El uso «en la sombra» de la IA corporativa: un agujero negro de productividad
Según un estudio del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el auge del uso «en la sombra» de herramientas de inteligencia artificial (IA) en el mundo empresarial está creando un verdadero misterio en torno a sus beneficios económicos y de productividad. ¿Estamos ante una revolución silenciosa o una inversión fallida?
ChatGPT, el caballo de Troya corporativo
La investigación, que analizó más de 300 iniciativas de IA y encuestó a líderes de 153 empresas, revela un dato alarmante: mientras que solo el 40% de las organizaciones cuentan con suscripciones oficiales a herramientas de IA, más del 90% de los empleados utilizan recursos como ChatGPT cotidianamente en su trabajo, sin informar a sus superiores. ¡Una verdadera legión de «ninjas» de la IA operando en las sombras!
El reporte del MIT explica que las aplicaciones de IA de uso general son más intuitivas y se adaptan mejor a las necesidades de los usuarios, lo que las convierte en una opción atractiva para los empleados. En contraste, las soluciones desarrolladas internamente suelen ser menos flexibles y presentan interfaces poco amigables, en un intento por priorizar la seguridad. Parece que en el afán de protegerse, las empresas están poniendo palos en la rueda de la innovación.
El estudio también destaca que el 90% de los empleados cree que las actividades críticas deben permanecer bajo control humano, mientras que la IA puede encargarse de tareas simples y repetitivas. Un 70% considera útil la IA para redactar correos electrónicos, y un 65% para realizar análisis básicos de información. ¿Estamos ante el fin de la «cadete» de la oficina?
Inversiones millonarias sin retorno
Las conclusiones del informe sugieren que, mientras los empleados adoptan la IA por su cuenta, la mayoría de las organizaciones permanecen atascadas en fases piloto. El MIT estima que las empresas estudiadas han invertido entre 30.000 y 40.000 millones de dólares en proyectos de IA, pero el 95% aún no ha obtenido beneficios directos para su negocio. ¡Una verdadera sangría de recursos!
El documento advierte que la lentitud en la adopción está vinculada a las limitaciones de las herramientas oficiales, que no logran retener datos, aprender con el tiempo ni adaptarse a las necesidades de los trabajadores. La regulación y el desempeño de los modelos juegan un papel menos relevante en este rezago.
Estos hallazgos coinciden con una encuesta reciente de McKinsey, que revela que el 72% de las empresas a nivel global ha incorporado alguna forma de inteligencia artificial en al menos una función de negocio, pero solo una minoría ha escalado la tecnología a diversas áreas operativas. ¿Demasiado ruido y pocas nueces?
Los analistas del MIT concluyen que, para capitalizar el potencial de la IA, las empresas deben planear un escalamiento estratégico, rediseñar procesos, conformar equipos especializados y mitigar riesgos, sin frenar la innovación ni el ritmo de adopción. El desafío está planteado: ¿sabrán las empresas argentinas ponerse a la altura de las circunstancias?
Un estudio del MIT revela que el uso subrepticio de herramientas de IA en empresas impide una medición precisa de sus beneficios económicos y de productividad. Aunque el 90% de los empleados utilizan IA como ChatGPT sin notificarlo, solo el 40% de las organizaciones tienen suscripciones oficiales. El 95% de las inversiones en proyectos de IA no generan beneficios directos, debido a la lentitud en la adopción y las limitaciones de las herramientas internas, que contrastan con la flexibilidad y adaptabilidad de las soluciones de uso general.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
¿El resultado? Un descontrol bárbaro y una fortuna invertida en proyectos de IA que no rinden frutos. ¡Un 95% de las inversiones no ven un peso de ganancia! Las empresas, en vez de subirse a la ola, se quedan en la orilla con herramientas internas que son más lentas que tortuga en patineta. ¡A despertar, muchachos, que la IA no muerde… todavía!
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El uso «en la sombra» de la IA corporativa: un agujero negro de productividad
Según un estudio del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el auge del uso «en la sombra» de herramientas de inteligencia artificial (IA) en el mundo empresarial está creando un verdadero misterio en torno a sus beneficios económicos y de productividad. ¿Estamos ante una revolución silenciosa o una inversión fallida?
ChatGPT, el caballo de Troya corporativo
La investigación, que analizó más de 300 iniciativas de IA y encuestó a líderes de 153 empresas, revela un dato alarmante: mientras que solo el 40% de las organizaciones cuentan con suscripciones oficiales a herramientas de IA, más del 90% de los empleados utilizan recursos como ChatGPT cotidianamente en su trabajo, sin informar a sus superiores. ¡Una verdadera legión de «ninjas» de la IA operando en las sombras!
El reporte del MIT explica que las aplicaciones de IA de uso general son más intuitivas y se adaptan mejor a las necesidades de los usuarios, lo que las convierte en una opción atractiva para los empleados. En contraste, las soluciones desarrolladas internamente suelen ser menos flexibles y presentan interfaces poco amigables, en un intento por priorizar la seguridad. Parece que en el afán de protegerse, las empresas están poniendo palos en la rueda de la innovación.
El estudio también destaca que el 90% de los empleados cree que las actividades críticas deben permanecer bajo control humano, mientras que la IA puede encargarse de tareas simples y repetitivas. Un 70% considera útil la IA para redactar correos electrónicos, y un 65% para realizar análisis básicos de información. ¿Estamos ante el fin de la «cadete» de la oficina?
Inversiones millonarias sin retorno
Las conclusiones del informe sugieren que, mientras los empleados adoptan la IA por su cuenta, la mayoría de las organizaciones permanecen atascadas en fases piloto. El MIT estima que las empresas estudiadas han invertido entre 30.000 y 40.000 millones de dólares en proyectos de IA, pero el 95% aún no ha obtenido beneficios directos para su negocio. ¡Una verdadera sangría de recursos!
El documento advierte que la lentitud en la adopción está vinculada a las limitaciones de las herramientas oficiales, que no logran retener datos, aprender con el tiempo ni adaptarse a las necesidades de los trabajadores. La regulación y el desempeño de los modelos juegan un papel menos relevante en este rezago.
Estos hallazgos coinciden con una encuesta reciente de McKinsey, que revela que el 72% de las empresas a nivel global ha incorporado alguna forma de inteligencia artificial en al menos una función de negocio, pero solo una minoría ha escalado la tecnología a diversas áreas operativas. ¿Demasiado ruido y pocas nueces?
Los analistas del MIT concluyen que, para capitalizar el potencial de la IA, las empresas deben planear un escalamiento estratégico, rediseñar procesos, conformar equipos especializados y mitigar riesgos, sin frenar la innovación ni el ritmo de adopción. El desafío está planteado: ¿sabrán las empresas argentinas ponerse a la altura de las circunstancias?
¿El resultado? Un descontrol bárbaro y una fortuna invertida en proyectos de IA que no rinden frutos. ¡Un 95% de las inversiones no ven un peso de ganancia! Las empresas, en vez de subirse a la ola, se quedan en la orilla con herramientas internas que son más lentas que tortuga en patineta. ¡A despertar, muchachos, que la IA no muerde… todavía!