Un operativo policial desarrollado este miércoles terminó con la detención de Juan Carlos Salem, un hombre de 74 años acusado de ser el autor de la amenaza de bomba que obligó a demorar el recital de Lali Espósito el viernes pasado en el Estadio Aldo Cantoni.
Según confirmaron fuentes judiciales, la llamada fue realizada al 911 a las 20:15, minutos antes del show pautado para las 21. En el mensaje, Salem lanzó expresiones de odio político y discriminación: “Hemos puesto un artefacto explosivo en el estadio porque no queremos que esa negra puta kirchnerista actúe”, dijo textualmente, según el audio difundido por Diario Huarpe.
Allanamiento, arma y celular destruido
Salem fue arrestado en su vivienda del barrio La Bebida, en el departamento Rivadavia. Durante el allanamiento se secuestró un arma de fuego y varios teléfonos celulares. Según explicó el fiscal Alejandro Mattar, “el celular desde el cual se realizó la llamada fue destruido”, aunque lograron secuestrar otros dispositivos clave para la investigación.
Intimidación pública y escándalo en cámara
El detenido quedó imputado por el delito de intimidación pública, agravado por el contexto y las consecuencias del hecho, que incluyó la evacuación parcial del estadio y la intervención de fuerzas especiales. Durante su detención, Salem insultó y amenazó a los periodistas presentes: “A estos que sacan fotos hacelos cagar”, gritó esposado.
Una vez dentro del móvil policial, realizó gestos obscenos y cuernos con las manos frente a las cámaras, sumando teatralidad a un caso ya de por sí escandaloso.
El show, la tensión y el mensaje
Finalmente, la policía descartó la presencia de explosivos y el show de Lali se realizó bajo un clima de tensión. El episodio, más allá de la denuncia penal, reabrió el debate sobre los discursos de odio y el uso de amenazas como forma de ataque político y simbólico en espacios públicos y culturales.
La causa continúa en manos de los fiscales Ignacio Achem y Alejandro Mattar, quienes ahora deberán definir los pasos judiciales mientras Salem permanece detenido. El caso no solo conmocionó a San Juan, sino que puso en evidencia cuán frágil puede ser la seguridad de un evento masivo frente al extremismo individual.
