En Villa Hipódromo, una mujer fue asaltada y despojada de su bicicleta. La policía detuvo al sospechoso, Andrés Martínez, de 18 años, y recuperó el rodado.
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San Juan, tierra de vinos robustos, también es escenario de aventuras dignas de un Martín Fierro en dos ruedas. Ayer, en la apacible, Villa Hipódromo, el destino quiso que una señora, a la que imaginamos con ruleros y ojotas de goma, se convirtiera en la protagonista de una persecución policial de alto octanaje (o al menos, de alto octanaje para una tarde de martes en San Juan). Todo comenzó cuando un individuo, con menos luces que una luciérnaga en un apagón, decidió que la bicicleta de la señora era más suya que de la señora. La embistió con la sutileza de un camión sin frenos, dejándola en el suelo cual bolsa de papas abandonada en la feria. Pero he aquí que nuestros héroes de azul, cual caballeros Jedi del asfalto sanjuanino, presenciaron el acto vandálico. Se inició entonces una persecución épica, con más adrenalina que encontrar una promo de asado en un día feriado. El malhechor, en su huida desesperada, parecía un ñandú con hipo, zigzagueando entre los perros siesteros y los carros de choripán. Pero la ley, como el buen vino, siempre termina imponiéndose. Acorralado cual ratón en una fábrica de quesos, el delincuente abandonó la bicicleta y emprendió una maratón improvisada que ni en los Juegos Olímpicos. El resultado: un joven tras las rejas, una bicicleta recuperada y una señora que, seguramente, hoy mirará con otros ojos a su rodado 29. Moraleja: en San Juan, hasta las bicis tienen su propia historia de película.
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