El matemático Michael I. Jordan, premiado por sus contribuciones a la IA, se muestra escéptico ante el «bombo» actual. Destaca el rol de los humanos en el uso de estas herramientas y advierte sobre la «soberbia» de quienes creen que la IA superará al genio humano. Critica el enfoque de Silicon Valley, la falta de modelos de negocio sólidos en startups de IA generativa y la necesidad de regular con conocimiento, no por mero temor. A los jóvenes, les aconseja no abandonar las matemáticas y enfocarse en la integración de sistemas, donde la IA no podrá reemplazarlos.
En la mira del «bombo»: la visión crítica de un pionero de la ia sobre el furor tecnológico
Michael I. Jordan, un nombre que resuena con fuerza en los cimientos de la Inteligencia Artificial (IA), prefiere tomar distancia del frenesí empresarial que sacude Silicon Valley. Este matemático y doctor en ciencias cognitivas, laureado con el premio Fronteras del Conocimiento, no se guarda nada. Su visión, un tanto polémica, desmitifica el fervor desmedido que rodea a la IA generativa, esa que nos promete soluciones mágicas a todos nuestros problemas.
Jordan, quien ya era catedrático del MIT cuando Michael Jordan, la leyenda del basket, hacía de las suyas en las canchas, declara con un dejo de fastidio: «Al principio era divertido, pero luego me cansé» de las bromas sobre su nombre. Ahora, desde su posición como catedrático emérito en Berkeley e investigador en el INRIA de París, lanza dardos certeros al corazón de la burbuja tecnológica.
¿Demasiado ruido y pocas nueces?
«El bombo no parará», sentencia Jordan. Y ahí nomás, agrega: «A la gente que desarrolla esta tecnología le encanta hablar de ello y extrapolar, aunque también hay un poco de soberbia». Para este experto, la clave está en el trabajo colectivo, en la sinergia entre las herramientas y el ingenio humano. «Individualmente no somos tan inteligentes», remata.
La IA, según Jordan, es una herramienta poderosa, pero inútil si queda tirada en el piso. Su verdadero potencial reside en manos de quienes la utilizan para resolver problemas concretos, desde encontrar nuevos medicamentos hasta enfrentar los desafíos climáticos. Eso sí, aclara: «Por sí solas, no resuelven el problema». Un balde de agua fría para los evangelizadores de la singularidad tecnológica.
El «momento DeepSeek» y el espejo roto de Silicon Valley
La irrupción del modelo chino DeepSeek sacudió el avispero de la IA. ¿Tan extraordinarias son sus ventajas? Jordan reconoce que parecen significativas, pero advierte que las arquitecturas actuales, basadas en «transformers» y redes en capas, se han diseñado de forma «un poco improvisada». Es decir, mucho músculo y poca neurona.
¿Debería Silicon Valley replantearse sus prioridades? Para Jordan, la respuesta es un rotundo sí. «Creo que Silicon Valley debería pensar más en el modelo de negocio de la IA generativa y los grandes modelos de lenguaje, y no depender solo de la fuerza bruta para avanzar», sentencia. Un llamado a la reflexión, en medio de la carrera desenfrenada por liderar la revolución tecnológica.
¿La ia superará al genio humano? La pregunta que incomoda
Dario Amodei, fundador de Anthropic, lanzó una bomba en Davos: en dos o tres años, la IA será «mejor que casi todos los humanos en casi todo». Jordan, con la tranquilidad que le da su trayectoria, lo contradice sin anestesia: «No lo creo». Y explica: «Esa persona no estudió ciencias de la computación, ni lingüística, ni ciencias sociales, sino que su formación era en física. Y los físicos tienden a tener mucha soberbia sobre cómo funciona el universo».
Para Jordan, subestimar el «genio humano, especialmente el genio colectivo» es un error. Los ordenadores pueden superar al hombre en tareas específicas, pero carecen de la experiencia vital, de la sensibilidad y del contexto que dan profundidad a la creación humana. «No creo que, en dos o tres años, escriban novelas como las de Dostoyevski», sentencia.
El futuro del trabajo y el consejo a los jóvenes
Ante el temor de perder empleos por la IA, Jordan reclama la voz de los economistas laborales. «Primero tienes que entender el fenómeno. Luego añades alguna regulación para asegurarte de que crea buenos equilibrios», afirma. Rechaza la regulación por mero temor y aboga por un análisis profundo del impacto de la IA en el mercado laboral.
¿Qué consejo le daría a un joven que entra a la universidad en la era de la IA? Jordan es claro: «No es cierto que no deban hacer matemáticas porque todo lo harán los ordenadores». Alienta a los jóvenes a enfocarse en la integración de sistemas, en la capacidad de conectar diferentes elementos para crear soluciones innovadoras. «Si eres del tipo que construye y entiende cómo integrar cosas, habrá montones de trabajos», asegura. Porque, al final del día, la IA es solo una herramienta. Y el futuro, como siempre, está en nuestras manos.