Baliza V16: La nueva obligación vial con DGT y su privacidad en foco

Redacción Cuyo News
7 min
Cortito y conciso:

A partir del 1 de enero de 2026, todos los vehículos deberán llevar una baliza V16 homologada por la DGT. Este dispositivo luminoso, que se coloca en el techo del coche en caso de emergencia, geolocaliza el incidente y lo comunica automáticamente a la DGT. Sin embargo, la función de geolocalización ha generado inquietudes sobre la privacidad, llevando a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) a aclarar que la baliza no vincula datos personales ni genera historiales de movimiento continuo, enviando información solo cuando se activa por emergencia. La nueva baliza reemplazará al obsoleto triángulo, buscando mayor seguridad al evitar que los conductores desciendan del vehículo, y su incumplimiento acarreará multas de hasta 200 euros.

El almanaque avanza inexorablemente y, para el 1 de enero de 2026, una nueva obligación tecnológica aterrizará en nuestros vehículos, no sin antes encender una luz de alarma —y no nos referimos a la del tablero—. Se trata de la baliza V16, un artilugio luminoso y magnetizado que, en caso de percance en la ruta, promete ser nuestro ángel guardián. ¿O quizás, nuestro ojo que todo lo ve? La pregunta flota en el aire, con un eco a esos programas que destapan algo más que la punta del iceberg.

A simple vista, el dispositivo suena a progreso: adiós al periplo de bajar del auto en la banquina, desafiando a la muerte para colocar el viejo triángulo. Ahora, con un simple gesto desde el habitáculo, la baliza se adhiere al techo y emite una señal lumínica que, además, «emite automáticamente un aviso de incidente a la DGT y manda la ubicación del coche para poder asistirle en caso de necesidad». Aquí es donde la pista se pone resbaladiza. Porque esa última característica, la geolocalización, ha disparado las alarmas y las consultas en la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), que ha recibido un verdadero aluvión: ¿vulneran las nuevas balizas V16 nuestra privacidad? ¿O es que nuestros movimientos estarán bajo la lupa, incluso cuando el dispositivo descansa en la guantera?

La baliza V16: ¿seguridad vial o vigilancia encubierta?

Desde la AEPD, el mensaje es de una tranquilidad casi bucólica. Aseguran que «el identificador no está asociado a una persona o matrícula, sin que exista un registro que vincule el dispositivo con la identidad de quien lo utiliza. Quien adquiere la baliza no tiene que dar sus datos personales a ninguna administración al adquirirlo, por lo que la DGT no conocería quién ha comprado el dispositivo». La lógica, dicen, es que estas balizas incorporan una tarjeta eSIM con datos móviles garantizados por años –entre 10 y 15, un detalle no menor–. Y, «mientras no está activada, la baliza no transmite ningún dato». Recién «en caso de ser activada ante una situación de emergencia, la información que se envía no permitiría conocer quién es la persona que conduce ni reconstruir sus desplazamientos». En otras palabras, nada de historiales de movimiento ni envíos de datos en modo espía. ¿Será? Siempre es bueno ser un poco escéptico ante las promesas de la tecnología cuando la privacidad entra en juego.

Claro, esta descripción idílica es válida para los dispositivos homologados por la DGT. Ahí reside la clave, y la Guardia Civil, con buen criterio, insiste en este punto: comprar una baliza que cumpla las normativas no solo es un requisito, sino una garantía (o al menos, una promesa) de que no se jugará con nuestra información. Porque uno puede imaginarse el escenario distópico de un dispositivo no homologado mandando la ubicación hasta de cuándo paramos a comprar medialunas.

Adiós al triángulo: ¿un alivio en la ruta o una nueva trampa legal?

Más allá de las suspicacias, hay un punto innegable: la baliza V16 viene a jubilar al vetusto triángulo reflectante, ese compañero de viaje que nos obligaba a salir a la calzada, en medio del tráfico, para colocarlo a la distancia reglamentaria, sintiéndonos por un momento como malabaristas de circo. La idea es noble: «evitar que los conductores tengan que salir del coche y andar por la calzada». La luz magnetizada se instala sin moverse del asiento, lo que se traduce en mayor seguridad. Las autoridades también nos aconsejan guardarla en un lugar accesible, para no tener que salir ni por eso.

Pero atención, que no todo es tecnología y seguridad. La señal de la baliza, si bien útil, «no sustituye a la llamada al 112, ya que no contacta con los servicios de emergencia, sino que se comunica con la DGT». Un detalle crucial que no debería pasarse por alto. Y como en todo nuevo reglamento, vienen las multas: 80 euros si en una inspección de rutina no llevamos la baliza, y 200 euros si, en pleno incidente, no la usamos. El Estado, siempre presente en nuestra billetera.

En definitiva, la V16 se perfila como un avance en seguridad vial, de eso no hay dudas. Pero como ocurre con toda innovación que recolecta datos, la sombra de la privacidad siempre genera un cosquilleo. ¿Estamos frente a una herramienta pensada exclusivamente para protegernos en la ruta, o es un pequeño eslabón más en la cadena de la recolección de información? La respuesta, quizás, la tengamos que ir encendiendo nosotros mismos, baliza mediante. Y mientras tanto, la discusión está servida.

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