¿Te marean las siglas de los televisores? OLED contra QLED, 4K contra 8K, HDR y Dolby Atmos… Desentrañamos el significado real de estas tecnologías para que no te vendan buzones al comprar tu próximo televisor. Descubrí qué panel te conviene, cómo sacarle el jugo a la resolución y si el sonido envolvente es puro verso o una experiencia que vale la pena.
Arrancamos con todo: ¿OLED, QLED, ULED, FHD, HDR? Si te sentís como perdido en un laberinto de letras, no te preocupes, no estás solo. El mercado de los televisores está inundado de siglas que prometen la perfección, pero que a menudo solo sirven para inflar los precios y confundir al consumidor. Acá te vamos a tirar la posta para que no te tomen por sorpresa y sepas qué estás comprando.
El panel: donde reside la magia (o el chamuyo)
Atrás quedaron los tiempos del plasma y el LCD. Ahora la pelea es entre LED y OLED, con sus respectivas variantes «tuneadas». A grandes rasgos, los LED iluminan los píxeles por zonas, mientras que los OLED hacen que cada píxel brille por sí solo. ¿Resultado? Los LED son más luminosos y eficientes energéticamente, pero los OLED ofrecen negros más profundos, colores más vibrantes y un contraste que te deja bizco. Obvio, también son más caros.
Pero ojo, que acá entran en juego los «derivados» del LED, como el QLED (marca registrada de Samsung, aunque ahora la usan otros también). Estos paneles le meten un filtro de color (los famosos Quantum Dots) para mejorar la precisión del color y el brillo. LG, por su parte, tiene los Nanocell y los QNED, que mezclan nanopartículas y puntos cuánticos para potenciar la imagen. Y en el bando OLED, tenemos el OLED evo, que le suma una capa de color para lograr colores aún más intensos. ¿Demasiada información? Tranquilo, lo importante es entender que cada tecnología tiene sus pros y sus contras, y que al final, la elección depende de tus gustos y de tu billetera.
Resolución: ¿4k u 8k? ¿Realmente importa?
La resolución es la cantidad de píxeles que tiene la pantalla, y determina qué tan nítida y definida se ve la imagen. En los televisores más chicos (hasta 32 pulgadas), alcanza con la resolución HD (1.280 x 720 píxeles). En los más grandes, lo mínimo indispensable es el FHD (1.920 x 1.080). Pero lo que está de moda ahora es el 4K (3.840 x 2.160 píxeles), y los más caros ya vienen con 8K (7.680 x 4.320 píxeles).
Ahora, acá viene el chiste: si tu tele es 4K, pero estás viendo un video de Youtube grabado con un Nokia 1100, no vas a notar la diferencia. Para disfrutar del 4K, necesitás contenido en 4K (Blu-ray, Netflix, etc.). Muchos televisores «escalan» contenidos de menor resolución a 4K, pero no te creas que es lo mismo. Es como ponerle llantas deportivas a un Rastrojero: queda fachero, pero no deja de ser un Rastrojero.
«Si tu televisor es 4K, pero el contenido que estés reproduciendo no tiene esa calidad, no lo disfrutarás con esa resolución. Necesitarás un Blu-ray 4K con sus correspondientes discos, o suscribirte a alguno de los múltiples servicios de streaming que cuentan con este tipo de contenidos: Netflix, Disney+, HBO Max, Amazon Prime Video…»
Hdr y sonido: ¿la frutilla del postre o puro marketing?
El HDR (alto rango dinámico) es una tecnología que permite mostrar una gama más amplia de brillo y color, logrando imágenes más realistas. Hay varios estándares (HDR10, HDR10+, Dolby Vision, etc.), pero lo importante es que tu tele sea compatible con alguno de ellos.
En cuanto al sonido, lo más común es encontrar compatibilidad con Dolby Audio, Dolby Digital, Dolby Digital Plus, Dolby True HD y Dolby Atmos. Este último es el más moderno y el más «buscado», porque ofrece sonido envolvente. Ahora, para que funcione, el contenido que estés viendo también tiene que ser compatible. Si estás escuchando Los Nocheros en un parlante con Dolby Atmos, lo único que vas a lograr es que te duela la cabeza.
En definitiva, la elección del televisor perfecto es una cuestión personal. No te dejes llevar por las modas ni por las publicidades engañosas. Investigá, compará y elegí el modelo que mejor se adapte tus necesidades y a tu presupuesto. Y recordá: lo más importante es disfrutar de tus series, películas y partidos con la mejor calidad posible.