En la reciente Web Summit de Lisboa, el robot cuadrúpedo «Spot» de Boston Dynamics acaparó la atención, destacando por sus aplicaciones industriales desde la central de Fukushima hasta fábricas de coches. Mientras su creador, Robert Playter, proyecta un futuro con humanoides operando en entornos complejos, Amazon Robotics, a través de Tye Brady, siembra dudas sobre la escalabilidad y la real destreza de estas máquinas para las demandas de un gigante logístico. El evento, marcado por la fiebre de la inteligencia artificial y una inusual congestión de jets privados, evidenció cómo la IA está redefiniendo la programación y el entrenamiento robótico, con China emergiendo como un fuerte competidor en este campo.
Mientras los gurúes de la tecnología, CEOs de multinacionales y figuras del espectáculo desfilaban por la Web Summit de Lisboa, la verdadera estrella que se llevó el "bombo" y los flashes no fue humana. Fue un aparato de cuatro patas, con un aire inquietante, que se mueve con una soltura que desdibuja la línea entre la máquina y lo viviente: un robot con forma perruna.
Spot, el can robótico de Boston Dynamics, ese que en sus versiones iniciales nos traía reminiscencias de un episodio de la serie Black Mirror, no necesitó de alfombras rojas para generar un revuelo de flashes y celulares a su paso. Recorrió el camino hasta el escenario y subió los cinco peldaños como si fuera una estrella de Hollywood, para reunirse con su creador, Robert Playter, CEO de Boston Dynamics. Más allá de la chapa de celebridad, Spot ya tiene su currículum. Se utiliza en instalaciones industriales para labores de inspección, gracias a una colección de sensores que recogen todo tipo de datos. De hecho, ha sido empleado en la central de Fukushima para analizar zonas vetadas a cualquier persona debido a la radioactividad, abriendo incluso puertas que “no se abrían desde que el tsunami de 2011 provocó el desastre nuclear de la planta”.
Robert Playter, el mandamás de esta empresa conocida por sus máquinas antropomórficas y cuadrúpedas, se dio el lujo de "sacar pecho" con sus avances. Puso como ejemplo una fábrica de coches, mostrando un video de uno de sus robots, esta vez humanoide, agarrando piezas para colocarlas. En este escenario, la máquina debe lidiar con muchos tipos de objetos, desplazarse y adaptarse a posibles limitaciones de espacio. “Van a operar en un ambiente que no está muy controlado”, destacaba el CEO, añadiendo que estos robots podrían realizar incluso tareas de ensamblaje. La promesa es ambiciosa, casi futurista.
Pero claro, no todo es color de rosas en el futuro robótico que nos pintan. Desde la vereda de enfrente, Tye Brady, el capo de tecnología de Amazon Robotics, bajó un poco la euforia. “En la industria hemos visto algunos humanoides y cuadrúpedos asombrosos que están llevando al límite la disciplina. Esto es notable, pero llevar estas máquinas a una escala como la que Amazon necesita aún es muy difícil. Requiere avances en inteligencia artificial general y sobre todo requiere desarrollar tacto y destreza”, sentenció Brady. Y ahí es donde la polémica empieza a tomar forma. ¿Estamos más cerca del marketing que de la verdadera revolución práctica a gran escala?
El propio escenario de la Web Summit, donde se celebró su décima edición en Lisboa, fue un espectáculo en sí mismo, con más de 70.000 asistentes y una afluencia de 1.875 inversores, un 74% más que el año pasado. Tantos "mangos" volando que, dicen, los jets privados colapsaron el aeropuerto de Lisboa y tuvieron que ser desviados a Badajoz. Un detalle de color que pinta de cuerpo entero la fiebre del oro tecnológico. El CEO del evento, Paddy Cosgrave, que recuperó su puesto tras una renuncia polémica, vestía un jersey gris con la palabra PRESS, al estilo de los chalecos antibalas de los corresponsales en zonas de conflicto. Interrogado al respecto, simplemente adujo que “el periodismo debería protegerse en todos sitios y que esto no ha ocurrido últimamente”, un comentario que no pasó desapercibido.
