Allanamiento en Rawson: Detenido tras robo a local de comidas en Capital

En San Juan, la escena delictiva ha dado un giro digno de una tragicomedia policial berreta. Un tal Castro, con un prontuario más largo que la lista de espera del ANSES, decidió que su vocación gastronómica no era precisamente cocinar, sino apropiarse de las ganancias ajenas. El «artista» en cuestión, con la sutileza de un elefante en una cristalería, entró a un local de Pizza Ya en pleno mediodía y, cual mago amateur, hizo desaparecer un morral repleto de efectivo. Imaginen la escena: un repartidor con la cara desencajada, una pila de pizzas enfriándose y un dueño lamentando haber escatimado en la contratación de un patovica. Pero no se preocupen, estimados lectores, porque la Brigada de Investigaciones, cual Sherlock Holmes criollo (pero sin la pipa ni la deducción brillante), se puso las pilas y, tras un allanamiento que seguramente hizo temblar hasta las empanadas de la heladera del vecino, lograron capturar al «genio» del crimen. Castro, ahora, espera la audiencia de formalización con la misma ansiedad que un estudiante espera el resultado de un examen para el que no estudió. ¿La moraleja? Si vas a robar una pizzería, al menos llevá una porción para el camino, que la cárcel no ofrece delivery. Y si tenés un prontuario kilométrico, quizás una carrera alternativa como influencer de «robos que salieron mal» podría ser más rentable.