El nuevo ChatGPT desató la creatividad (y la polémica) al permitir generar imágenes al estilo de Studio Ghibli. Surge el debate sobre si OpenAI violó derechos de autor al «entrenar» su IA con las obras de Miyazaki. Abogados especializados señalan una zona gris legal, mientras que la empresa de Altman se defiende, alegando que solo replican «el estilo de un estudio», no de artistas individuales vivos. La discusión sobre los límites del uso de obras para entrenar modelos de IA sigue abierta.
## ¿Ghibli-ficación digital o afano artístico? El nuevo ChatGPT y la sombra de Miyazaki
Apenas unas horas después del lanzamiento del nuevo modelo de IA generativa de ChatGPT, la polémica ya estaba servida. La herramienta, capaz de crear imágenes con una facilidad asombrosa, desató una ola de creaciones inspiradas en el inconfundible estilo de Hayao Miyazaki, el genio detrás de Studio Ghibli. Desde el asesinato de Kennedy hasta un atentado imaginario contra Trump, pasando por la vida de Elon Musk, nadie se salvó de ser «ghiblificado». Incluso el mismísimo Sam Altman, CEO de OpenAI, se sumó a la movida, cambiando su foto de perfil en X por una versión animé de sí mismo.
Pero detrás de la diversión, se esconde una pregunta que incomoda a más de uno: ¿OpenAI habrá cruzado la línea de la legalidad? ¿Se basó en las películas de Miyazaki para entrenar su IA, violando los derechos de autor?
### Los Derechos de Autor y la IA: Un terreno pantanoso
Según Evan Brown, abogado especializado en propiedad intelectual, la IA generativa opera en una zona gris. El estilo, explica, no está explícitamente protegido por derechos de autor. Entonces, ¿OpenAI está a salvo? No tan rápido.
Si bien la empresa de Altman parece sortear la ley, la duda persiste: ¿cómo logró la IA replicar tan fielmente el estilo Ghibli? La respuesta podría estar en un «entrenamiento» intensivo con millones de fotogramas de las películas del estudio japonés. El problema es que, actualmente, no existen regulaciones claras sobre el entrenamiento de la IA.
«Creo que esto plantea la misma pregunta que llevamos haciéndonos desde hace un par de años», afirma Brown: «¿Cuáles son las implicaciones en términos de infracción de derechos de autor de recorrer la web y copiar datos en estas bases de datos?».
La pregunta no es menor. OpenAI, Meta y Midjourney enfrentan demandas precisamente por este motivo: el uso de obras protegidas para entrenar sus modelos de IA. Un terreno legal minado, donde los límites entre la innovación y el plagio se difuminan.
### ¿Estilo de artista o estilo de estudio? La defensa de OpenAI
Ante la creciente controversia, un vocero de OpenAI salió al cruce, asegurando que ChatGPT se niega a replicar «el estilo de artistas vivos individuales», pero sí permite imitar «el estilo de un estudio», como Studio Ghibli. Una distinción sutil, pero crucial, según la empresa.
Más allá de la defensa legal, la realidad es que los usuarios no se limitaron a Miyazaki. También crearon imágenes al estilo Pixar y del Dr. Seuss, demostrando el potencial (y los riesgos) de esta nueva herramienta. ¿Estamos ante el nacimiento de una nueva forma de expresión artística o ante un nuevo desafío para la propiedad intelectual? La respuesta, como siempre, está en el aire. Habrá que ver cómo el poder judicial, al que le cuesta tanto seguir el ritmo de la tecnología, aborda este tema.