Un programador creó un juego sin escribir una sola línea de código, gracias a la ayuda de la inteligencia artificial. Este fenómeno desató un debate sobre el futuro de la programación, con posturas encontradas entre quienes ven a la IA como una herramienta valiosa y quienes temen por la desaparición del programador tradicional. Se discute si cualquiera puede programar con IA o si se necesita conocimiento profundo para crear programas útiles.
La inteligencia artificial irrumpe en el mundo del código: ¿Adiós a los programadores?
En octubre de 2023, Javi López, un tipo que le sabe a la programación, se mandó un jueguito llamado *Angry Pumpkins*. Nada del otro mundo, dirán algunos. Pero acá viene lo picante: lo hizo sin tocar una sola línea de código. Sí, leyeron bien. «Lo generó ChatGPT con *prompts* en español tipo ‘quiero un juego tipo *Angry birds*'», cuenta ahora. «Al final me generó el código HTML y Javascript. Funcionaba, es tremendo, y fueron solo los inicios».
López no se quedó en el jueguito. Con un socio, Emilio Nicolás, armaron MagnificAI, una herramienta para mejorar imágenes. Y acá viene la bomba: la mitad del código lo escribió la inteligencia artificial. ¿El final de la historia? Freepik se la compró por una buena suma.
«Ya no tiene sentido hoy escribir una línea de código», dispara López. Y claro, la polémica no tardó en llegar. «Mucha gente se indigna. Me decían que no podía crear un programa complicado sin nociones básicas de programación porque me iba a atascar o habría un *bug* [error], que necesitaba conocer la arquitectura».
### ¿Programar por sensaciones? El debate está abierto
Desde hace unas semanas, a esta onda de programar sin saber mucho de código se le puso un nombre: *“vibe coding”* o “programar por sensaciones”, «dejándose llevar». El capo Andrej Karpathy, ex de Tesla y OpenAI, lo bautizó así en febrero. «Entrégate completamente a las sensaciones y olvídate de que el código existe», soltó en X. Y siguió: «Solo hablo, apenas toco el teclado. Pido cosas tontas porque soy demasiado vago para buscarlas. Siempre le doy a ‘aceptar todo’ y cuando recibo mensajes de error, los copio y pego sin comentario alguno, y generalmente los soluciona. Hago una *app*, pero realmente no es programar, solo veo cosas, digo cosas, ejecuto cosas y copio y pego cosas, y suele funcionar”.
La IA ya le dio un sacudón a varios laburos creativos. Ilustradores, escritores, actores, diseñadores… todos tratando de entender qué onda. Ahora, con esto de programar por sensaciones, les toca a los programadores. La frase de Karpathy, un tipo respetadísimo, armó un revuelo bárbaro. Voces como la de López se mezclan con programadores de la vieja escuela, que creen que la máquina no les llega ni a los talones. «Tardó en llegar el odio o miedo a los desarrolladores, pero parece que ha llegado», dice López. Y ojo, que ya tuvo sus cruces con ilustradores por el tema de la IA. “No digo que no debas saber programación. Obviamente, si sabes irás más rápido. Pero escribir líneas de código no tiene sentido porque con herramientas como Cursor puedes con mero lenguaje natural ir indicando lo que necesitas y lo va haciendo. Antes de hacerlo te lo muestra como si lo hubiera hecho un programador de tu equipo y aceptas los cambios. La nueva forma de programar es hablando con la máquina, que va haciendo el código contigo”.
### El Bricolaje del Código: ¿Cualquiera Puede Ser Programador?
La programación con pedidos en nuestro idioma trajo la misma discusión que en otros rubros. Herramientas como Cursor, Bolt, Lovable o Replit facilitan la programación en español o inglés. Cualquiera con ganas y algo de calle puede armar una aplicación o una web para lo que necesite. Es como el bricolaje, pero en código: ahora, además de armar estanterías, podés hacer programas para ordenar el placard, inventar comidas o planear el finde en familia.
La diferencia con los capos del código seguirá existiendo, pero con el *software* podés hacer bocha de cosas. «Soy ingeniero informático y tengo un equipo de programadores, pero aun así, la IA me ayuda muchísimo a acelerar proyectos personales”, cuenta Victoriano Izquierdo, ingeniero y cofundador de Graphext. “Antes me daba pereza ponerme porque implicaba muchas horas leyendo documentación. Programar hoy día es conectar tuberías de componentes de *software* que alguien ha escrito antes, no tanto escribir tu propio código como si fuera un puzle. Ahora con la IA puedo desarrollar cosas útiles en pocos días, como Calmdigest.com, que hice un fin de semana y ya usan más de 500 personas”, que sirve para mandar artículos al Kindle sin drama.
