Especialistas del mundo de la inteligencia artificial expresan dudas sobre alcanzar una AGI (Inteligencia Artificial General) con los métodos actuales. Mientras, empresas como Meta son acusadas de «trampear» en tests para mostrar mejores resultados, generando debate sobre la definición y el futuro de la IA.
¿Llegaremos a la inteligencia artificial general? La pregunta que divide a los expertos en medio de la fiebre tecnológica
La inteligencia artificial sigue avanzando a un ritmo que marea, con empresas invirtiendo fortunas en superar los límites de lo posible. Sin embargo, en medio de esta carrera desenfrenada, una encuesta internacional entre especialistas ha encendido la alarma: ¿estamos realmente acercándonos a una inteligencia artificial similar a la humana, la tan ansiada AGI (Inteligencia Artificial General)?
Un 76% de los encuestados por la Asociación por el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI) cree que es «muy improbable» o «improbable» que el camino actual nos lleve a la AGI. Un balde de agua fría en la efervescencia del sector.
Mientras algunos vaticinan un futuro dominado por máquinas superinteligentes – como el grupo AI 2027, que habla de un impacto «aún mayor que el de la Revolución Industrial» –, otros apuntan a problemas más terrenales.
El escándalo de Meta y las trampas en las pruebas de rendimiento
Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, presentó recientemente sus modelos Llama 4 y Maverick. Este último llegó a posicionarse segundo en las clasificaciones comparativas, justo detrás de Gemini 2.5 Pro y por encima de ChatGPT-4o. Un logro impresionante, ¿o no?
Resulta que, con un poco de investigación, algunos especialistas descubrieron que la versión de Maverick que compitió «estaba específicamente entrenada para superar las pruebas». ¿En criollo? Meta habría hecho trampa para inflar los resultados. Un golpe bajo que plantea serias dudas sobre la transparencia en el desarrollo de la IA.
«Mi definición de inteligencia artificial general es una IA con el mismo nivel de competencia y complejidad que la inteligencia humana, incluyendo conceptos tan difíciles como la autoconciencia», dice Nuria Oliver, directora científica y cofundadora de la Fundación Ellis Alicante. «Estamos muy lejos de alcanzarla y desconozco si algún día lo conseguiremos», añade.
¿Tenemos los ingredientes para la AGI?
Consultamos a científicos de IA españoles sobre este debate. Las opiniones, como era de esperarse, son variadas.
«Tenemos los ingredientes, aunque no sean óptimos, para conseguirlo, pero requieren ciertas combinaciones incrementales que hay que explorar y todavía más cómputo», dice José Hernández-Orallo, investigador del Centro Leverhume para el Futuro de la Inteligencia de Cambridge (Reino Unido). «Si se podría hacer con menos, muy posiblemente, pero la pregunta que se nos hace es si se podría lograr escalando las aproximaciones actuales, y creo que sí».
Sin embargo, el catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, Senén Barro, se muestra más escéptico: «La vía de llegar a una inteligencia artificial general no es sin más la de los modelos que ahora tenemos, aunque los aumentemos de tamaño, les demos mejores capacidades de inferencia y los especialicemos en arquitecturas de agentes. Eso permitirá avances significativos en sus competencias, pero lo que entendemos por AGI es mucho más».
El cuerpo y el sentido común: la clave para una AGI real
Barro compara la búsqueda de la AGI con la exploración de Marte: «Sabemos qué camino seguir para llevar personas a Marte, aunque no podría ser hoy; y hay ciertos temas de I+D+i pendientes, que no son menores. En todo caso, sabríamos cómo afrontarlo. No ocurre lo mismo con la AGI: todavía no sabemos qué camino, aún lejano, nos llevaría a ella, y no parece nada probable que sea el de mejorar los modelos».
Otros científicos, como Carme Torras, investigadora del Institut de Robòtica i Informàtica Industrial, añaden un factor clave: la corporalidad. «Para avanzar hacia la AGI, es necesario que la IA sea corporal y dotarla de capacidad de razonamiento y aprendizaje simbólico», dice Torras. «Cuando digo corporal, no me refiero solo a los robots, sino también a otros objetos con capacidad de percibir, procesar e interactuar», añade.
En la misma línea, Carles Sierra, del Instituto de Investigación en IA, afirma: «Necesitamos enfoques neurosimbólicos para escalar. Las arquitecturas neurosimbólicas, junto con la situacionalidad y percepción del entorno, es el camino que permitirá escalar y llegar a proporcionar una noción similar a la experiencia, necesaria para el sentido común y la agencia que se requieren para la AGI».
En definitiva, la búsqueda de la inteligencia artificial general está lejos de ser un camino claro. Las dudas sobre si los modelos actuales son suficientes, las acusaciones de trampas y la necesidad de un enfoque más holístico que incorpore la corporalidad y el sentido común, plantean interrogantes que aún no tienen respuesta. Mientras tanto, la inteligencia artificial sigue evolucionando, generando tanto fascinación como incertidumbre.