La inteligencia artificial generativa irrumpe en la política, desde Trump mostrando un Gaza al estilo resort hasta parodias políticas en España. La viralización de estos contenidos plantea interrogantes sobre su impacto y si se convertirán en una herramienta común de propaganda o en una nueva forma de entretenimiento político.
La inteligencia artificial (IA) y su desembarco en la arena política argentina: ¿humor, manipulación o el futuro de la campaña?
Desde que las primeras imágenes generadas por inteligencia artificial (IA) irrumpieron en escena, el debate sobre su potencial peligro político no tardó en encenderse. Al principio, quizás por sus imperfecciones evidentes y la complejidad inherente a su creación, parecían ser asimiladas con una cierta naturalidad por el público. Incluso los temidos *deepfakes*, aunque su amenaza palpable, fueron tomados, al menos inicialmente, con una relativa indiferencia. Habrá que ver qué sucede cuando estos videos se vuelvan indistinguibles de la realidad, una línea que parece desdibujarse a una velocidad vertiginosa.
Pero la política, y en particular la carrera hacia la Casa Rosada, aún conservan la capacidad de dotar a estos videos de un significado particular: el poder de influir, entretener y hasta generar una carcajada. ¿O quizás una mueca de preocupación? Donald Trump, siempre disruptivo, lanzó «su visión *resort* irreal para el futuro de Gaza», una propuesta que, según se reveló, fue creada por dos israelíes estadounidenses con el único propósito de probar un nuevo software. Y en España, el Partido Popular (PP) se animó a experimentar con «una versión inventada con personajes del PSOE de *La isla de las tentaciones*», una jugada que terminó ofendiendo al gobierno de República Dominicana.
Más allá de la grieta partidista: cuando la IA se vuelve viral
Más allá de la contienda política, existen ejemplos concretos de cómo este tipo de videos están ganando terreno en términos de influencia. La popularización de los clips generados con IA ha dado origen a un nuevo género temporal conocido como «punto de vista» o *pov*, que se dedica a imaginar cómo sería la vida en otras épocas. Las redes sociales, especialmente Instagram y TikTok, están inundadas de videos que muestran la perspectiva de un constructor de las pirámides de Egipto, un soldado en la Guerra Civil de Estados Unidos, un ciudadano durante la peste bubónica o un trabajador de Chernóbil en 1986. Incluso se atreven a representar el infierno, aunque TikTok lo oculta por considerarlo «contenido sensible.» En su mayoría, se trata de visiones edulcoradas y *gentrificadas* del pasado, como si ser un niño en el antiguo Egipto fuera un picnic. El objetivo, claro está, es viralizar, y la crudeza de la vida no suele resultar tan atractiva.
El ejemplo más viral en España de esta tendencia fue el video «te despiertas siendo adolescente en la España de los 80». Las imágenes retratan un mundo que ya no existe, y que quizás nunca existió tal como se lo muestra. Pero la nostalgia, como bien sabemos, posee un enorme poder sociopolítico. Se presenta una España supuestamente próspera, libre de drogas, teléfonos móviles, inmigrantes y delincuencia, un ideal que algunos partidos políticos no dudan en promover: «Videojuegos en Atari, centros de arcade por todos lados, cena navideña en familia, zapatillas Nike, tiendas de discos y *casettes*, copiábamos todo lo que se veía en la tele y era genial», reza un comentario en TikTok.
Sin ir más lejos, el video es una adaptación de la versión estadounidense de «ser adolescente en los 80», que tuvo aún mayor repercusión. La IA, en definitiva, nos permite no solo imaginar otras realidades, sino también visualizarlas sin apenas costo ni esfuerzo. En las últimas semanas, estamos viviendo un momento similar al «del Papa con un abrigo Balenciaga», que causó furor en marzo de 2023, pero ahora en formato de video. No se trata tanto de confundir la realidad, sino de imaginar el alcance que puede tener la IA en este formato.
