Un equipo de la Universidad de Sevilla logró un hito en la fusión nuclear: encendieron un reactor compacto, alcanzaron los 10 millones de grados y mantuvieron el plasma el doble de tiempo de lo esperado. Este avance, que adelanta los plazos, podría revolucionar la energía del futuro. Mientras tanto, China mantiene un plasma durante más de 1000 segundos y EE.UU. mejora el calentamiento del plasma mediante simulación. ¿Estaremos cerca de la energía ilimitada?
El sueño de una fuente de energía casi inagotable, limpia y segura, que quepa en un vaso de agua, parece menos utópico. Un equipo liderado por la Universidad de Sevilla ha dado un paso crucial en la fusión nuclear. El prototipo de reactor Smart, un “tokamak” compacto, logró lo impensado: encenderse, generar plasma, y alcanzar temperaturas de 10 millones de grados, manteniéndolo por más tiempo de lo previsto. ¿Es este el principio del fin de la dependencia de los combustibles fósiles?
Un pequeño reactor, un gran avance
La fusión nuclear, esa quimera que imita el proceso del Sol, es la gran esperanza para el futuro energético. La idea es simple: unir núcleos de átomos ligeros para liberar energía. Con apenas 2,5 gramos de deuterio y tritio (lo que cabe en una cucharilla), se podría generar la misma energía que quemar un estadio lleno de carbón. Pero, como siempre, la teoría es una cosa y la práctica es otra. La Universidad de Sevilla, con este avance, ha logrado algo que parecía lejano: controlar y mantener ese plasma a temperaturas extremas.
“Básicamente, hemos encendido el tokamak y ha funcionado. Y lo ha hecho mejor de lo que esperábamos», señaló Manuel García Muñoz, investigador principal del proyecto. El equipo no solo adelantó los tiempos, sino que el pulso del reactor duró el doble de lo previsto. ¿Será que esta vez sí estamos ante un avance real y no ante otra noticia inflada por el entusiasmo científico?
¿La llave a la energía del futuro?
El diseño del tokamak Smart, con forma de manzana, parece ser la clave: más compacto y eficiente que los modelos tradicionales. Y no solo eso, la forma del plasma, la letra «D» invertida, permite que el combustible alcance temperaturas altísimas en el centro sin comprometer la integridad del reactor. Lo que viene, según los investigadores, es calentar el plasma hasta los 100 o 200 millones de grados para hacer la fusión efectiva. La tarea no es sencilla, pero lo que han logrado hasta ahora es, sin dudas, un logro notable.
Pero no todo es color de rosas. Se requiere mucha inversión y un aumento importante en el tamaño del reactor. Sin embargo, este prototipo podría ser el punto de partida para «democratizar» esta tecnología, según García Muñoz, haciendo que no se necesiten grandes consorcios o inversiones monumentales para que pueda llegar a todos lados. ¿Será éste el fin de los mega-proyectos energéticos que hemos visto hasta ahora?
Mientras tanto, China y Estados Unidos también avanzan. El «sol artificial» chino logró mantener el plasma durante más de 1000 segundos y científicos estadounidenses están mejorando el calentamiento del plasma mediante simulaciones. La competencia es dura, pero esto, desde un punto de vista optimista, podría acelerar la llegada de una energía más limpia y barata. ¿Será que estamos ante una nueva carrera espacial, pero por la dominación de la energía?