Pero también habrá usuarios que se animen y lleven estos cambios a sus laburos. «Mi principal característica para meterme en estos temas es ser atrevida», dice Carolina Degiorgio, supervisora de Atención Digital en una empresa de telefonía argentina. Ella usa la IA para hacer su trabajo mejor, aunque a veces choque con los programadores. «Se pueden lograr cosas con un acercamiento menos sacralizado del programar. Incluso en los ámbitos en los que trabajo aún hay algo de eso que hiciste sin rituales no es serio”. A veces, los programadores *seniors* le sacaban permisos para que no tocara las herramientas de laburo, por miedo a que metiera la pata. «Siempre falta algo más que aprender y eso tiene un coste y hasta a veces la sensación de no tener el género o la edad adecuada para ser útil o valiosa en esos campos», explica Degiorgio.
La aceptación de la IA entre los programadores es parecida a la de otros rubros: primero, la sorpresa por lo que la IA podía hacer con el código; después, la calma tensa porque el código seguía siendo básico. Pero con el tiempo, los resultados mejoraron. Y ahora hay que aceptar que lo que hace sirve para muchos proyectos. «Me parece un error que una empresa no tengan Cursor o Copilot [de Microsoft]. La sensación es que vas 100 veces más rápido, es increíble”, dice López. “Por muy bueno que seas programando esto te lo hará más rápido y lo estás haciendo tú igualmente. Puede indicarle que lo estructure o refactorice de otra forma, puedes escribir tú partes del código. Me da risa cuando algún programador se resiste y dice ‘es que la calidad del código que escribe no es suficientemente buena’. Vale, pero para eso estás tú, por si algo no te gusta, y lo retocas y punto. Algunos desarrolladores están confundiendo el fin con el medio”.
El *software* puede manejar códigos detrás de un satélite o programas que sostienen cosas importantes. Pero también hay millones de líneas de código para cosas más comunes, aunque útiles. Sobre todo para pensar en ideas y pulirlas. «Es algo que llega en un momento clave en el desarrollo de *software*”, dice Daniel Seijo, ingeniero y fundador de la plataforma educativa Hawkings. “Llevábamos una década en la que la industria se había organizado hasta el absurdo. Al final tienes a mucha gente haciendo diseños, ideas o *powerpoints*, y poca haciendo el trabajo final. Yo podía definir un producto, y pasárselo a un equipo que lo desarrolle. Pero cuando lo tienen, ni es exactamente lo que yo había pedido, ni lo que yo había pedido es exactamente lo que había que hacer. Sin embargo, si lo voy prototipando y la IA me da ideas por el camino, no solo me permite entenderlo mejor, sino complementarlo con cosas que no había pensado”, explica.
La IA no solo va a reemplazar laburos, sino que puede hacer que los procesos sean más rápidos y que haya más creatividad en todos lados. Como con otros laburos, los que se adapten mejor serán los que salgan ganando. Pero la IA hace que sea mucho más fácil empezar: “Las herramientas de IA relacionadas con código tienen como foco generalmente un público de programadores”, dice Gonzalo Pozzo, ingeniero y *streamer* argentino. “¿Alguien sin conocimiento puede hacer una aplicación funcional? Sí, seguramente. Pero de ahí a lanzarla como producto, iterarla, mantenerla, es mucho más difícil. Seguro habrá alguien, pero son los menos”, añade.
### El Futuro del Código: ¿Quién Podrá Programar?
Seguro habrá límites, pero el acceso será menor, sobre todo para algunos usuarios. “No creo que nadie sin conocimientos profundos de cómo funcionan los sistemas pueda programar a día de hoy algo útil. Pero la barrera de entrada para adquirirlos se reduce enormemente. Es como si todos los textos de la facultad de Derecho estuviesen escritos para ser entendidos por ti en vez de para ser ofuscados”, dice Seijo.
¿Será que estamos ante el fin del programador como lo conocemos? ¿O simplemente ante una evolución que democratiza el acceso al mundo del código? El debate está servido, y vos, ¿qué opinás?