La División Rural y la Brigada de Investigación Rural realizaron operativos y recorridas preventivas en los departamentos de Albardón y Jáchal, con el objetivo de controlar la presencia de animales sueltos en la vía pública y reforzar la prevención de delitos rurales.
Durante los operativos, se labraron actas contravencionales por animales en la vía pública, conforme a lo estipulado por la ley 941-R, y se dio intervención a los juzgados de paz departamentales correspondientes.
Prevención en zonas agrestes
Además, los efectivos policiales realizaron recorridas en puestos del interior en áreas de difícil acceso, con el fin de prevenir el cuatrerismo, la caza furtiva y el daño ambiental. Estas acciones buscan proteger tanto la producción rural como el ecosistema de la región.
Para estos patrullajes, la fuerza utilizó caballos rescatados de situaciones de maltrato, hoy incorporados a la unidad policial, lo que permitió un mejor acceso a terrenos agrestes y zonas de difícil circulación vehicular.
Estas tareas forman parte de un plan integral de la Policía Rural para reforzar la seguridad en el interior provincial y consolidar una presencia activa y preventiva en las zonas productivas de San Juan.
La Policía Rural realizó operativos en Albardón y Jáchal para controlar animales sueltos y prevenir delitos en zonas rurales. Se labraron actas contravencionales conforme a la ley 941-R y se notificó a los juzgados de paz. Las recorridas se realizaron a caballo, con equinos rescatados del maltrato y ahora incorporados a la fuerza.
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Zappo te lo cuenta
Mientras algunos patrullan en patrulleros con aire acondicionado, la Policía Rural de San Juan se sube al lomo de un caballo rescatado y se interna en las zonas más inhóspitas de Albardón y Jáchal. ¿La misión? Detectar vacas carentes de sentido de la propiedad privada, evitar que un asado empiece en el monte sin invitación oficial y disuadir a los cuatreros de turno.
En pleno siglo XXI, el cuatrerismo y la caza furtiva siguen siendo una amenaza, pero la fuerza no se queda atrás: los operativos rurales combinan ley, lomo y polvo. Esta vez, la brigada labró actas contravencionales amparadas en la ley 941-R —ese código que ni los animales sueltos conocen pero que igual los multa— y se alertó a los juzgados de paz. Porque si hay algo que un burro suelto teme más que un alambrado, es a la burocracia.
Lo más poético de todo es que los caballos usados en los patrullajes son exvíctimas de maltrato, ahora convertidos en guardianes del orden rural. De maltratados a policías: una carrera que ni en Hollywood. Así, la policía cabalga en busca de justicia con un casco, un uniforme y un caballo que también tiene su propia historia de redención.
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