera ubicada en el departamento de Albardón, San Juan. La víctima se desempeñaba en la firma Calera Calidra, realizando reparaciones eléctricas en los hornos del establecimiento.
De acuerdo a la investigación, alrededor de las 02:45 se detectó una falla técnica en el horno número 3, situado en el piso 11 del complejo, lo que obligó al operario a subir aproximadamente 50 metros de altura para evaluar el desperfecto. Fue en ese momento cuando sufrió una descompensación súbita y cayó al vacío.
Si bien inicialmente no se descartaban otras hipótesis, la autopsia practicada confirmó que Fernández falleció como consecuencia de un shock cardiogénico, es decir, un infarto fulminante. El cuerpo no presentaba signos de violencia ni indicios de electrocución u otras lesiones externas.
Con estos resultados, la Unidad Fiscal de Delitos Especiales dio por concluida la investigación preliminar, descartando la intervención de terceras personas y confirmando que se trató de una muerte natural ocurrida en el ejercicio de sus funciones laborales.
Según el informe oficial, Fernández estaba subiendo al piso 11 —sí, once pisos, como si estuviera revisando el aire acondicionado del Empire State versión calera— para reparar una falla en el horno número 3 cuando su corazón dijo basta. Un shock cardiogénico fue el culpable, y no la maquinaria ni un descuido. Cayó desde unos 50 metros de altura, en un desenlace tan brutal como natural.
La UFI de Delitos Especiales confirmó que no hubo violencia, ni sabotaje, ni novela policial. Solo un hombre que salió a ganarse el pan y terminó encontrado por la muerte en plena faena. Un recordatorio de que en ciertos trabajos, el riesgo no siempre es lo visible.