Guerra IA: Musk ofrece millonada por OpenAI. ¿Qué oculta Altman?

Redacción Cuyo News
6 min
Cortito y conciso:

Elon Musk ofrece casi 100.000 millones de dólares para comprar OpenAI, desafiando los planes de Sam Altman de convertir la empresa en un gigante tecnológico. La movida plantea interrogantes sobre el control de la IA, las motivaciones de los líderes tecnológicos y el futuro de una empresa que nació con la promesa de beneficiar a la humanidad.

¿Guerra de egos o estrategia maestra? Musk lanza oferta millonaria por OpenAI y desafía el imperio de Altman

La danza de los millones en el mundo de la inteligencia artificial (IA) no es un secreto para nadie. Empresas y magnates invierten fortunas en el desarrollo de estas tecnologías con el objetivo, según dicen, de mejorar la humanidad. Pero seamos honestos, ¿quién le cree? Como bien dice el dicho, «follow the money» (sigue el rastro del dinero), y en este caso, los propios «tecnoligarcas» se encargan de recordárnoslo. Elon Musk, siempre polémico, busca dinamitar los planes de Sam Altman de consolidar a OpenAI como el rey de la IA.

El lunes, como quien no quiere la cosa, se supo que Musk había reunido un grupo de inversores dispuestos a desembolsar la módica suma de 97.400 millones de dólares para comprar OpenAI. Sí, la misma empresa que Musk demandó hace poco. ¿Infantilismo, rencor o una jugada maestra? Difícil saberlo con Musk. Pero su oferta nos obliga a preguntarnos: ¿cuáles son las verdaderas intenciones de Altman? El líder de OpenAI, la empresa que revolucionó el mercado con ChatGPT, quiere inflar el valor de la compañía. ¿Cómo?

El CEO de OpenAI, Sam Altman, en un evento en Tokio, Japón, 3 de febrero de 2025.
El CEO de OpenAI, Sam Altman, en un evento en Tokio, Japón, 3 de febrero de 2025.Kim Kyung-Hoon (REUTERS)

La metamorfosis de openai: Del altruismo a la ambición desmedida

OpenAI, la criatura que Altman, Musk y otros engendraron en 2015, nació como una organización sin fines de lucro. La idea era crear un laboratorio de vanguardia que desarrollara inteligencia artificial antes que «los malos», según Altman. «Nuestra misión es garantizar que la inteligencia general artificial beneficie a toda la humanidad», afirman en su página web. Pero, como suele suceder, la llegada del dinero lo cambió todo.

Tres años después de su fundación, Musk intentó tomar el control de la empresa, pero Altman se avivó y le ganó la pulseada. Se creó una empresa con fines de lucro (OpenAI Global LLC), controlada por la original, para atraer a inversores que querían acelerar el desarrollo de la IA. Microsoft apareció en escena y la estructura empresarial se volvió un verdadero laberinto.

¿Cuánto vale la «humanidad»? El precio de la ia según altman

Diez años después, la humanidad parece ser un concepto secundario. Altman quiere convertir OpenAI en un gigante tecnológico que genere ingresos astronómicos, y la etiqueta «sin fines de lucro» se convirtió en un obstáculo. Su plan consiste en compensar a la organización sin fines de lucro a cambio de tomar el control de la empresa con fines de lucro. ¿Cuánto es suficiente? En la última ronda de financiación, OpenAI se valoró en más de 150.000 millones. Ahora, Bloomberg estima que su valor ronda los 300.000 millones de dólares. ¿Cuánto pensaba «comprarla» Altman, llevándose un 7% de la torta?

Ahí es donde entra en juego la oferta de Musk con sus 97.400 millones. En la psicología de las decisiones existe un concepto llamado «efecto ancla». Cualquier cifra que Altman ponga sobre la mesa se comparará con la de Musk. Ya no podrá hacerlo por chirolas, o al menos, no podrá hacerlo discretamente.

Musk vs. Altman: Un duelo de titanes con un futuro incierto

Las contradicciones de Musk son legendarias. En 2018 quiso controlar OpenAI para ser él quien capitalizara el éxito que se avecinaba. En 2023, cuando ChatGPT acaparó la atención mundial, exigió públicamente una moratoria en el desarrollo de la IA, mientras en secreto creaba su propia empresa, xAI. Quiso que la administración Trump liderara la inversión en IA, pero cuando el entonces presidente lanzó un programa de la mano de OpenAI, intentó sabotearlo.

Pero Altman tampoco es un santo. Musk tiene razón en algo: en 2023, la junta directiva decidió destituir a Altman porque desconfiaban de él, porque no creían que fuera capaz de desarrollar la IA en beneficio de la humanidad. Los ingenieros más brillantes de OpenAI, los que conocían los riesgos de la tecnología, lo abandonaron.

El domingo, Altman publicó un artículo en el que admitía que los beneficios de la IA no se distribuirán mágicamente: «La historia del progreso tecnológico sugiere que la mayoría de los indicadores que nos importan (salud, prosperidad económica, etc.) mejoran en promedio y a largo plazo, pero reducir la desigualdad no parece ser algo que la tecnología garantice por sí sola». Y añadía: «En particular, el equilibrio de poder entre el capital y el trabajo podría alterarse fácilmente, y esto podría necesitar una intervención temprana».

OpenAI es Altman y Altman es OpenAI, pero eso tiene un precio: para él, y quizás para todos nosotros. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio? Esa es la pregunta que deberíamos estar haciéndonos.

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