La eterna duda de «¿qué me pongo?» ahora tiene un interlocutor inesperado: la inteligencia artificial. Mientras un estilista profesional puede superar los 100 euros, un cuarteto de aplicaciones como Whering, Style DNA, Cladwell y StyleLab prometen organizar armarios, sugerir looks diarios, personalizar combinaciones según la complexión y hasta permitir probarnos ropa virtualmente. Una alternativa gratuita y accesible, aunque no exenta de desafíos y costos adicionales.
«¿Qué me pongo?» La pregunta del millón. Esa misma que nos persigue desde antes de un asado con amigos hasta la reunión laboral más importante, y que, sin ir más lejos, ha costado más de un dolor de cabeza y, a veces, algunos buenos billetes en el probador o en el estilista, que tranquilamente pueden superar los 100 euros por sesión. Pero, ¿y si le decimos que la respuesta podría estar, literalmente, en la palma de su mano, cortesía de la inteligencia artificial? Sí, la tecnología llegó para meternos el dedo en el ropero y prometernos un armario más eficiente y, seamos sinceros, menos frustrante. Cuatro aplicaciones han saltado al ruedo digital, cada una con su magia particular, prometiendo resolver ese dilema milenario. ¿Será la panacea o una nueva fantasía tecnológica que delega en un algoritmo una de las pocas decisiones creativas que nos quedan? La cuestión no es menor: estamos hablando de poner a la IA a decidir cómo nos vestimos.
Whering: el mayordomo digital de tu armario
La aplicación Whering, disponible para iOS y Android, se presenta como la solución definitiva para el caos indumentario. Su propuesta es sencilla: crear un armario virtual con cada una de nuestras prendas y dejar que la inteligencia artificial haga la «magia». Basta con seleccionar la opción de «estilo» y, ¡voilà!, la app propone combinaciones que, al menos en teoría, deberían hacer juego. Permite guardar los looks que nos gusten, filtrarlos por categoría, color o temporada, y hasta organizar los atuendos en un calendario para no tener que pensar cada mañana. Una promesa tentadora, no cabe duda, para quienes buscan optimizar tiempo y espacio mental.
Ahora bien, la implementación de esta utopía digital tiene sus bemoles. Añadir las prendas al sistema se puede hacer de tres formas: con una foto propia, desde la base de datos de la app o importándolas de la web. La primera opción, si bien asegura la precisión, exige un ritual casi zen: colocar las prendas extendidas en el suelo, sin perchas y con luz natural, para que después la IA elimine el fondo. Uno podría preguntarse si la comodidad de la app compensa el esfuerzo de montar un mini estudio fotográfico cada vez que se compra una remera. La base de datos compartida, por su parte, demostró ser algo caótica en las pruebas, arrojando resultados insólitos. Parece que, por ahora, el atajo más efectivo sigue siendo la extensión de Chrome que permite importar imágenes directamente de las tiendas online.
Pero no todo es crítica. Whering, al fin y al cabo, cumple con una parte importante de su misión. Etiqueta automáticamente el color o el tipo de manga, y nos permite añadir marca, talla, precio y fecha de compra. Con el tiempo, esto se convierte en una fuente de estadísticas reveladoras: cuáles prendas usamos más (y cuáles acumulan polvo), qué marcas predominan o qué colores son la constante en nuestro guardarropa. Un ojo digital para la gestión, sin duda, que nos invita a cuestionar nuestros hábitos de consumo.
Style DNA: ¿puede un algoritmo definir tu estilo?
Style DNA va un paso más allá en la personalización. Esta aplicación, disponible en ambas tiendas de aplicaciones, no solo aspira a ordenar tu ropa, sino a «mejorar tu estilo personal» a través de un análisis pormenorizado de características físicas, hábitos de compra y preferencias de moda. Al registrarse, nos somete a un interrogatorio digital: ¿buscamos realzar nuestros rasgos, vernos a la moda o comprar de manera más inteligente? Incluso se mete con nuestra psicología consumista, preguntando sobre la frecuencia con la que devolvemos ropa o si somos compradores impulsivos.
