ChatGPT y el Papa: ¿Predicción o simple coincidencia?

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

Se armó revuelo porque ChatGPT «predijo» la elección de Robert Francis Prevost como nuevo Papa. La noticia corrió como reguero de pólvora, pero, ¡ojo al piojo!, que acá hay gato encerrado. La IA no adivinó nada, simplemente escupió info basada en noticias y tendencias. El debate está abierto: ¿le estamos dando demasiada manija a la inteligencia artificial?

## ¿ChatGPT adivinó el nuevo papa? el delirio profético y la inteligencia artificial a la criolla

«¿Esto es verdad?» La pregunta resonaba en los chats tras el anuncio del nuevo Papa, Robert Francis Prevost. La razón: ChatGPT había «predicho» su elección. ¡Tremendo revuelo! Algunos hasta lo comentaron en la radio, como si fuera un oráculo moderno. Pero paremos la moto un toque, porque acá hay más humo que en un asado mal prendido.

La verdad, como siempre, es un poco más terrenal. ChatGPT no es ningún adivino. Es, en esencia, un loro gigante que repite y combina información previamente digerida. Lo define mejor una frase que dice que «es solo un programa que devuelve respuestas *random*, tratando de encajar lo mejor posible las piezas con las que se ha alimentado, como noticias pasadas y recientes».

### El azar y las noticias: la fórmula del éxito (¿o del fracaso?)

Consultado nuevamente, ChatGPT negó cualquier cónclave en curso y la posible renuncia del Papa Francisco. ¿Dónde quedó la predicción? La respuesta es simple: la IA funciona con probabilidades. Si le tirás carnada sobre cardenales latinoamericanos, te va a devolver nombres de esa región. No es magia, es estadística.

La cosa es que Prevost estaba en todas las quinielas. El *New York Times* hasta le había dedicado un perfil. Así que, ¿era tan raro que la IA lo mencionara? Seguro que a muchos periodistas les dio otros nombres, pero nadie salió a volantearlo. Al final, solo se acuerdan de los que acertaron.

### ¿Profecía o regurgitación? la peligrosa manía de endiosar la tecnología

El asunto desata un debate más profundo: ¿por qué le atribuimos poderes sobrenaturales a un programa que, en el fondo, solo repite lo que encuentra por ahí? Sin la experiencia de los vaticanólogos, la «magia» desaparece. Pero, aún así, muchos insisten en creer que la IA «sabía» algo. Grave error, muchachos.

Un estudio reciente revela que la gente todavía no entiende del todo cómo funciona la inteligencia artificial. Y los medios tenemos parte de la culpa, porque le damos personalidad y agencia a un desarrollo que, si bien es sofisticado, sigue siendo bastante… mediocre, por decirlo suavemente.

## Del deepfake papal a los memes reaccionarios: el lado b de la revolución tecnológica

Curiosamente, el mismo estudio que mencionamos usaba el *deepfake* del Papa Francisco con el abrigo de Balenciaga como ejemplo de los peligros de la IA generativa. De aquel fake viral a la supuesta predicción del nuevo Papa, la IA parece haberse convertido en un nuevo juguete para la platea menos pensante

Cada vez más analistas coinciden: tres años después de su explosión, ChatGPT se quedó en un gran «meh». Facilita algunas tareas, sí, pero sigue siendo un desastre. Sirve para que las empresas automaticen tareas marginales, pero el salto de eficiencia es mínimo. Lo que un economista llama «tecnología regulera».

Mientras tanto, los capos de la IA se llenan los bolsillos exagerando las bondades de sus creaciones. Y nosotros, crédulos, seguimos aplaudiendo el espejito de colores. Quizás sea hora de bajar un cambio y empezar a ver la inteligencia artificial por lo que realmente es: una herramienta, ni más ni menos. Y, como toda herramienta, depende de quién la use y para qué la use.

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