Un emprendedor de Silicon Valley busca la paz post-divorcio con Inteligencia Artificial «con carácter»
Sol Kennedy, una figura reconocida por su trayectoria como fundador en serie de empresas tecnológicas e inversor en Silicon Valley, se encontró, como tantos otros, en el intrincado laberinto de las comunicaciones post-divorcio. Desde su separación en 2020, Kennedy confesó que los mensajes de su expareja solían ser “duras”, llegando a arruinarle el día en su intento de respuesta. Una situación que lo llevó incluso a requerir a su asistente para que tamizara la avalancha de correos electrónicos, donde cuestiones sobre sus dos hijos se mezclaban, inevitablemente, con “golpes emocionales no relacionados”.
A pesar de asistir a terapia, Kennedy sentía la necesidad de un soporte en tiempo real, una especie de escudo digital ante las embestidas verbales. Sus intercambios se realizaban a través de OurFamilyWizard, una plataforma extendida entre cientos de miles de progenitores en Estados Unidos y el extranjero para gestionar mensajes, calendarios y gastos. Incluso abonó un extra por el complemento ToneMeter, publicitado como un “corrector ortográfico emocional” que analizaba los sentimientos en los mensajes, marcando lenguajes potencialmente “preocupante”, “agresivo” o “denigrante”. Sin embargo, el sistema tenía una falla, según Kennedy: su ex no parecía utilizarlo.
De ChatGPT a un asistente virtual con «columna vertebral»
Kennedy, un auténtico pionero, ya había explorado las capacidades de ChatGPT, utilizándola para “cocrear” cuentos para dormir con sus hijos. Era casi un paso natural recurrir a esta inteligencia artificial para buscar consejo sobre cómo comunicarse con su expareja. La experiencia lo impresionó, y no fue el único. Foros en línea se llenaron de testimonios de personas que, enfrentadas a exparejas, familiares o colegas difíciles, se maravillaban con la “excelente orientación” y la “valiosa validación emocional” que un chatbot podía proporcionar. Una máquina capaz de sentenciar, sin intenciones ocultas, que uno “no era el loco”. Un consejero paciente, disponible las 24 horas, para desentrañar cualquier embrollo. En palabras de Kennedy, “una solución escalable” que complementaba, por fin, la terapia.
No obstante, la versión estándar de ChatGPT presentaba sus propias limitaciones. Kennedy la encontró “demasiado hablador” y excesivamente “apologético”. Ante un mensaje hostil, la IA sugería respuestas que, con un exceso de frases, se inclinaban hacia el “Lo siento, por favor, perdóname, lo haré mejor”. Al carecer de un “yo”, el chatbot carecía también de autoestima.
BestInterest: el arbitro digital para conflictos parentales
El visionario Kennedy concibió un chatbot con “espina dorsal”. Estaba convencido de que, si él lo construía, muchos otros copadres también lo desearían. Su visión era que la IA asistiera en cada etapa de la comunicación: filtrando el lenguaje emocionalmente desencadenante de los mensajes entrantes, resumiendo únicamente los hechos y sugiriendo respuestas adecuadas. La herramienta, según destaca Kennedy, guiaría a los usuarios hacia “un camino mejor”. Así nació BestInterest, una empresa dedicada a desarrollar una aplicación bautizada con el término legal que los tribunales suelen emplear en decisiones de custodia: el “interés superior” del niño o los niños. La plataforma adapta los modelos estándar de OpenAI mediante indicaciones propias.
Los desacuerdos entre parejas separadas son una constante, y para muchos, el tiempo suele calmar las aguas. Sin embargo, cuando una “personalidad muy conflictiva”, “narcisista”, “controladora”, “tóxica” o, simplemente, “alocada” (en el argot de internet) entra en escena, las disputas por los hijos, al menos para una de las partes, parecen no tener fin. Kennedy diseñó su chatbot para “plantar cara” a este tipo de individuos. Para ello, recurrió a una de las figuras más temidas por este perfil: Ramani Durvasula, una psicóloga clínica de Los Ángeles, reconocida especialista en la influencia del narcisismo en las relaciones.
