IA revela caminos evolutivos alternos: ¿pudo la vida ser diferente?

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

Un grupo de científicos, utilizando inteligencia artificial, logró crear una proteína fluorescente que la naturaleza no desarrolló. Este avance plantea interrogantes sobre la contingencia de la evolución y abre caminos para nuevas terapias y aplicaciones. El estudio, publicado en Science, revela que la IA puede explorar rutas evolutivas alternativas, desafiando la idea de un camino único para la vida.

¿Podríamos haber sido diferentes? La eterna pregunta que atormenta a biólogos y filósofos ahora tiene un nuevo capítulo gracias a la inteligencia artificial. Un reciente estudio publicado en la revista Science nos muestra cómo la evolución, esa fuerza incesante que nos trajo hasta acá, pudo haber tomado senderos insospechados. Y no, no estamos a punto de hablar de dinosaurios con sombreros, pero sí de proteínas que pudieron haber sido y no fueron.

La idea de que la vida, cual cinta de película, pudo haber sido muy distinta si rebobináramos la historia, es un concepto que ya planteaba el biólogo Stephen Jay Gould. Él aseguraba que si volviéramos a darle play a la evolución, el «resultado» —nosotros, en este caso— probablemente no existiría. Algo así como el «efecto mariposa», pero a escala biológica. Y ahora, la inteligencia artificial se suma a este debate, con resultados… digamos, interesantes.

La ia se mete en el laboratorio de la evolución

Un grupo de ex-investigadores de Meta (sí, los de Facebook), crearon EvolutionaryScale, una startup que usa la IA para entender el intrincado lenguaje de las proteínas. Su modelo, ESM3, es como un ChatGPT, pero en lugar de producir textos, genera moléculas que son los ladrillos de la vida. Literalmente. Lo alimentaron con un billón de teraflops de datos biológicos, una barbaridad, para que el sistema «aprendiera» a hablar el idioma de las proteínas y crear nuevas con distintos propósitos.

Alexander Rives, cofundador de EvolutionaryScale, lo resume así: «La biología es la tecnología más avanzada creada jamás, y es programable». Su visión es que el código genético, el abecedario de la vida, puede ser manipulado y utilizado como una herramienta generativa. Y no, no están pensando en crear Jurassic Park, sino que esta herramienta se convierta en un elemento que permita crear nuevas moléculas para usos medicinales e industriales.

El equipo decidió poner a prueba a ESM3 con la tarea de crear una nueva proteína fluorescente verde (GFP), utilizada comúnmente en la investigación. El resultado fue una sorpresa: una proteína que ha sido bautizada como esmGFP, que se parece solo en un 58% a la GFP más similar. ¡Un salto evolutivo de 500 millones de años, según los investigadores! Es decir, la IA descubrió un camino que la naturaleza, caprichosa como siempre, decidió ignorar. Que la naturaleza haya decidido no explorar este camino no significa que sea un camino inviable, sino simplemente es un dato de que así funciona.

¿Un nuevo rumbo evolutivo o simple casualidad?

Este descubrimiento plantea un problema interesante: ¿Es el camino de la evolución lineal e inevitable, o es más bien un juego de carambolas donde el azar tiene gran protagonismo? Jonathan Losos, profesor de la Universidad de Washington, considera que el estudio es un «brillante ejemplo» que respalda la idea de que la evolución podría haber tomado muchísimos caminos diferentes. Y sí, esto le da un nuevo empujón a la teoría de la «contingencia» de Gould.

Zachary Blount de la Universidad Estatal de Michigan, un experto que ha estudiado la evolución en bacterias durante más de 80.000 generaciones, también encuentra interesante este estudio. «Muestra que hay posibilidades biológicas viables que no han evolucionado en la Tierra,» dice Blount, aunque admite que también existe algo de determinismo en la naturaleza, reflejado en el 42% de semejanza de la nueva proteína con otras GFP. ¿Y qué significa todo esto? Que la línea que separa la contingencia del determinismo es un debate que apenas empieza.

Así que ahí lo tienen. La inteligencia artificial no solo nos está escribiendo poemas o pintando cuadros, también está descubriendo rutas evolutivas que la mismísima naturaleza decidió pasar por alto. Y mientras pensamos en si podríamos haber sido diferentes, la ciencia avanza a pasos agigantados. ¿Será que algún día entendamos los caprichos de la evolución? El tiempo, y la inteligencia artificial, lo dirán.

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