El Reloj del Juicio Final avanza: ¿cuánto falta para el desastre?

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

El Reloj del Juicio Final, ese medidor simbólico de la cercanía del fin del mundo, avanza un segundo más en 2025, situándose a 89 segundos de la medianoche. La decisión, tomada por la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín de Científicos Atómicos, se basa en la persistencia de tensiones nucleares, la crisis climática y los crecientes riesgos asociados a la Inteligencia Artificial y la desinformación.

El tic-tac del Apocalipsis se acelera. Sí, el famoso Reloj del Juicio Final, ese que nos recuerda que estamos jugando a la ruleta rusa con el futuro del planeta, adelantó un segundo su minutero. Ahora, según los sesudos del Boletín de Científicos Atómicos (SABS), nos separan apenas 89 segundos de la medianoche cósmica. Parece que el desmadre global sigue escalando.

Este peculiar cronómetro, lejos de ser un simple capricho, es una evaluación anual del panorama mundial. Y los resultados, este año, no son para sacar pecho precisamente. Si en épocas de la Guerra Fría, la cosa pintaba fea con 7 minutos hasta el desastre, hoy, casi ocho décadas después, ya nos fumamos 331 segundos del reloj. Y pensar que algunos se quejan por un par de minutos de demora en el bondi.

¿Qué nos depara el futuro según el reloj?

Claro que no todo es catástrofe. Si de repente los líderes mundiales se ponen las pilas y actúan con responsabilidad, el Reloj podría retroceder. Pero, como dice el dicho, «si mi tía tuviera ruedas sería bicicleta». Los expertos del SABS no ven que eso vaya a pasar pronto. La cruda realidad es que los altos mandos del planeta «han fracasado en hacer lo necesario para cambiar el rumbo». Se ve que las promesas y las buenas intenciones no alcanzan para detener el reloj.

Los de siempre: la crisis climática, el arsenal nuclear de los locos de siempre, los virus emergentes con pinta de pandemia, y las jugadas turbias de las potencias mundiales (USA, China, Rusia, las grandes familias de mafiosos) siguen siendo motivos de preocupación. Pero este año, el factor que le dio el empujón al segundero del reloj fue la omnipresencia de la Inteligencia Artificial en terrenos delicados como la guerra, la bioingeniería y, claro, la desinformación, ese plato que nos sirven a diario.

Desinformación e IA: El coctel explosivo

Parece que a nadie le importa la verdad. La difusión de información falsa y las teorías conspirativas – que ya invaden hasta los grupos de WhatsApp de los jubilados- son ahora vistas como «multiplicadores de amenazas». Según el SABS, estamos frente a una «corrupción del ecosistema de la información» que socava el debate serio. La realidad parece importarle cada vez menos a la gente, y cuando la realidad deja de importar, estamos en problemas.

Según el comunicado del SABS, “la situación está peligrosamente cerca del precipicio, un movimiento de incluso un solo segundo debe tomarse como una indicación de peligro extremo y una advertencia inequívoca de que cada segundo de retraso en revertir el curso aumenta la probabilidad de un desastre global». O sea, que nos dejemos de joder y nos pongamos las pilas, porque ya estamos al borde del abismo.

Alguna vez hubo esperanza. En 1991, cuando se firmó el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, el Reloj se alejó hasta 17 minutos de la medianoche. Ése fue el momento en que estuvimos más lejos del desastre mundial. Pero para que algo así vuelva a ocurrir, se necesita que Estados Unidos, Rusia y China se pongan de acuerdo. Y eso, por ahora, parece ser un sueño utópico. Quizás los presidentes de estos países deberían hacer una reunión en la mesa del bar de la esquina y empezar a entenderse mejor.

«Continuar ciegamente por el camino actual es una forma de locura. Estos tres países tienen el poder colectivo de destruir la civilización. También tienen la responsabilidad primordial de sacar al mundo del borde del abismo. Pueden hacerlo si sus líderes inician seriamente discusiones de buena fe sobre las amenazas globales que describimos», remató el comunicado de The Bulletin. A ver si los capos de turno entienden el mensaje y dejan de pavonearse por Twitter. Quizás así, el segundero del reloj de la perdición empiece a retroceder un poco. Sería lindo, al menos por una vez, tener una noticia buena de este planeta.

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