El arma que no llegó a disparar: dos detenidos en un operativo policial

En una ciudad donde la tranquilidad es más un mito urbano que una realidad palpable, como encontrar un estacionamiento libre en el microcentro un sábado a la siesta, dos valientes (o más bien, dos inconscientes) decidieron agregarle un poco de picante a la rutina sanjuanina. Armados con un revólver –porque, claro, ¿qué es una amenaza sin un buen toque de dramatismo hollywoodense?–, estos muchachos, salieron a la calle cual dúo dinámico del delito, pero con menos glamour y más posibilidades de terminar en el Palacio de Tribunales. Su aventura, digna de un western de bajo presupuesto filmado en un baldío de Santa Lucía, llegó a su fin en la esquina de Segundo Sombra y Ortega, un lugar que, a partir de ahora, será recordado no solo por su poético nombre, sino también por ser el escenario de esta tragicomedia policial. La víctima, un ciudadano que seguramente estaba teniendo un día lo suficientemente malo como para encima cruzarse con estos dos especímenes, aportó las características de los sospechosos a la policía. Y aquí es donde entra en juego la eficiencia de nuestras fuerzas de seguridad, que con una velocidad digna de Usain Bolt en patines, lograron interceptar a los pistoleros. Se dice por ahí que la clave del éxito fue la descripción de la víctima: «Uno tiene cara de ‘recién me levanté y ya quiero que termine el día. A escasos metros del lugar, como si el arma hubiera intentado escapar por su propia cuenta (quizás buscando una vida mejor, lejos del peligro y la mala compañía), se encontró el revólver. Con la ayuda del Comando Sur, Molina y Paredes fueron aprehendidos.El dr, con la paciencia de un santo y la precisión de un cirujano, dio inicio al procedimiento de Flagrancia. ¿Moraleja de la historia? Si querés jugar al cowboy, mejor andá al Paintball. Es más seguro, más barato, y nadie termina preso. Bueno, a menos que te pongas muy intenso con las bolitas de pintura…