El punto fuerte de Style DNA es su análisis de complexión y rasgos faciales a partir de una fotografía. Promete determinar colores, estilos y prendas que «realzan la belleza». La app puede, incluso, evaluar si una prenda específica coincide con la «fórmula de estilo» del usuario, es decir, si el color nos favorece o si la forma se alinea con las proporciones de nuestro cuerpo. La pregunta que surge es casi filosófica: ¿hasta qué punto queremos que una inteligencia artificial nos diga qué es «bello» o «favorecedor» para nosotros, o si esa belleza no reside, precisamente, en la libertad de elección y la imperfección humana?
Además, incorpora un asistente de IA similar a ChatGPT que ofrece consejos de moda y combina prendas virtualmente. Sin embargo, su alcance es limitado: solo sugiere ítems de su propia base de datos, no de nuestro armario personal. Y, claro, para acceder a la experiencia completa —con pruebas virtuales y sugerencias detalladas— hay que pasar por caja: 19,99 euros al mes o 80 euros al año. Un precio que nos hace reflexionar sobre el valor que le damos a la “ayuda” de un algoritmo para vestirnos.
Cladwell: el minimalismo inteligente y el clima
«La mayoría de las personas usan solo el 20% de la ropa que poseen», afirman los creadores de Cladwell, disponibles en App Store y Play Store. Su objetivo es claro: combatir el consumismo desmedido —se compra cinco veces más ropa que hace 40 años, dicen— y promover el «armario cápsula». Es decir, un guardarropa reducido a piezas clave, fácilmente combinables, para un enfoque más sostenible. Una meta loable, sin dudas, en tiempos de conciencia ambiental.
Lo que distingue a Cladwell de sus competidoras es que no solo considera el estilo personal, sino también las inclemencias del tiempo. Hace sol, llueve o nieva, la app tiene una sugerencia. Su chatbot es un verdadero oráculo para las dudas existenciales de la moda: desde qué llevar a una boda en julio hasta cómo armar la valija para un viaje, o qué ponerse según el clima de Madrid. Incluso recomienda marcas sostenibles, un plus para quienes buscan alinear su vestuario con sus valores.
Si bien la propuesta de Cladwell es atractiva, con esa mezcla de pragmatismo climático y responsabilidad ecológica, sus funcionalidades más interesantes también vienen con un costo. La versión de pago —8,99 euros al mes o 59,99 euros al año— permite calcular el «valor real» de cada prenda según su uso y consultar estadísticas detalladas del armario. Una herramienta que, paradójicamente, nos impulsa a valorar más lo que tenemos, pero pagando una suscripción.
StyleLab: probadores virtuales y la delgada línea de la realidad
StyleLab se presenta como el «estilista virtual» definitivo. Realiza un análisis de colorimetría para determinar los tonos que más nos favorecen y, a partir de una serie de preguntas sobre el tipo de cuerpo y estilos preferidos, arroja sugerencias personalizadas. Si identifica, por ejemplo, una silueta de reloj de arena, nos indicará evitar la ropa holgada y optar por prendas entalladas. Una guía clara, sin duda, para quienes buscan optimizar su apariencia según las convenciones.
Pero la joya de la corona de StyleLab es, sin lugar a dudas, su función de probador virtual. Subimos una foto nuestra y la IA nos muestra cómo nos quedarían distintas prendas. Una maravilla tecnológica que nos permite visualizar estilos y combinaciones antes de gastar un solo peso. ¿Quién no ha soñado con probarse diez conjuntos sin moverse del sillón? Sin embargo, la herramienta tiene su particular «zona gris»: «puede alterar ligeramente la silueta del usuario». Aquí la pregunta es inevitable: ¿hasta qué punto queremos una imagen idealizada de nosotros mismos, o preferimos la cruda (pero real) verdad del espejo?
A pesar de esta innovación, la app tiene una limitación práctica que no es menor: solo permite probar ropa de su propia base de datos. Es decir, no podemos subir la foto de ese jean que vimos en la vidriera y probárnoslo virtualmente. Aunque sí permite describir una prenda para que la IA la genere, lo cual es una ingeniosa vuelta de tuerca. StyleLab, disponible en inglés, ofrece una prueba gratuita de tres días antes de exigir una suscripción semanal de 9,99 euros. Una propuesta que, si bien es fascinante, nos invita a pensar si la comodidad de la realidad aumentada justifica un desembolso semanal tan significativo. Al final, la tecnología nos ofrece soluciones para vestirnos, pero la última palabra (y el cheque) sigue siendo nuestra.