Sora y los tutoriales: democratización (¿o banalización?) de la IA
La herramienta para imágenes en movimiento de OpenAI, Sora, ya está disponible en Europa, pero estos clips se crean de manera más sencilla: a partir de pequeños guiones elaborados con ChatGPT, que luego se transforman en imágenes y se les da movimiento. Youtube está repleto de tutoriales recientes que explican cómo crearlos, y en las cuentas de TikTok dedicadas a estos temas abundan los enlaces a cursos pagos para aprender a manipular estas herramientas. Los videos sobre la España de 1980 y el Gaza de Trump ya están mejor trabajados. El perfeccionamiento de estos videos se mide en días o semanas, no en meses o años.
¿Propaganda 2.0? El uso político de la IA
Su utilización desinhibida en la política era solo cuestión de tiempo, según Xavier Peytibí, consultor de comunicación política en Ideograma: «Al igual que la ciudadanía normaliza el uso de la IA, los partidos también la incorporan como parte de su comunicación política». «Por eso no creo que sea una moda pasajera, sino una tendencia que irá en aumento, simplemente porque cada vez sabemos más y, sobre todo, porque los videos con IA ofrecen una forma más barata y rápida de producir contenido visual impactante, además de tener un efecto sorpresa, que los hace tremendamente virales y compartibles», añade. El video de Trump tuvo su réplica palestina, aunque con menor alcance. Lo que demuestra que, al final del día, el mensaje y quién lo emite siguen siendo factores determinantes.
El temor al contenido falso y verosímil que se asocia desde el principio a la IA aún no se ha materializado, aunque no se puede descartar. Uno de los creadores del video de Gaza y Trump, Solo Avital, cree que aún podríamos vivir un momento similar a «La guerra de los mundos» de Orson Welles, que en 1938 inventó y transmitió por la radio una invasión marciana. Ahora, según Avital, podría ocurrir algo similar: un clip de IA con «Trump anunciando que está empezando la Tercera Guerra Mundial y que acaba de lanzar un arma nuclear contra Rusia». La calidad dejará de ser un problema: «Si de verdad tuviéramos que hacer esto como una película, le dedicaríamos una semana y no podrías distinguir si es real o no». Avital dedicó ocho horas al video de Gaza. La mejor defensa, por ahora, sigue siendo el escepticismo del público.
Por el momento, los partidos conservadores son los que más se han animado a utilizar estos recursos. «Los canales tradicionales de la propaganda política parecen ahora insuficientes dado que el peso de la conversación se ha trasladado a las redes sociales con las que los entornos más ultras y el propio Donald Trump ocupan cada vez más espacio con comunicación de odio y desinformación, que puede resultar de mucho más impacto», afirma Carmela Ríos, periodista y profesora especializada en redes y desinformación. Los partidos moderados, según Ríos, dudan si conectar así con los segmentos, como los más jóvenes, que se nutren más de las redes: «Eso les hace reaccionar porque es divertido, faltón o indignante».
Las organizaciones que consideren que incursionar en el terreno de la IA es una buena idea deberían evaluar dos aspectos fundamentales, según Ríos: «Primero, un contenido generado con IA no es real, y ese recurso a la ficción (o la mentira) debe estar muy bien contextualizado. Segundo, la sobreabundancia. Cuando estos contenidos con IA se hayan generalizado, pueden terminar saturando o aburriendo al ciudadano, por lo que será más importante que el peso de la campaña esté en la creatividad, la empatía, la originalidad y la escucha».
Por ahora, todo indica que la IA podría terminar convirtiéndose en una forma de entretenimiento masiva y aceptada, donde la política se fusiona con el humor: «Permiten una producción mucho más rápida, barata y adaptable, lo que a su vez permite responder a la actualidad de manera inmediata. Los contenidos de actualidad y respuesta rápida, si están bien hechos y son creativos, siempre funcionan muy bien en comunicación política. Especialmente cuando utilizan el humor, ya que consiguen llegar a públicos menos ideologizados y menos activos en política a través de comparticiones en círculos personales como WhatsApp», concluye Peytibí.
Trump, pionero en integrar memes y podcasts en la política, continúa explorando las posibilidades que ofrece la tecnología. Las referencias tecnológicas serán cada vez más frecuentes, a medida que más votantes se familiaricen, por ejemplo, con los videos ASMR (que contienen sonidos o voces agradables) y puedan reírse con Trump sobre cómo los sonidos de deportar inmigrantes encadenados en un aeropuerto pueden percibirse como algo placentero. Un futuro, si se quiere, distópico, pero que no parece estar tan lejos.