Cuidado: estafas energéticas con IA atacan su bolsillo y sus datos

Redacción Cuyo News
9 min
Cortito y conciso:

La digitalización, bendición y condena, nos expone a un flagelo creciente: las estafas telefónicas de «phishing» en el sector eléctrico. Un alarmante 7% de los cambios de compañía se concretan sin consentimiento, un síntoma de cómo los delincuentes, cada vez más astutos y armados con IA, tejen relatos convincentes para manipular y robar datos. La pregunta que flota en el aire es: ¿somos víctimas o cómplices de nuestra propia distracción?

La comodidad de la digitalización es innegable. Desde el celular pagamos cuentas, gestionamos contratos y recibimos información al instante. Un idilio, casi. Pero como suele ocurrir con los cuentos de hadas tecnológicos, detrás de la pantalla acecha un dragón: los intentos de estafa, o el ya célebre phishing, que ahora apuntan directo al bolsillo y al suministro eléctrico de los incautos. Una historia con ribetes kafkianos, donde la aparente facilidad se convierte en una puerta abierta a la viveza ajena.

Nadie está a salvo. Cualquiera puede ser el próximo en la lista de víctimas. Y los números son elocuentes, aunque no sorprendan del todo: "Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), casi el 7% de los cambios de comercializadora de electricidad y gas presenta algún tipo de irregularidad documental o falta de consentimiento claro". ¿Un 7%? Es una cifra que debería encender todas las alarmas. Este porcentaje, nada despreciable, nos habla de un sistema permeable y de un modus operandi que, para colmo de males, encuentra en el teléfono su principal campo de batalla. Llámanos, nos confunden y, sin que nos demos cuenta, ya estamos en otra empresa. ¿Es negligencia, desinformación o simplemente una avivada bien montada?

El engaño muta, la víctima permanece

El phishing, esa trampa digital para cazar contraseñas, no es una novedad. Ya lleva más de tres décadas entre nosotros, evolucionando al ritmo de la tecnología. Lo que antes era un correo mal redactado, hoy es una operación de precisión quirúrgica.

En un mercado donde el cliente tiene la libertad (y la obligación) de elegir entre más de 400 comercializadoras, la movilidad es alta. El año pasado, más del 24% de los usuarios cambió de "compañero de viaje energético". Una dinámica que, en teoría, debería ser virtuosa. El problema surge cuando gran parte de esos cambios no fueron voluntarios. Es decir, a muchos los llevaron de la nariz, y el teléfono, otra vez, es el arma preferida del embaucador. ¿Tanta libertad se convierte en un arma de doble filo para los consumidores desinformados?

La técnica, decíamos, se perfeccionó hasta límites insospechados. Los estafadores ya no van con el libreto básico. Ahora arman relatos a medida, se presentan como "empleados" de nuestra propia compañía, manejan datos reales –nombre, dirección, consumo– y usan un lenguaje que roza la empatía. ¿El gancho? Descuentos irresistibles o gestiones "urgentes" sobre la factura. Una obra de teatro bien montada para el desprevenido.

La clave, por supuesto, está en la urgencia. No hay tiempo para pensar, solo para reaccionar. Y el salto cualitativo de los últimos meses, digno de un guion de ciencia ficción distópica, es el uso de la inteligencia artificial. Voces sintéticas que calcan el tono de un profesional, mensajes y guiones que rozan la perfección. Uno empieza a preguntarse si estamos frente a simples "oportunistas" o a una maquinaria del fraude con capacidad de producción industrial.

Y, claro, no todas las estafas buscan lo mismo. Algunas van por el beneficio económico rápido, el golpe de efecto. Otras, más calculadoras, solo buscan recolectar datos, el insumo fundamental para futuras fechorías. En este mar de ambiciones, el usuario es apenas un eslabón.

Según la propia Endesa, que no debe ser ajena al asunto, los objetivos de estas actividades fraudulentas se resumen en cinco grandes rubros:

  1. Cambio de comercializadora sin consentimiento: El clásico "te convenzo y cobro mi comisión".
  2. Suplantación de identidad: Usar tus datos para ser vos, o al menos para hacerse pasar.
  3. Venta de datos a terceros: Tu información, moneda de cambio en el submundo del fraude.
  4. Compras con datos financieros robados: Cuando el "cuento del tío" se convierte en una tarjeta de crédito vacía.
  5. Pagos urgentes falsos: El pánico como motor para que pagues algo que no debés, so pena de quedarte sin luz.

El laberinto de la energía: entender para no caer

En el fondo, todas estas artimañas comparten un hilo conductor: la manipulación psicológica. Buscan que actuemos por impulso, sin la bendita reflexión. Nos llevan al baile y después nos dejan solos en la pista.

Para no ser parte de ese baile, hay una regla de oro: entender quién es quién en la compleja orquesta del suministro energético. La comercializadora es tu socio contractual, a quien le firmás y pagás la factura. La distribuidora, en cambio, es la que pone el cable y lleva la luz hasta tu casa, pero con ella no tenés un vínculo directo. Una distinción tan simple como crucial.

Muchos estafadores pescan en este río revuelto. Se presentan como "la distribuidora" y piden datos bancarios o sugieren cambios de contrato. Alerta roja: señal clara de fraude. Y Endesa, con buen criterio, nos recuerda algo fundamental que deberíamos tatuarnos: las comercializadoras NUNCA piden datos personales o bancarios de forma proactiva, a menos que VOS lo hayas solicitado. ¿Es tan difícil de entender o la prisa nos nubla el juicio?

Estrategias para blindarse en la era digital

Frente a este ejército de "vivos", la defensa se divide en dos frentes: antes y durante el ataque. Antes, la información. Endesa, hay que decirlo, parece haber tomado nota y trabaja para concientizar. Artículos, guías, alertas en redes, newsletters, mensajes en las facturas y hasta comunicación interna. Un esfuerzo loable, pero ¿llega a todos? ¿Es suficiente para contrarrestar la sofisticación de los delincuentes?

Y si suena el teléfono o llega el mensaje sospechoso, hay que aplicar un manual básico de supervivencia: preguntar de qué empresa llaman y qué rol cumplen (comercializadora o distribuidora); NO dar datos personales NUNCA; no decidir en el momento y, lo más importante, verificar la llamada por los canales oficiales. Sin prisa, sin pausa, con la cabeza fría.

En una movida que merece un aplauso, Endesa lanzó un buscador de teléfonos autorizados en su web. En cuestión de segundos, uno puede chequear si el número que nos contactó es legítimo. Si no está, la respuesta es clara: es un intento de estafa. Una herramienta simple y efectiva, para ponerle un freno a tanta maniobra fraudulenta.

Y si la sospecha se confirma, el último paso: guardar el número y denunciar. A la Policía Nacional, a la Oficina de Seguridad del Internauta, a la propia CNMC. En esta jungla digital hiperconectada, la información es el escudo, y la alerta constante, nuestra mejor defensa. Porque al final, la batalla contra los "vivos" se gana siendo más "vivo"… o al menos, no cayendo en la primera que nos tiran.

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