Para sumar condimento a la olla de la competencia global, el propio Cosgrave había advertido que los robots más avanzados que se verían en la feria provenían de China, antes de que Boston Dynamics, que no tenía expositor propio, sacara a pasear a Spot. Quienes sí tenían estand eran los representantes del fabricante chino de humanoides y perros robóticos Unitree. Sus máquinas caminaban, hacían gestos y estrechaban la mano a los curiosos más atrevidos. ¿Una premonición o una provocación?
La inteligencia artificial, ¿el verdadero «cerebro» de los robots?
Más allá de las acrobacias y los paseos mediáticos, Robert Playter arrojaba luz sobre el impacto más profundo: el de la inteligencia artificial en las máquinas. “La IA ha cambiado por completo la forma en que programamos los robots”, apuntaba Playter. Explicaba que “un operador [humano], solamente con teledirigir al robot, le enseña a agarrar un objeto y depositarlo”, mientras mostraba un video de una persona, embutida en controladores y con gafas de realidad virtual, sirviendo como maestro de mímica a un robot humanoide. Ese laburo de meses de programación ahora se resuelve en días.
“Otra fórmula de entrenamiento son las simulaciones robóticas”, añadía Playter. “Captamos el movimiento de una persona [a través de un traje sensorizado] y registramos su desplazamiento natural. Después esto lo simulamos millones de veces mediante software y podemos introducir este aprendizaje en un robot en cuestión de días, cuando antes nos llevaba meses programar algo así”. Una transformación radical en el proceso de enseñanza de las máquinas.
Desde Amazon, Tye Brady también destacaba estos avances. “Los modelos físicos de IA están aprendiendo la gramática del movimiento, como el equilibrio, la fricción y la fluidez. Esta es la idea detrás de los modelos fundacionales físicos. Son sistemas que aprenden de millones y millones de movimientos para después generalizar y operar en el mundo real”, comentaba Brady, no sin antes recordar que su compañía opera a día de hoy más de un millón de robots en sus almacenes. Una cifra que, por sí sola, genera vértigo.
Humanoides: ¿Sueño futurista o realidad industrial a la vuelta de la esquina?
El enfoque pragmático de Amazon choca, y no es casualidad, con la visión más espectacular de la robótica humanoide, a pesar de que la propia compañía de Jeff Bezos ha explorado este campo. En referencia a las máquinas antropomórficas que aparecen corriendo o incluso dando volteretas, Brady reconoce: “Son proezas asombrosas, desde luego. Pero vamos a ser realistas. Muchos operan en un entorno controlado, con objetos limitados y tareas predecibles. En Amazon no tenemos ese lujo. Operamos en el mundo real y manejamos cientos de miles de objetos diferentes cada año”. Una cachetada de realidad para aquellos que se entusiasman con los videos virales.
Pero Robert Playter, lejos de achicarse, redobló la apuesta. Afirmó que el uso en el sector industrial de sus robots humanoides y cuadrúpedos ya es posible. “Hemos creado un robot humanoide eléctrico para aplicaciones industriales y logísticas. Tiene capacidades sobrehumanas de fuerza y de movimientos. Sus articulaciones pueden rotar en 360 grados. Podrá levantar hasta 30 kilos, tendrá tres horas de autonomía y puede cambiar sus propias baterías”. Esta máquina, anticipó, se dedicará a tareas de recogida y depositado de objetos en circunstancias poco favorables para las personas, como en ambientes con temperaturas muy altas o muy bajas. Una verdadera bestia de carga para tareas poco amigables con el ser humano. ¿Será este el salto definitivo o un paso más en una escalera sin fin?
Así, entre la deslumbrante promesa de un futuro donde los robots conviven y trabajan con nosotros, y la fría realidad de los desafíos técnicos y económicos que imponen los gigantes de la logística, la Web Summit nos dejó más preguntas que certezas. El debate está abierto, y la discusión, recién comienza.