Los agentes inteligentes, sistemas autónomos que perciben, procesan y actúan, están revolucionando la forma en que las empresas operan. A diferencia de la automatización robótica, estos agentes manejan situaciones complejas adaptándose en tiempo real. Su arquitectura incluye percepción, procesamiento, toma de decisiones y actuación. Con aplicaciones en atención al cliente, desarrollo de software y gestión de procesos, prometen eficiencia, reducción de errores y liberación de recursos. Varias organizaciones ya están implementando estas soluciones, buscando un impacto tangible al identificar áreas con alta carga de «thunking», procesos donde los empleados actúan como intermediarios entre sistemas, que pueden ser optimizados por estos agentes inteligentes.
Los agentes inteligentes, esos sistemas que parecen sacados de una película de ciencia ficción, no son más que entidades autónomas diseñadas para percibir su entorno, procesar información y actuar con un propósito claro: alcanzar objetivos específicos. ¡Olvidate de la Automatización Robótica de Procesos (RPA) orientada a tareas monótonas! Hablamos de algo que va más allá. Estos agentes tienen la capacidad de lidiar con situaciones complejas y dinámicas, adaptándose sobre la marcha a los cambios que se presenten, como si fueran un camaleón tecnológico.
Y no confundamos estos agentes con los Modelos de Lenguaje de Gran Escala (LLMs). Mientras estos últimos se encargan de procesar y generar lenguaje natural, los agentes inteligentes integran esas capacidades con razonamiento y toma de decisiones autónomas. Es decir, no solo entienden lo que se dice, sino que deciden qué hacer con esa información.
La anatomía de un agente inteligente
La estructura de un agente inteligente es bastante completa y podríamos decir que hasta elegante. Para empezar, debemos hablar de la percepción: la capacidad de estos agentes para recopilar datos del entorno, ya sea a través de sensores o diversas fuentes de información. Le sigue el procesamiento, donde la información recopilada se analiza para entender el contexto y planificar las acciones. Luego, se produce la toma de decisiones, donde el agente selecciona las acciones óptimas basándose en sus objetivos y lo que aprendió con anterioridad. Finalmente, llega la actuación: la ejecución de esas acciones en el entorno para influir y poder lograr los objetivos planteados.
¿Qué pueden hacer estos agentes inteligentes por mi empresa?
Los agentes inteligentes abren un abanico de posibilidades en el ámbito empresarial. Por ejemplo, pueden revolucionar la atención al cliente, automatizando respuestas a preguntas frecuentes y mejorando la eficiencia del servicio. Si sos desarrollador de software, estos agentes pueden ser tus nuevos mejores amigos, actuando como asistentes de programación que generan fragmentos de código y aceleran todo el proceso. Además, en la gestión de procesos empresariales, pueden optimizar flujos de trabajo complejos coordinando sistemas múltiples. Todo esto se traduce en una mayor eficiencia, menos errores, capacidad de adaptación y liberación de recursos humanos para tareas que realmente agreguen valor.
En la práctica, muchas empresas ya han dejado atrás las pruebas y prototipos, y están implementando soluciones de IA en sus operaciones diarias con resultados tangibles. En sectores como la moda, la medicina y la educación, están utilizando la IA para predecir tendencias, personalizar servicios o, como se dice en la nota original, «mejorar procesos operativos«.
Identificando dónde más «thunking» hay
Pero, ¿cómo lograr el máximo impacto con los agentes inteligentes? La respuesta está en identificar las áreas con alta carga de “thunking”. ¿Y qué es el «thunking»? Es ese proceso donde los empleados actúan como intermediarios entre sistemas que no están bien integrados. Aunque parezca que no, estas tareas consumen tiempo y recursos sin aportar valor directo.
Cuando encontremos estos procesos, donde vemos que hay interacciones complejas y numerosas con coordinación entre diferentes sistemas, o cuando los empleados deban intervenir para asegurar el flujo de información, allí están los candidatos ideales. La eliminación de estas ineficiencias mediante agentes inteligentes puede liberar recursos significativos y mejorar la productividad. Así que, empresarios y directivos, a afinar el ojo, que la tecnología tiene mucho que aportar.